Una Navidad Azulada
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El día era un 25 de diciembre a las seis y cincuenta y nueve de la mañana. Un hermoso clima navideño mantuvo ansiosos a los empleados del Sitio-34 que no podían esperar ni un segundo más para ir rápido a abrir sus regalos y pasarla bien. Si se le preguntara a cada miembro del sitio cuál era su fecha festiva favorita, todos podrían estar de acuerdo en decir que era Navidad.

La alarma finalmente sonó, marcando las siete en punto. Saltaron todos emocionados hacia el árbol navideño gigante que se ubicaba en la cafetería. Pero al llegar se percataron de un terrible detalle que les arruinó la mañana. ¡Alguien se había robado los regalos!

—¡¿Quién fue?! —Exclamó Steffano González con violencia.

—¡Monstruos, monstruos! —Gritaba Amaro Mondragón a quien le prometieron un excelente regalo por portarse bien todos estos años mientras estampaba un tenedor de plástico contra la mesa.

—¿No están un poco grandes para ponerse así por Navidad? —Dijo Santarrosa con una ceja levantada mientras le daba un pequeño sorbo a su taza de café.

Lo que parecía ser la mayor histeria colectiva presenciada en la instalación, fue interrumpida por un rayo de esperanza azul que recorrió la sala. Crab Crabvich, o también conocido por el agente Cangrejo Azulado, entró a la cafetería con mucha cautela para evitar ser pisoteado por algún maleante distraído.

—Díganme. ¿Dónde están los regalos? —Preguntaba el cangrejo golpeando levemente el suelo con su pinza.

—¡Nos los han robado! ¿Nos puede ayudar Agente Cangrejo Azulado? —Luisa Vander se acercó a la escena, aterrorizada por todo lo sucedido.

—¡Por supuesto! Les juro que se les devolveré o si no, dejo de llamarme Cangre Crabvich.

—¿No que tu nombre era SCP-ES-264? —Dijo a la lejanía un gato con sombrero.

—Tengo muchos nombres, ¡por algo soy un superagente! Ahora, permítanme trabajar.

Todo el personal del Sitio-34 inmediatamente se marchó de la cafetería, permitiéndole al cangrejo poner manos a la obra. Rápidamente se dio cuenta de que las cámaras estaban rotas así que revisar la grabación quedaba descartado.

Buscó en todo el lugar, debajo de las sillas, en los platos sucios, en los cajones, pero no encontraba nada. El cangrejo se puso a investigar debajo del árbol, percatándose de un pequeño pedazo de piel muerta.—¡Lo sabía! —Hizo sonidos de felicidad porque supo en un instante quien fue era el culpable gracias a sus dotes detectivescas.

El cangrejo siguió el rastro hasta un ducto de ventilación que convenientemente estaba a su altura. Tras aflojar los tornillos y entrar, se resbaló y se deslizó hasta estamparse contra una pared falsa. El cangrejo valientemente la empujó con todas sus fuerzas, abriéndose paso a un salón desconocido.

El lugar parecía ser un laboratorio abandonado y estaba completamente a oscuras. Había guardapolvos quemados por doquier y cortinas negras sobre algunas jaulas pequeñitas. Pero esto no distrajo al cangrejo de su objetivo, ya que alcanzó a ver una bolsa que tenía todos los regalos del sitio. La AR-15 para Steffano, las nuevas herramientas para Amaro, las semillas para Luisa, una lata de Pepsi y demás cosas.

Unos robots con forma de camarones equipados con cañones láser estaban parados al costado de la bolsa, observando fijamente al techo. El cangrejo aprovechó esta oportunidad para escabullirse en la oscuridad.

—Oye, C-1503, ¿hay algo más esponjoso que una nube?

—Si lo hay no quiero enterarme, C-137.

El cangrejo rápidamente abatió al robot C-1503 con un golpe en la espalda.

—¡C-1503! — Exclamó C-137, disparando su arma. El agente azulado ágilmente esquivó el láser.

—¡Serie de Movimientos Azulados: Pinchazo Letal! —El cangrejo le atinó un pinchazo en la cabeza al robot, haciéndolo estallar en miles de pedazos. —¡Me llevo tu cañón prestado! —El cangrejo tomó el arma y se puso a investigar un poco más el laboratorio. Al no encontrar al responsable se preparó para levantar la bolsa e irse rápido, pero el lugar se iluminaría repentinamente.

—¡Cangre Crabvich, siempre entremetiéndote en mis planes! —Una pequeña plataforma flotante descendió suavemente desde el techo. Allí estaba el malo de la historia, un camarón de tierra rojo con mostacho y vestido con un sombrero de copa.

—¡Camarón Shrimple, sabía que fuiste tú desde el inicio! Parece que elegiste un mal momento para mudar de piel. Dime, ¿para qué quieres los regalos que el señor Noel les preparó a mis amigos?

—Curioso que menciones a Papa Noel. —Desde la plataforma se formó una pantalla que mostraba un video de Papa Noel atado a una silla con dinamita debajo de él.

—¡Señor Noel! —El cangrejo intentó aproximarse al villano, pero el camarón agitó un interruptor en su pinza.

—¡Un paso más y lo estallaré! —El cangrejo se detendría a medio camino sintiéndose bastante frustrado. —Cangre, Cangre, Cangre. ¿Tú siempre has tenido regalos en navidad, verdad? Bueno, eso no fue así para todos. Yo desde que era pequeño, siempre me dieron carbón. ¡Carbón, carbón maldita sea!

—¡Hubieras aprendido a comportarte! ¡Suelta al señor Noel!

—Yo siempre quise jugar, pero nunca me dieron juguetes. ¡De alguna manera tenía que divertirme! ¿Cómo voy a ser bueno si nunca he podido jugar? ¿Alguna vez piensas en los tipos malos como yo?

—¡Existe la fina línea entre jugar y destruir el mundo!

—Aún no lo entiendes y nunca lo harás. Por eso, he decido secuestrar los regalos de todos los chicos buenos, para dárselo a los chicos malos, así ellos podrán jugar.

—¡No tienes ni idea de como funciona esto, Camarón! Eso es recompensar a los villanos que decidieron el camino fácil.

—¡Cállate! Voy a acabar contigo de una vez por todas. Te presento a mi mayor creación. ¡El Destruye Cangrejos 3000! —Una compuerta masiva se abrió en el suelo, asomándose de ella un robot con forma humanoide de dos metros de altura.

—¿Otra inteligencia artificial? Sabes muy bien que eso nunca sirvió contra mí.

—Uno ya no puede confiar en las máquinas. Si alguien quiere un trabajo bien hecho… —El camarón se rio malvadamente mientras entraba en una zona de control ubicado en la cabeza del robot. —¡Que lo haga él mismo!—

El cangrejo agitó rápidamente sus pinzas, esparciendo un gas azul en la habitación. —¡Serie de Movimientos Edición Especial: Dulces Sueños!—Gritó. Pero esto no le afectó en lo más mínimo al camarón.

—Verás, Cangre, tuve en cuenta tus poderes para esta creación. ¡Tiene su propio sistema de ventilación! ¡Tu gas del sueño es inútil, inútil, inútil!—El brazo del robot empezó a girar disparando decenas de misiles, pero el cangrejo los esquivo todos.

—Aunque lo manejes manualmente o no, la puntería de tus creaciones es desastrosa. —Dijo el cangrejo con un tono burlón no contando con que los misiles eran teledirigidos. Estos impactaron en su espalda y lo mandaron a volar contra una pared.

—¡¿Qué te pareció eso cangrejo insolente?! —Gritó el camarón mientras que una metralleta en el hombro derecho del robot empezó a disparar balas que causaban pequeñas explosiones al impactar. El cangrejo rápidamente se recuperó y se puso a correr sobre la pared cuesta abajo.

El camarón al ver que su rival aún podía moverse oprimió con violencia todos los botones, disparando aún más misiles hacia al cangrejo. Lo que hubiera sido una muerte asegurada para cualquier otro agente, él lo vio como el momento perfecto. El cangrejo saltó de misil a misil, acercándose hacia la cabeza del robot.

—¡Serie de Movimientos Azulados: Bombardeo Azul! —El agente soltó un bombardeo de golpes sobre el robot, causando un daño considerable y dejando una gran abolladura en la parte izquierda de la cabeza. El camarón no se quiso quedar atrás y activó los tentáculos de su creación que tomaron al cangrejo por una de sus patas y lo golpearon contra las paredes y el techo.

—¡Toma, toma! —Para concluir el ataque, lo lanzaron contra la pantalla.

—Rayos, eso si dolió… —El cangrejo se cayó al suelo, casi ni se podía mover tras tal ataque.

—¡Ese es el punto, idiota! —El pecho del robot se abrió para los costados, mostrando un núcleo conectado a cuatro cables expuestos que brillaban de manera hermosa. Este era el ataque definitivo del camarón, lo que había planeado durante tantos años.

—¡Esto me llevó años de preparación, pero finalmente está listo! ¡Con este ataque te convertiré a ti y a este sitio en polvo! —El cangrejo se levantó débilmente, observando detenidamente a su oponente. No tenía ningún tipo de intención de rendirse, ya que sus amigos dependían de él. Una Navidad triste no era algo que ocurriría mientras él siguiera vivo.

—¡En ese caso aquí te tengo el regalo que tanto querías! —El cangrejo tomó el cañón láser que le había robado al robot C-137 y le disparó al núcleo cuatro veces.

—¡Eso solo cargará aún más mi cañón! Estás acabado… ¡Cañón Letal: Destructor de Planetas! —Repentinamente el núcleo dejó de brillar. El camarón quedó impactado e intentó oprimir el botón del ataque un par de veces más, pero no tuvo éxito alguno.

—¡Los disparos no fueron para el núcleo, fueron para los cables! —El robot quedó sin energía para sus ataques especiales como los tentáculos o los misiles.

—¡Tendrá que ser a puño limpio, entonces! Muere de una maldita vez, Cangrejo Azulado! —El robot alzó su brazo torpemente y lo bajó con toda su fuerza para aplastar al cangrejo, pero debido a falta de energía erró estúpidamente. El agente aprovechó para subirse al brazo metálico y escalar hacia la cabeza desde ahí.

—¡Maldición, maldición! —El camarón intentó golpearlo con su otro brazo, pero falló otra vez. El cangrejo llegó al hombro rápidamente, pegó un salto y mientras giraba en el aire gritó:

—¡Serie de Movimientos Azulados Edición Suprema: Giro Cortante de la Amistad! —El cangrejo cortaba el metal del robot con cada vuelta que daba, cortándolo verticalmente a la mitad debido a la gran fuerza de sus pinzas entrenadas. Mientras fue cayendo desde el cielo, el robot causaba pequeñas explosiones hasta desplomarse por completo en el suelo.

—¡Parece que no ganaste esta vez, Shrimple! —El cangrejo fue en busca de su némesis entre los escombros, pero no lo encontró. Entonces, Papa Noel entró brutalmente a la habitación, quebrando un par de paredes en el proceso.

—¡Camarón mal portado, te quedaste sin navid- Ah no espera, ya lo derrotaste.

—¡Señor Noel! ¿Cómo escapó? —Preguntó, sorprendido.

—Una simple silla no puede mantenerme cautivo. Vamos a entregarle los regalos a los muchachos, ¿dale?

—¡Un placer! —El personal de la Fundación estaba reunido en la cafetería una vez más ansiosos en saber si el cangrejo había triunfado o no. Papa Noel interrumpió la reunión pegando un portazo y atrás suyo estaba el cangrejo cargando la bolsa de regalos.

—¡Agente Cangrejo Azulado, lo logró! —Festejó Amaro Mondragón con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Por supuesto! Inclusive me encontré al señor Noel. Pero suficiente charla. ¡Abran sus regalos!

La navidad en el Sitio-34 fue salvada por el agente Cangrejo Azulado. Todos abrieron sus regalos y celebraron felices por su recompensa tan ansiada.

Dos semanas después

—¡Y así es como los salvé a todos! —Dijo el cangrejo algo cansado por contar la historia más larga de su vida. En frente suyo había un investigador de la fundación confundido por la historia.

—SCP-ES-264, ¿usted sabe que eso nunca pasó, verdad? —Preguntó.

—Eh… Si pasó, pero… ¡El camarón les borró la memoria a todos! —Afirmó el cangrejo casi un poco ofendido de que se pusiera en duda su acto heroico.

—Bueno, lo que usted diga. Pero me gustaría que responda la pregunta inicial. ¿Está usted conforme con los obsequios que le dimos hace dos semanas por buen comportamiento?

—¡Si, por supuesto que si! Ahora tengo nuevos amigos.

—Me alegro de que le haya gustado. Ahora, me voy retirando, que tengo algo que hacer. —El investigador se levantó de la arena y se dirigió hacia la salida.

—¡Ok, adiós señor Cocetti! —El cangrejo lo saludó con su pinza agitándola de derecha a izquierda.

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