Sueños Nacientes Deseos
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Sueños Nacientes

Deseos de la Sacerdotisa ante las Divinidades del Sol y su Gente



El Secreto del Silencio entre las Estrellas


El mundo estaba relativamente calmado en este preciso año 2011, tras roces entre otras organizaciones en años pasados, como la Fundación SCP, con unos hongos radioactivos y un reactor nuclear; y la Coalición Oculta Global, con el incidente del Gran Dios Verde. En este día, la noche se posaba en la cuartada del grupo, un pequeño edificio de la época de la colonia en México, indicando cierta interferencia del pueblo tlaneyancano con el mexicano en un pasado no tan distante. Selena se encontraba en un balcón, parada con un cuaderno de hojas blancas y mirando atentamente al cielo, sus ojos color de jade estaban fijados en el cielo nocturno, con solo la Luna brillando y escazas estrellas. Rosa se dirigía a ella, vistiendo un traje diseñado por ella, utilizando una variante del tlanex conocida como Tlanexmonia1, dándole gran versatilidad, desde encubrimiento hasta a modo de armadura.

—Disculpe, Selena —dijo tímida al no querer interrumpir a Selena—, ¿puedo hablar con usted? Ya terminé de recopilar los datos de Medio Oriente, por el momento, la SCP ni la COG se enteraron del incidente, igual fue algo minúsculo.

—Ciertamente —contestó Selena sin dejar de mirar al cielo—, solo un par de animales que se escaparon de los contenedores de Radiosol. Pero supongo —volteó para ver a Rosa—, que esa no es tu pregunta.

Rosa apartó la mirada por unos segundos, pero después miró de frente a Selena, si bien ya había pasado tiempo de conocerse, aún mantenía atributos relacionados con la pena y no saber cómo reaccionar con ciertas interacciones sociales.

—Yo… —mencionó en tono bajo—, siempre me he preguntado por qué mira de esa forma el cielo. Con tanta contaminación, realmente no se puede ver demasiado.

—Eso es verdad, en mi caso, puedo apreciar la belleza de las estrellas a través de estas nubes creadas por el uso de energías anticuadas —Selena señala uno de sus ojos—, es una de los privilegios de seguir el camino de Mixtonatiuhtéotl.

Rosa se quedó mirando sus ojos, mientras más los veía con detenimiento, más detalles encontraba.

—Es casi como mirar a una tormenta solar… Ah —pestañeó—, y algo hipnotizantes. Entonces, no quisiera molestarla más, gracias por responder.

Rosa se preparaba para darse la vuelta y regresar con Raquel.

—Rosa, ¿Cuántas veces te he dicho que preguntes sin miedo? Por hoy, tenemos toda la noche para hablar.

Al decir esto, Selena volvió su vista al cielo, trazando algunas líneas en su cuaderno con delicadeza.

—Muchas gracias —respondió con pena—, ahora, ¿puedo saber por qué, no importa a donde vayamos, se toma el tiempo de realizar esta actividad?

—Claro que puedes saber —contestó Selena con entusiasmo y sonriendo—, hay una historia de uno de los primeros astrónomos de Tlaneyanco, antes de la guerra de Kokolimina y el posterior auto exilio de nuestro pueblo. Él se preguntó: ¿Acaso todas las estrellas tendrán dragones o seres como los nuestros? Y dedicó su vida a responder dicha pregunta.

—Es verdad —contestó Rosa mientras se acercaba a Selena—, perdón si me he acercado demasiado, quería recargarme en el balcón. Esa historia es algo famosa en mi región, después de todo, era un seguidor de Tonatiuhcóatl, como yo —suspiró— supongo.

—Entonces no debo contártela toda. La respuesta a su pregunta fue que no era el caso, los dragones eran una singularidad de nuestro sistema solar. Aún así, dijo que había historias en esos puntos alejados de luz, oculta entre la oscuridad y el vacío. Tal vez pueda encontrar esas historias y contarlas, ¿no crees?

—Ya lo creo, pero, no necesitamos salir de Tlaneyanco para ver estrellas, tenemos maneras más efectivas de verlas, e incluso a tiempo real. ¿Por qué mirarlas así sería diferente?

Selena se rio un poco y Rosa dejó de hablar.

—No te sientas mal, muchos pensarían lo mismo que tú. La respuesta reside en que la posición del observador es crucial para lograr un avance en esta tarea, ten —Selena le da su cuaderno a Rosa.

—Dibuja muy bien —dijo mientras ojeaba el cuaderno— ¿Tanto se puede sacar de tan solo ver la cúpula celeste?

—Y mucho más falta por dibujarse o escribirse. Solo hay que tener dedicación y el conocimiento necesario para lograrlo, como otras situaciones de la vida.

Rosa terminó de ver el cuaderno y se lo devolvió a Selena. Parecía que el momento de profundizar en el tema se acercaba, en eso, un mensaje llegó a uno de uno de las mangas del traje de Rosa, quien no tardó ni un segundo en revisar y empezar a leerlo.

—“De la DDLM: La presencia de Selena García Forero es requerida de vuelta en Tlaneyanco. La razón de esto se debe a las festividades por mandato de la reina Teresa Bárbara, siendo que la participación de Selena García Forero es crucial para el ritual de clausura del Mixtonatiuhteoilhuitl.” —leyó Rosa con rapidez— ¿Qué?

—Pensé que no me invitarían, mucho menos para el ritual final —contestó Selena un poco sorprendida— Si no me equivoco, falta un día para el comienzo.

Se oyeron pasos rápidos desde las escalaras que llevan al balcón, se trataba de Raquel.

—¡¿La ceremonia de mandato de Teresa?! Oh por Tonatiuhpipiyoli, ¡Ya es este año! —la emoción desborda de Raquel— La comida, la música, los rituales… Las bebidas, se me hace agua la boca con solo pensarlo, vamos, empezaré a guardar nuestras cosas para irnos lo más pronto posible.

Selena y Rosa miraban con cierta confusión a Raquel.

—Mmm, Raquel, no es por querer arruinarte la noche, pero… —Rosa mencionó con cierto tono de duda—. Creo que solo Selena va ir.

—¿Qué? —la expresión de Raquel cambió de un momento a otro— No, no me digas eso Rosita de mi corazón. Va ser la primera ceremonia de Mixtonatiuhtéotl en casi dos milenios, la última fue tan legendaria que es un evento histórico importante.

Raquel tomó de los brazos a Rosa.

—Por favor, lee bien el mensaje, debemos ir todas, yo lo sé —decía con un tono de esperanza y desesperación —, soy tlaneyancana por sangre y derecho, no me pueden negar esto.

Mientras Rosa y Raquel hablaban, Selena se encontraba algo perdida en sus pensamientos; tras algunos minutos, la líder del equipo habló.

—Ya lo he meditado y sí, alguien va acompañarme —antes de que Raquel tuviera esperanzas, Selena miró a Rosa—, prepáranos para regresar, Rosa, es la mejor y más rápida manera de regresar a Tlaneyanco.

Por un momento Raquel intentó reprocharle a Selena, aunque recordó sus lecciones y el puesto donde estaba, solo quedaba aceptar su destino.

—Buena suerte chicas —dijo Raquel desanimada— Rosita, por fis, tráeme una botella de la bebida más exótica, aparatosa y caótica que veas. O apártamela, lo que sea, necesito siquiera probar algo de la ceremonia.

—Si Selena me lo permite, claro que lo haré —contestó con ánimos.

—Es momento de trasportarnos, Rosa —Selena tomó el hombro de Rosa—. Justo como lo hemos practicado.

—Entendido, y Raquel, no te preocupes por esto, justo lo ensayamos porque es indetectable para cualquier aparato —dijo Rosa mientras estiraba sus brazos para relajarse.

—También, te he dejado en la mesa varios documentos para analizarlos, las instrucciones se encuentran ahí —mencionó Selena mientras abría y cerraba sus puños.

Rosa puso su mano derecha sobre la mano de Selena que se encontraba en su hombro, a su vez, Selena dibujaba con su dedo un patrón en la espalda de su compañera, liberando dos auras: una verde y otra naranja. Ambas silbaban una tonada armónica, al terminar de silbar desaparecieron del lugar.


El Viaje de la Creyente


El par de mujeres se había teletransportado con éxito a la entrada más próxima de Tlaneyanco, ya que era imposible llegar a algún punto de la ciudad por cualquier tipo de medio anómalo. Ambas esperaron la señal de sus compañeros de la DDLM dentro de la ciudad para entrar, por suerte, no esperaron mucho y se adentraron en un pasadizo, el cual su entrada desapareció al instante tras ingresar. Pasaron a un lugar similar a una caverna, con diferentes flamas surgiendo del suelo y las paredes, un pequeño camino anaranjado se encontraba pintado en el suelo.

—Olvidaba lo difícil y tedioso que es el reingreso —dijo Rosa algo enojada—, aunque me hace sentir mucho más segura ya estar aquí.

—Tampoco olvides que este recorrido tiene ciertas características para desorientar diferentes tipos de entidades —mencionó Selena mientras caminaba con un paso moderado, agarrando firmemente de la mano a Rosa— por eso no debes soltarme.

—Prometo no hacerlo —respondió nerviosa.

—Aun falta un tiempo para llegar, ¿quieres seguir con la plática de las estrellas para mejorar el ambiente? —dijo Selena al ver el rostro preocupado de Rosa.

—Yo… —miro a Selena mientras ambas caminaban— Quisiera saber la formación de alguien como usted. La… La he visto en el campo, como líder, como guerrera, como sacerdotisa, incluso como una amiga —la voz de Rosa comenzaba a volver a la normalidad—, es como estar al frente de una leyenda, similar a las contadas en los diferentes templos o incluso más grandiosa.

—Me estás dando mucho crédito —contestó Selena mientras sentía como Rosa apretaba con más fuerza su mano.

—Y yo, incluso a veces siento que no tengo la fe necesaria para seguir el camino de Tonatiuhcóatl —guardó silencio por unos segundos— ¿De dónde nació su fe?

—No es una historia que le cuente a muchos, viene desde mis primeros años antes de… —dijo en tono bajo— Escapar de la región donde nací…

El camino en la caverna iba ser largo, pero gracias a la pregunta de Rosa, para ambas se pasaría más rápido, Selena estaba a punto de revivir sus primeros años en forma de narración a su compañera, en tiempos cuando Selena se aventuraba al mundo de Tlapoyatenco, con todas sus maravillas y desgracias.


¿Quién era Selena en sus primeros años bajo la luz de Tlapoyatenco?

Desde su niñez, Selena fue cuidada por un sacerdote llamado Itzmin, habitaba en viviendas cercanas al templo de Mixtonatiuhtéotl, donde diferentes niños huérfanos o sin hogar vivían y se preparaban para la vida adulta. Así, para Selena, sus primeros días no serían amargos al tener una figura como Itzmin a cargo de ella, quien a su vez la trataba como su verdadera hija. Ella pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo códices y jugando con unas criaturas envueltas en mitos e intrigas, se trataba de unos reptiles con cierta similitud a los monstruos de Gila, de un mayor tamaño llegando a medir hasta dos metros de largo, sus garras tienen una apariencia de obsidiana, de piel rugosa con marcas irregulares verdes brillantes o azules, aunque en algunos casos se pueden observar figuras similares a algunas partes del cuerpo del Dragón Mixtonatiuhtéotl.

En aquel día de 1983, estaba de nuevo en el pequeño hábitat de estos seres, un jardín resplandeciente de vida, con hermosas y enormes flores brotando del suelo, desde las cuales brotaban flamas como si se trataran de hogueras, las cuales se apagaban al amanecer. Diferentes formas irregulares de hongos, en algunos casos en formas esféricas, iluminando durante la noche, mientras en el día se tornaban de un color esmeralda y estaban esparcidas cerca de algunos monumentos desgastados hechos de piedra en frente del imponente templo principal. Esta zona era conocida como Xochicaltetlan.

—Oh vamos, sé que puedes entenderme —mencionaba la niña con alegría mientras miraba de frente a uno de los reptiles— ¿No es así?

Una Selena de 14 años, quien vestía una falda larga blanca con un bordado negro al final, una camisa blanca y unos huaraches, estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas, encima tenía algunos códices con información referente a estos reptiles. Ya con una edad de 11 años, se había interesado por el camino de la religión referente a Mixtonatiuhtéotl, quedando asombrada por todos los rituales, ceremonias y saberes relacionados con dicho Dragón. En alguna parte había leído que si realmente quería ser una sacerdotisa de este dios, debía poder comunicarse con dichos reptiles, según los códices, eran una especie de avatar para el Dragón. Y mientras se encontraba inmersa en su tarea, un pequeño grupo de niños se acercó a Selena.

—Eso es, sigue perdiendo el tiempo en tus fantasías, ¿o ya te hablaron? —mencionó un niño con a manera de burla.

Selena estaba ya acostumbrada de este trato hacia su persona, siendo excluida de diferentes actividades desde los niños hasta personas adultas con las que tenía que interactuar día con día.

—Bueno, al menos ya aprendí a leer e interpretar los códices mucho antes que tú —contestó con firmeza.

—Solo porque Itzmin te enseñó personalmente, solo por lastima a alguien cómo tú, de pielecita clara —mencionó con algo de enojo, tomó un poco de tierra del suelo y se la arrojó a Selena en los ojos, tras esto, los niños corrieron fuera del lugar.

No era la primera vez en sufrir este tipo de maltrato por sus compañeros, por ello no solía juntarse en algún grupo. En sus últimos años, aprendió a lanzar pequeñas chispas de tlanextlitetl, que si bien no causaban ningún daño, era suficiente para espantar a sus atacantes. Pero en esta ocasión, se limitó a limpiarse los ojos mientras pensaba en los últimos códices que había leído, teniendo que ver sobre el autocontrol.

—Solo recuerda que bajo la luz de mi Sol —recitó en voz baja y dio un respiro profundo—, no debo dejar que mi llama me consuma a mí misma por las acciones de quienes atentan contra mí.

Para cuando terminó de limpiarse, la mayoría de los lagartos se había marchado a otra parte del jardín, menos uno, quien miraba fijamente a Selena. Sabiendo lo que esto significaba, repasó sus códices y recordó lo que debía hacer, estaba casi segura, había logrado interesarle a uno de estos seres. De inmediato, se puso de pie para tomar un pétalo carmesí de las enormes flores, procedió a ponerlo en el suelo frente al animal, tomó un poco de tierra con la cual dibujo un símbolo que representaba las tres cabezas de Mixtonatiuhtéotl.

—Del insecto surge el final —dijo mientras seguía trazando el símbolo—, del ave nace el ser y del reptil se corona la vida —Selena se puso de rodillas y agachó su cabeza— ¿Aceptas mi visión, emisario del último Dragón? ¿Soy digna de tu tiempo, Acaltetepon?

El reptil se acercó al pétalo, y con el símbolo terminado, pasando su larga y negra lengua bífida por encima. Las emociones dentro de Selena se arremolinaban como nunca antes, curiosidad por una respuesta intrincada, miedo a fracasar en otro intento, aunque ante todo, felicidad por progresar en este día. El juicio estaba hecho, el veredicto se presentó en forma de una exhalada llama verde proveniente del enigmático ser, después de esto, siguió el camino de sus congéneres; a Selena solo le quedaba interpretar el resultado… Una gran sonrisa confirmó su primera victoria.

Tomó todas sus pertenencias del jardín y regresó a su hogar, una pequeña vivienda rudimentaria hecha de piedra, donde la esperaba Itzmin, quien estaba preparando la comida: un par de grandes insectos similares a los grillos, acompañado con dos pequeños elotes y agua azucarada. Selena guardó los códices en una sala similar a una biblioteca, para después ayudarle a Itzmin en la cocina, limpiando dos hojas gruesas, sirviendo como platos; sacó una gran manta y la puso en el suelo, en el centro de la manta, ella trazó un círculo y con sus chispas logró encender un pequeño fuego verde-azulado.

—¿Ya viste? —mencionó Selena emocionada mientras veía la pequeña flama— ¡Ya puedo prender el fuego de agradecimiento!

Itzmin volteó a ver a la niña, quien seguía maravillada.

—Ciertamente has avanzado en este año, ¿realmente quieres seguir con ese camino, verdad? —contestó Itzmin.

—No lo he dudado, de hecho, tengo que contarte algo que ocurrió hoy —Selena se paró y siguió ayudando a preparar la comida.

Tras terminar de poner los vasos y platos, ambos se sentaron en el suelo encima de la manta, recitaron algunas oraciones y apagaron el fuego. Mientras comían, Selena le contó con lujo de detalle su experiencia en el mítico jardín, excepto por la parte cuando fue molestada por otros niños. A su vez, Itzmin reconocía la determinación de Selena y le preguntó:

—¿De verdad quieres ser la sacerdotisa de Mixtonatiuhtéotl? No es necesario para seguir en el recinto y podrías dedicarte a otra tarea —Itzmin trataba de persuadirla.

—¡Claro que sí quiero ser sacerdotisa! —contestó Selena de inmediato— He leído tanto para dejarlo ahí, ¿no?

—Con solo leer no será suficiente, menos con los tipos de rituales a los que te quieres someter.

Itzmin recordó el pasado de aquellos quienes antes habían intentado serlo, su fe no le podía negar la oportunidad a Selena, pero su apego se interponía con una fuerza incomparable.

—Sé que con solo eso no será suficiente —miró al suelo—, pero nuestro pueblo lo necesita, se encuentra en una dualidad rota… Yo, podría ser su guía.

A pesar de aún estar en una edad temprana de su vida, Selena conocía las condiciones deplorables de Tlapoyatenco, experimentándolas de primera mano o escuchando conversaciones de sus compañeros. En su cara se reflejaba el peso de todo estrés, sintiéndose impotente, tratando de buscar alguna salida no solo para ella, sino para quienes la rodean; desde su punto de vista, a pocos ya les importaba las enseñanzas de su religión, aunque en realidad, los problemas eran mucho más profundos de lo que su pequeña mente podía imaginar. Incluso así, no podía quedarse y actuar como todos los demás.

—Entonces —Selena se levantó—, guíame, por favor.

El pensamiento de ser sacerdotisa hervía día tras día dentro de la vida de Selena, no era una obligación puesta por nadie, ni por el destino, sino por el conocimiento adquirido sobre lo que significaba serlo. Una idea implantada por ella misma, esparciéndose por todo su ser, consumiendo cada una de sus dudas; sus acciones solo solidificaron su camino. Por su lado, Itzmin dudaba de la niña, pensó que quizás con el tiempo su idea se iría desapareciendo con el tiempo, aunque ocurrió todo lo contrario, con cada lección, sus horas de práctica aumentaban, tras cada fallo, su comprensión alcanzaba nuevos límites.

Así pasó durante dos años enteros de entrenamiento intensivo, hasta llegar a un momento único en la vida de cualquier creyente de Mixtonatiuhtéotl, entregándose de forma total. Faltaba un día para que las puertas del templo principal se abrieran el primer día del solsticio de invierno, coincidentemente, en este día había nacido Selena, ahora teniendo 16 años. Itzmin se presentó en la habitación de Selena.

—Apenas es el amanecer, ¿sucede algo? —Selena quitaba su única sabana y abría la mirada.

—Posiblemente, creo —Itzmin estaba dudando en si continuar la conversación.

—Si es otra invitación para unirme al grupo de costura para mujeres y dedicarme a eso, ya sabes cuál es mi respuesta —contestó Selena enojada.

—No es sobre eso, ya me rendí en que cambiaras de idea. Es sobre tus padres, pienso que es momento de hablarte sobre ellos —su expresión era seria, sin mirar de frente a Selena.

—¿Qué? —dijo confundida y titubeando— Pensé que solo me encontraste y ya —contestó muy desconcertada.

—No quería mencionártelo hasta ahora, ya que has comprendido bien otros temas importantes. Y con la decisión que vas a tomar mañana…

Selena interrumpió a Itzmin.

—Mañana no será mi último día en este mundo —dijo con firmeza— No te preocupes por ello… Pero entiendo que no quieras guardarte eso si… Es que algo sale mal.

—Me alegra que lo entiendas —una sonrisa se dibujó en su rostro, para después desaparecer—, volviendo al tema, tu padre fue quien te dio el nombre de Selena y sus dos apelli…

—¿Por qué me dejaron? —Selena trataba de mantener la calma de su voz, pero la tristeza comenzaba a manifestarse mientras agarraba con fuerzas sus sabanas— ¿De nuevo por —vio sus brazos— solo ser una mezcla?

—No, por supuesto que no. Ambos de verdad te amaban, pero a su vez —Itzmin recordó el primer y único encuentro con los padres de Selena—, no podían cuidarte y…

—No —Selena se levantó—, no necesito saber más —se dirigía a la salida de su cuarto, pero Itzmin la detuvo al agarrarla del hombro.

—Selena, no te dejaron al azar, ni te abandonaron —Itzmin soltó a Selena, quien no siguió adelante—. Me encargaron cuidarte y protegerte, puedo asegurarte que en sus palabras no había ninguna pizca de mentira.

Ella quería dejar de pensar en ello, por primera vez, su mente estaba nublada de pensamientos extraños, arremetiendo con un peso inimaginable. Trató de recordar sus enseñanzas para no desmoronarse en sus propios sentimientos; volvió a su cama, pasando toda la mañana y parte de la tarde platicando sobre el asunto con Itzmin; le contó que era la hija de una madre desempleada y un padre de origen español exiliado a Tlapoyatenco por difundir ideas contra el gobierno de la reina Ana Bárbara; ambos en el precipicio de sus vidas, pero preocupados por el futuro de su hija. Claramente no tendría ninguna oportunidad de tener una vida digna al nacer esas condiciones, decidiendo darla en adopción tan pronto como su madre la dio a luz en un 20 de diciembre de 1969, siendo llevada a Itzmin.

A lo largo del relato, la muchacha derramó alguna que otra lagrima al principio, sintiéndose abandonada; aunque mientras avanzaba la conversación, apreciaba la dedicación de Itzmin al tratarla como su propia hija; a pesar de todo, seguía sintiendo un poco perdida, buscando cobijo en sus creencias.

—Gracias —Selena abrazó con fuerza a Itzmin—. Por cuidarme, por tu sinceridad. Te juro, que mañana todo saldrá bien.

—Eso espero, has sido una gran persona hasta hora —dijo con cariño— ¿Te parece si vamos al tianguis juntos para tus preparativos?

—Claro, solo… —Selena se separó de Itzmin— Déjame meditar una media hora, iré a Xochicaltetlan.

—Me parece perfecto, ¿quieres que te acompañe? —Itzmin extendió su mano.

—Está vez no —contestó mientras se levantaba de nuevo de su cama—. Aprecio el gesto de todas formas.

Selena se aseó, salió a su pequeño jardín con unas cuantas plantas suculentas roseta, donde normalmente era su espacio para leer o rendir culto a su deidad. En específico, había una de estas rosetas la cual había cuidado desde que tiene memoria, le había marcado dos círculos pintándola, y en la sección entre estos pintaba una figura cada año, representando con diferentes figuras como se veía a si misma en comparación al año anterior. Se sentó a ver su progreso por unos minutos antes de poner a dibujar de nuevo, hasta el momento había agregado objetos o animales como Acaltetepon a su lado, está vez decidió dibujar tres pequeños soles con tres tonalidades de verde y azul cada uno, los cuales estaban por encima de la representación de Selena. Tras terminar, tomó una bolsa y guardo algunas frutas antes de salir de su casa para ir a Xochicaltetlan, con la idea de ver a su compañero reptil.

—El día por fin se acerca preciado amigo —Selena se sentó con las piernas cruzadas delate de él—, y por alguna razón, se me ha revelado algo capaz de perturbarme. Y si de verdad no te molestara, quisiera pedir tu guía una vez más.

Selena hizo algunos ademanes en el aire dejando una pequeña estela esmeralda, siendo esta la manera de pedirle un favor su acompañante, quien en respuesta exhaló una serie de vapores con tonalidades variantes del azul y verde, tocándole a ella interpretar el mensaje. Para su buena suerte, había aceptado, con la condición de prepararle una comida antes. Ella ya conocía los gustos del animal, así puso manos a la obra para cocinar, sacando varias mazorcas, algunos chayotes, aguacate, agua y algunos trozos de carne sin coser; vació un poco de agua en un plato hondo de cerámica, junto con la carne, trozos de aguacate y chayote. Con un cuchillo cortó los dientes de las mazorcas vaciándolas en el plato, después con una cuchara mezcló el platillo, para finalizar, lo puso entre sus dos manos lo calentó en un abrir y cerrar de ojos, para al final dárselo a Acaltetepon.

Mientras el reptil comía, Selena se preparaba para comunicarle sus sentimientos, pintándose un glifo azul en su frente y otro verde en su mano derecha; luego puso esa mano en su frente, meditando durante algunos minutos, en los cuales el glifo de su frente desaparecía y el otro se complementaba. Acaltetepon terminó de comer y produjo un ruido para llamar la atención de Selena, quien se acercó y puso su mano encima de la cabeza del animal. Ambos entraron en un estado de trance, sin necesidad de las palabras, ella le transmitió todas sus emociones y conversando de manera más fluida por este medio. Para mantenerse así, debía estar calmada en todo momento, lo que le ayudo a expresar mejor sus ideas, normalmente está actividad solo duraba algunos minutos, pero en esta ocasión duró un par de horas, aparte de tratar el tema de los padres de Selena, hablaron sobre el día de mañana, el primer paso significativo para ser una sacerdotisa.

Ella le contó como con el pasar de los años cada vez se sentía más identificada con esta tarea, no era una simple creencia motivada por los pensamientos, todas las actividades relacionadas, si bien peligrosas, valían totalmente el riesgo. Sin embargo, en el centro de todo esto se encontraba la razón de porqué siquiera elegir este camino, siendo una distracción de las demás actividades que le rodeaban, o quizás la única oportunidad de sobresalir en Tlapoyatenco, ya que en las enseñanzas de Mixtonatiuhtéotl se repudiaba ser conformista o mediocre, siendo estos síntomas de una persona carcomida y endeble. A veces tomarse tan literal estas enseñanzas lastimaba de varias maneras a Selena, sin saber cómo o cuando detenerse. Acaltetepon le remarcó esto, pero ella no le dio demasiadas vueltas. Al final, Selena retiró lentamente su mano de la frente del ser, mucho más tranquila y segura para el futuro cercano.

—Una vez más, no hay acción mía para pagarte por esto, Acaltetepon —Selena se preparaba para pararse, estirando sus brazos.

Antes de ponerse de pie, Acaltetepon se acercó a Selena, abriendo su boca en la cual había una pequeñita esfera verde. Por unos momentos, ella estaba confundida desconociendo la razón de esto, tras hacer un poco de memoria, recordó que este era un símbolo para aprobar la primera parte del ritual como sacerdotisa, siendo una parte importante de un ritual único y especial.

—¡Oh! Es verdad, con todo lo que tratamos hoy, casi olvidaba esto —Selena tomó la piedra y la guardó en su bolsa—. Nos vemos mañana temprano.

Así, Selena dejó el lugar y alcanzó a Itzmin en un mercado, para comprar las diferentes telas con las que harían su vestimenta ritualista, así como algunos objetos y ciertos metales preciosos. En el trayecto, le contó a Itzmin lo ocurrido con Acaltetepon, él se alegró por Selena al haber podido conseguir la ayuda del reptil para tratar con lo platicado en la mañana. De vuelta en su casa, ambos tuvieron una última conversación mientras Selena confeccionaba sus prendas, en donde Itzmin le contó que hasta ahora nadie había conseguido la piedra esmeralda para realizar dicho ritual, y estaba preocupado porque está variación había sido descrita como demasiado extremista, Selena le contó que ya lo sabía, y no debía preocuparse por ello, jurando que ambos se verían de nuevo en la siguiente noche.

Salió el primer rato de luz en Tlapoyatenco y Selena ya se encontraba dispuesta a entrar al templo con un peinado de trenza cascada adornado con unas cuantas plumas de águila real, su atuendo consistente de una falda corta y camisa dejando descubierto su vientre y espalda, adornados en los bordes a mano por ella misma con diferentes patrones simétricos de líneas, en el estómago se pintó uno de los símbolos solares de color azul. En sus dos brazos, se pintó los cuellos de las dos cabezas laterales del Dragón, terminando sus cabezas en sus palmas; mientras el cuello faltante estaba enroscado en su espalda, subiendo hasta la parte trasera del cuello de la mujer donde se encontraba su cabeza. Consigo llevaba una bolsa con diferentes artefactos y materiales para realizar el complicado ritual: tres recipientes de porcelana, un pequeño trozo de oro sin moldear, diferentes plantas y flores, una pluma de quetzal, un técpatl2, y la piedra obsequiada por Acaltetepon.

Su recorrido comenzó desde aquel jardín que visitaba en su niñez, caminaba tranquila pasando por las flores, quienes eran capaces de reconocer el motivo de su llegada, teniendo estructuras similares a pequeñas flautas formadas en el centro de flor junto con los pistilos y estambres, produciendo varias tonadas en forma de silbidos se podían escuchar con claridad. Varios reptiles se acercaban a aquella quien estaba a punto de entregarse al fuego esmeralda de un dios caótico del Sol, el primero en llegar con Selena fue Acaltetepon, poniéndose a su lado y siguiéndola hasta la entrada del templo, con este gesto, los demás reptiles dejaron el lugar; Selena volteó a ver a su amigo y con gesto de manos le agradeció.

La melodía floral se volvía más intensa con el avanzar de la mujer, exhalando repentinamente llamas enormes; a pesar de ser de día, los hongos estaban iluminados, variando los colores de sus luces al ritmo de las flores. Al llegar justo a la entrada principal del templo, observó las dos estatuas malgastadas, percatándose de que ahora estaban completas, como si recién hubieran sido levantadas y adornadas. Después, el silencio invadió el ambiente, solo faltaba un paso para adentrarse en el lugar; se despidió de Acaltetepon y decidió entrar.

A la primera pisada, un camino hecho del fuego verde se presentó en el suelo, indicando a cuál sala debía ir. Cada movimiento la acercaba más a su prueba, sintiéndose como acercarse al mismísimo Sol. Selena miraba las paredes del pasillo, asombrándose por los detalles de una posible historia grabada en los mismos, por desgracia, no se podía permitir el tiempo para leerlos. Conforme el calor aumentaba, su mente traía a la vida diferentes recuerdos relacionados con este preciso momento, desde sus primeras lecturas, pasando por diferentes quemaduras al apenas saber controlar un minúsculo aspecto de la flama divina a la cual se había entregado hasta las conversaciones con Itzmin.

Volteó a ver a las llamas y de un momento a otro parecían tomar siluetas de personas, mencionando su nombre en un tono neutral, luego tomaron la forma de los cuellos del Dragón, casi llegando a formar su cuerpo entero. Antes de eso, Selena llegó a su destino, una pequeña sala con códice circular en el suelo, para su sorpresa, era incapaz de comprender algunas partes, otra muestra de lo lejos que se encontraba de ser la verdadera sacerdotisa. Miró las otras tres paredes y observó diferentes representaciones de Mixtonatiuhtéotl, cada una resaltando ciertos aspectos relacionados con la entidad divina.

El momento de admirar se había terminado para Selena, se sentó en suelo y en ese instante, una pared apareció donde se encontraba la entrada de la sala. Si Selena se arrepentía, ya era tarde para regresar, por suerte, ya no quedaban rastros de duda en su ser. Primero, sacó los tres recipientes de porcelana, en el primero puso un poco de agua, agarró el técpatl para hacerse una pequeña cortadura en el dedo índice de su mano izquierda, dejando caer algunas gotas de sangre en el agua, tomó una de las flores amarillas, la encerró en su puño izquierdo acercándola a su boca y recitó algunas palabras, como resultado, tenía un pigmento amarillo, dejándolo caer en la mezcla, así obteniendo una sustancia para escribir o dibujar; dejó el recipiente al lado suyo.

En el segundo la pieza de oro, de su dedo índice dejó caer una pequeña pizca de ometlanex3, derritiendo al instante ese metal, agarró la pluma de quetzal y sumergió la punta en el primer recipiente, ya con la punta empapada, dibujó dos brazaletes en el dorso de su mano derecha, poniéndola arriba del segundo recipiente por unos segundos, al retirarla, la pieza de oro derretida se había convertido en los dos brazaletes, los cuales se puso en ambas manos.

En el tercer recipiente puso las diferentes plantas y flores restantes, vació el contenido del primer recipiente, comenzó a silbar la melodía que había escuchado en el jardín, tomó de nuevo el técpatl y procedió a hacer pequeñas cortadas en su estómago, siguiendo el símbolo solar. El recipiente comenzaba a expedir un poco de vapor, al percatarse de esto, Selena le agregó la piedra de Acaltetepon, causando una reacción violenta e incendiando todo el contenido del mismo, apareciendo una sustancia esmeralda viscosa, expandiéndose por todo el códice del suelo. La piedra ahora estaba flotando en frente de Selena, rodeada por una flama verde esférica, dejó de silbar y se puso de rodillas con los brazos alzados.

La piedra cada vez flotaba más alto y la flama se hacía más grande, empezando a consumir la piedra hasta desaparecer. De la esfera surgieron las 3 cabezas de Mixtonatiuhtéotl, con su vista puesta en Selena, la primera de cabeza insectoide solo estuvo presente por unos segundos para después desaparecer, la segunda cabeza con aspecto de reptil se acercó a su rostro, exhaló y después se retiró. La tercera, con aspecto de un similar a un águila, pasó más tiempo observándola desde lejos, acercándose lentamente desde el suelo, envolviéndola con su cuello desde el estómago, levantándola y atrapando sus piernas con su cola.

Mientras su mente se mantenía calmada y sus pensamientos fluían como un cause tranquilo, su cuerpo experimentaba la inmensa divinidad radiante, comenzaba a sentir como traspasaba su suave piel, viajando por su sangre, transmitiéndose a todo su cuerpo, emergiendo una tenue aura, en principio azulada, que la envolvería por completo, la tonalidad de la misma iba acercándose cada vez más al verde, con ello, la cabeza del Dragón suministrada más de su energía a la mujer; el panorama era claro, de un momento a otro, Selena fue engullida por las flamas, sintiendo como cada parte de su ser era carbonizada. En un escenario tan extremo, era de esperarse algún signo de dolor o intento de liberarse para salvar su vida, sin embargo, ella solo dispuso a cerrar sus ojos y dormir mientras era consumida en el resplandor de Mixtonatiuhtéotl.

Sintió su alma ser jalada a través del espacio, despegándose de sus preocupaciones, deteniendo el tiempo en esos meros instantes, presenciando el amanecer caótico procedente de una reminiscencia del astro rey. Ahora se encontraba acostada boca abajo, sintiendo como la arena rojiza rosaba su piel, tardó un poco en despabilarse para ser deslumbrada por el paisaje donde se encontraba, no sin antes primero ver sus dos muñecas, viendo como sus brazaletes de oro se habían derretido en el suelo de este extraño desierto rojo, naciendo del metal precioso dos aves similares al correcaminos, ambas alejándose de Selena a toda prisa.

Las aves corrían cada vez más rápido en el árido lugar, resaltando por gigantesca dunas, que cuando eran azotadas por una ventisca cálida perdían su estabilidad, deformándose para obedecer este viento y creando ríos de arena, los cuales se alzaban hasta un cielo prásino, formando nubes arqueadas y arremolinadas. Aunque este desierto no se extendía hasta el horizonte, limitado por una cadena montañosa, terminando de manera abrupta con un ambiente similar a una selva por la intensa vegetación, aunque igual se podían ver grandes estructuras fúngicas sobresaliendo por sus intensos colores. También no muy lejos podía ver un río con una poderosa corriente en pleno desierto, aunque sus tonalidades fluctuaban con el pasar del tiempo, cambiando entre verdes, blanco y negro. Antes de fijarse en otros detalles, escuchó una voz masculina detrás de ella.

—¿Al fin alguien se digna a bañarse en la radiante y cruel flama de Mixtonatiuhtéotl? —dijo con un tono de energético y potente.

Selena volteó para ver a este hombre, de complexión musculosa y tez morena, con su vestimenta inferior únicamente consistente de un maxtlatl4 y calzado de huaraches adornados con pequeñas minerales azules; mientras en la parte superior tenía un tilmahtli5 están dirigida hacia atrás cubriendo su espalda llegando hasta sus tobillos, siendo un tipo de capa anudada debajo del cuello, adornada con diferentes trazos lineales rodeando las figuras de los cuatro dragones divinos de Tlaneyanco; portaba un ichcahuipilli6 adornado con escamas esmeraldas; y en su cabeza traía puesto un cuatepoztli7 con el diseño de la cabeza reptil de Mixtonatiuhtéotl. Luego ella procedió a dar un pequeño baile, marcando con los dedos de sus pies en la arena diferentes curvas, el cual había aprendido de uno de los códices más antiguos en su posesión, siendo una danza perteneciente a los encaminados de Mixtonatiuhtéotl.

—Mi nombre es Selena y he sido traída a este lugar por la voluntad de la deidad solar envuelta en destellos esmeraldas —hizo un último movimiento con sus pies atravesando todas las curvas—, ¿con quién tengo el gusto de guiarme en estas tierras? Me he de disculpar por mi ignorancia, ya que la información sobre todo esto es escaza.

Con un solo movimientos de sus fornidas piernas, el hombre logró crear una línea atravesando las hechas por Selena, invirtiendo sus direcciones, señal de aceptación y una manera de regresar el gesto.

—Durante mi tiempo en vida me conocieron como Tenampi, último guerrero de la Trinidad —contestó mientras en su mano se materializó una tepoztopilli de tonalidades rojas, con punta rubí—, y dime, Selena, te ves demasiada tranquila para alguien que acaba aparecer en un ambiente tan caótico, ¿sabes bien qué es este lugar?

Por unos segundos Selena se mantuvo en silencio debido a la sorpresa de encontrarse con Tenampi, ya que para la mayoría de los tlaneyancanos era menos que un mito, tras volver en si misma, respondió.

—Sí, es uno de los bastos dominios de Mixtonatiuhtéotl, aun así me he sorprendido al encontrar alguien ya muerto hace tanto tiempo, ya que…

—¿Para nosotros no existe una vida después de la muerte? Eso es verdad, solo he sido una excepción debido a caprichos del caótico dios Dragón —le apuntó con su lanza—, seguir con este camino implica una devoción tanto en vida como en muerte, Selena, hasta el brillo de la última luz.

—Eso no me detendrá de servir como es debido —se puso de rodillas, alzando sus manos debajo de la punta de la lanza—, por ello pido que mis marcas terrenales sean selladas con las espirituales.

Sin nadamás que decir, Tenampi hizo un corte no muy profundo en las palmas de Selena, escuchándose los cantos de un ave desde ellos, ella cerró sus puños al dejar de oírlos, sintiendo como las heridas se cerraban con rapidez. Se puso de pie, limpiando la arena de sus piernas al sacudirlas.

—Aun con todo lo que has pasado, falta un paso que tendrás que dar por tu propia cuenta de regreso, uno relacionado con el final y la pena —Tenampi se dio la vuelta—. Pero podemos hablar de eso mientras caminamos, antes del descenso del mar.

—Sí, ese paso lo daré cuando sea oportuno —Selena se puso detrás de él y le siguió el paso.

Ambos caminaban entre la arena y algunas piedras, aunque no parecía que avanzaran. De un momento a otro, los ríos desbordaron sus límites, inundando toda la zona desértica, llegándole el agua a los pies y subiendo a un ritmo increíblemente rápido; mientras los torbellinos de arena se hacían cada vez más grandes.

—Será mejor que hagas algo pronto, no quisieras nadar en estas aguas —Tenampi se sentó mientras metía sus manos en el agua, sacando hilos desde la misma.

Selena aún no había practicado extensivamente la manifestación de objetos mediante el uso del ometlanex, sin embargo, tenía una idea de movimientos básicos, recitando algunas oraciones en voz alta para después soplar con un aliento verde al agua, tomando la forma de un bote rudimentario y solidificarse, dándoles a ambos la oportunidad de surcar este mar naciente. Tras esto Selena cayó de espaldas en el bote, estando sumamente agotada, mientras Tenampi soltó una pequeña carcajada.

—De verdad has dado toda tu vida para esto, ¿no? —dijo Tenampi con alegría mientras aun estaba sentado, aunque ahora miraba a Selena.

—Si no fuera así —respondió con dificultad, ya que aún estaba recuperando el aliento—, ni siquiera me hubiera molestado en llegar aquí.

—Eso podría llegar a ser contraproducente, uno de los mayores peligros para nosotros es la devoción ciega. Oh, y no te preocupes por otro cambio repentino en la zona, estas aguas son muy tranquilas y duraderas… Dentro de lo que cabe.

Al decir esto, cientos de peces saltaron de la superficie marina para dirigirse a los torbellinos de arena que aún estaban presentes, pareciendo ser pequeños tifones. Selena dio varias respiraciones profundas y se sentó en el bote, mirando de frente a Tenampi, quien había capturado uno de los peces, cocinándolo al instante por medio de su arma y se lo comió.

—Mi devoción no es ciega —dijo con un poco de duda—, y aunque lo fuera, ¿no sería lo ideal? ¿por qué debería dudar?

—Porque —aún estaba masticando algunas partes del pez—, los conocimientos y doctrinas de Mixtonatiuhtéotl no son absolutas… ¡Ajá! —atrapó otro pez, cociéndolo y se lo dio a Selena— ¿Quieres? Voy a estar un rato hablando y puedes aprovechar para comer.

—Está bien —dijo sonriendo y tomando el pescado—, muchas gracias.

Tenampi le dio el último mordisco a su comida, comiéndose incluso los huesos.

—Cómo decía, los otros 3 dragones tiene caminos mucho más directos, con pautas establecidas, si bien flexibles, no se comparan a la… —movió sus manos en círculos— Dinámica de Él; es un camino especial forjado más por cada persona individual, y si sigues al pie de la letra los códices escritos, estás siguiendo el camino de quién los escribió. Y por lo visto contigo, estas desesperada.

Selena dejó de comer.

—No… Yo… —dijo preocupada.

—Selena, tengo conocimiento de todo lo ocurrido en Tlapoyatenco, una tierra gobernada por las desgracias —mencionó con un tono serio y cansado—. Hasta ahora no está mal, has hecho casi milagros, me recuerda un poco a mi viejo amigo Kokolimina… Supongo que se debe a que él escribió la mayoría de los códices leídos por ti, o son derivados suyos. ¿No sabes qué hacer para ayudar, verdad?

Selena solo movió su cabeza para expresar su negación, mientras miraba al horizonte.

—Sí, puedes ser una sacerdotisa, y estoy seguro que ese papel lo cumplirás a la perfección. Sin embargo, lo que quieres hacer… Va más allá de tus obligaciones y capacidades.

—¿De verdad vine hasta aquí para nada? —dijo con cierto enojo.

—No, y cálmate, no es un lugar para empezar con un berrinche. Alguien tiene que avisarte de los peligros —Tenampi se acercó a Selena—. Y sí, igual siento rabia al ver a mi gente así, tan retrasada y violenta en contraste a las demás partes de ensueño en Tlaneyanco. Suelta tus palabras con respeto, es el momento oportuno.

—Tienes razón, pero eso no me impide intentarlo mientras siga con mi camino bajo lo que he aprendido sobre Mixtonatiuhtéotl, ¿no es así? —respondió con dificultad.

—Hablas de seguir sin pensar a un ser nacido del caos solar, esa misma corriente de pensamiento fue lo que llevo a Kokolomina a sus acciones radicales. Yo igual tengo el mayor respeto a este Dragón, solo que debes entender lo sencillo que es perder el balance espiritual y emocional de actuar con soberbia o tener pensamientos de grandeza. En fin —Tenampi puso su agarró ambas manos de Selena— veamos las palabras que no eres capaz de expresar, ¿de acuerdo?

Selena asintió con la cabeza; tal como sucedió con Acaltetepon, ambos transmitieron sus ideas, sintiéndolas de manera recíproca, en este caso los tres diferentes colores emanaban de Tenampi, siendo envueltos por el aura esmeralda sobresaliendo de Selena. Incluso cuando estas desaparecieron, siguieron agarrados de las manos por unos instantes, con una expresión de sorpresa por parte de él y una calmada de ella.

—Esa fuerza… Pensé que estabas fanfarroneando como muchos antes que tú en este lugar —Tenampi pasó su mano por su frente para limpiarse el sudor—, lo siento tanto por ti, Selena, si sigues vas a lograr lo imposible… Solo que no como lo planeas.

—Eso es mejor que nada, espero —el rostro de Selena se mantenía sereno.

Tenampi cerró sus ojos y se puso de pie en el bote.

—Quédate sentada —Tenampi agarró su lanza y la clavó en el pecho de Selena antes de que pudiera responder algo.

Ella instintivamente tomó el mango de la lanza con sus dos manos, tratando de quitársela, aunque estaba perdiendo la conciencia, mientras su sangre flotaba desde sus heridas y boca.

—Los tiempos se han alineado para las sombras y luces, tú, envuelta en ellas debes conocerlo —Tenampi enterró más su arma, atravesando su espalda—, alma dual de Tlaneyanco.

Selena sentía un dolor descomunal, a diferencia del presentado en el templo cuando estaba siendo quemada por Mixtonatiuhtéotl. En sus últimos momentos antes de perderse en la oscuridad, pensaba en que era algún tipo de ritual o similar, para su desgracia, no recordaba nada tan directo y brusco. Sintió como su cuerpo dejaba de luchar para seguir con vida, sus manos se resbalaban por la lanza y perdía toda su fuerza, dando su último aliento para…

—¡Una catástrofe! ¡Agh! —Selena puso sus dos manos en su cara, temblando, asustada, rodando en el suelo de arena— No, ¡Tenampi! ¡Qué! —pujaba y le costaba respirar— Tienes que volver conmigo a Tlaneyanco.

Selena puso su mano en donde había sido apuñalada, sin encontrar ninguna herida, y eso no le preocupada en absoluto. Se puso de pie y empezó a correr sin rumbo, con sus manos aún en su cara, gritando diferentes palabras relacionadas con acontecimientos de destrucción. De repente, desde varias partes de su cuerpo tres diferentes tipos de auras verdes la rodearon, relajándola y durmiéndose en ellas. Incluso mientras estaba durmiendo sintió como el agua la engullía, siendo protegida por estas auras, ya cuando fue el momento de volver a estar en tierra tocando el desierto, se despertó, mucho más calmada, analizando lo que había pasado; a pesar de todo, no volvió ver a Tenampi.

—El final —dijo mientras estaba sentada viendo a un par de aves correr por el desierto—. Son tiempos muy… Complicados… Mixtonatiuhtéotl, me has dado una carga que apenas puedo comprender —vio sus manos, y después se acercó a un pequeño charco para ver su reflejo—. Gra… Gracias por darme… —dio un puñetazo a la charca— Solo gracias…

Una vez más, un aura esmeralda cubrió principalmente su cabeza, acomodando sus ideas para poder procesarlas y volver a sentirse bien. Ya descansada, vio como los remolinos y los ríos desaparecían junto con la selva al horizonte, solo dejando la cadena montañosa. Ahora veía un Sol y nubes formándose, o eso creía, ya que estas nubes cada vez se hacían más y más enormes, tomando la forma de la cabeza aviar de Mixtonatiuhtéotl, al ver esto, Selena puso sus manos al costado, dejando su mirada fija en dicha dirección.


Has pasado tiempo aquí, seleccionada por


mí, mostrando tus verdaderos colores.


Dijo en la mente de Selena.

—Y mi gratitud por eso será eterna —respondió al instante.

Otras nubes tomaron las formas de las otras dos cabezas de la deidad Dragón, siendo la cabeza de en medio la que tenía la apariencia de reptil, la izquierda era la insectoide y la derecha la aviar. Justo cuando se terminó de formar la cabeza de reptil, está engulló el Sol, y se siguieron manifestando las demás partes del cuerpo, con sus garras apoyándose en las montañas, destruyéndolas en el proceso y desplegando sus enormes alas, cubriendo toda la vista de Selena, quien había perdido sus palabras de la admiración a su deidad, combinado con el miedo del conocimiento recientemente adquirido.


Has visto más allá de la muerte, ya no tienes escapatoria,


ni tampoco esperanza de abandonarnos.

Sonó la voz de la cabeza insectoide, mientras está hacia un chirrido con sus partes bocales.


Sé que dices ciertas oraciones,


pero tus acciones a veces se contradicen.


Y has entendido nuestras preocupaciones,


por el reloj de todos nosotros que se termina.



Ahora se trataba de la cabeza reptil, comunicándose de la misma manera.


Mantente con liderazgo, une caminos rotos,


y dirige sin dudar; ni tampoco con arrogancia.



Soltó un rugido estruendoso.


Te hemos bendecido tanto como hemos podido.


Continuó diciendo la parte aviar.


Te hemos aceptado como una fiel representante de lo que somos.


No hay duda alguna en nuestro juicio, en nuestras decisiones absolutas.


Ahora vuela, de regreso a tus tierras.


Graznó y puso su mirada fija en Selena, para finalizar con una exhalación de ometlanex quemando todo el lugar, incluyendo a Selena.

Y despertó.

Había regresado con éxito a la zona dentro del templo, aún con sus objetos allí, físicamente se sentía mejor que antes, a diferencia del ritual común realizado donde solo se consumía el alma de la persona, en el caso de Selena también se consumió su cuerpo, dándole la posibilidad de manejar el ometlanex con mayor facilidad y sin demasiadas limitaciones, con la debida práctica. Antes de levantarse, sintió como su espalda le ardía, al estar siendo quemada por unos minutos mientras se completaba el tatuaje característico de quienes realizan el ritual, normalmente solo es una pequeña marca, con Selena, apareció toda la cabeza y cuello de la parte aviar de Mixtonatiuhtéotl.


La Corredora de Tonatiuman


Volvemos a la actualidad, Selena no solo había tomado la mano de Rosa para que no se perdiera, sino Rosa experimentó la mayor parte de estos recuerdos como si la hubiera acompañado, aunque debido a esto, no recordaba nada del trayecto transcurrido dentro de la cueva. Habían avanzado tanto, que ahora no parecían estar en una formación geológica natural, sino más parecido a un corredor con diferentes estilos pertenecientes a los cuatro templos principales de los dragones de Tlaneyanco. Rosa tardó un poco en estar consciente, saliendo del trance impuesto por Selena.

—Impresionante, ¿cómo… ¡Hey! —dijo Rosa espantada— ¿Dónde estamos?

—Veo que ya pasaste por todo ese pequeño recuerdo —Selena aún tenía su mano agarrada—, tranquila, ¿de acuerdo?

Ambas se detuvieron y Rosa examinaba el lugar, primero pensando que ya estaban dentro de un templo de Tlaneyanco, aunque definitivamente no era parecido a ninguno de los que conocía.

—Quisiera hacerte algunas preguntas antes de responderte, es de suma importancia —mencionó Selena con un tono tranquilizante, acercando más a Rosa hacia ella—, ¿puedes confiar en mí, verdad?

—Sí —respondió con un poco de duda.

—En esta memoria que te compartí, ¿qué partes fueron claras y aún recuerdas claramente? —preguntó sin quitarle la mirada de los ojos a Rosa.

—Fue, demasiado vivido toda la parte del jardín y Acaltetepon, esas escenas fueron… Bonitas —dijo en voz baja—. Pero desde la entrada al templo y lo que ocurre después del ritual, es realmente borroso, y en una parte me sentí muy asustada, ahora ya no, y fue muy poquito.

Selena se le quedo viendo a Rosa, como si buscara algo, tras verificarla, le sonrió y soltó su mano.

—Gracias Rosa, espero que te haya ayudado en tu problema acerca de la fe en nuestros dragones Tonatiuh —Selena estaba a punto de seguir caminando, pero Rosa hizo otra pregunta.

—De nada, Selena… Aún tengo una duda, me contaste alguna vez y aquí igual se menciona que esto solo fue una introducción a ser una sacerdotisa —Rosa puso su mano en su barbilla—, y ahora ya lo eres, ¿Cuándo terminó tu formación como aprendiz y obtuviste ese título?

—Siempre me ha encantado tu curiosidad —respondió de manera vivaz—, y me temó que esa historia será para otra ocasión. Ahora es tu turno de pasar por un evento digno de ser recordado.

—Disculpa, ¿qué? —contestó desconcertada— ¡Espera, espera! No me has dicho dónde estamos.

—Cierto, es que estoy algo emocionada —estiró sus brazos y piernas—, no creerás que te traje solo aquí como método de transporte, ¿verdad?

—No entiendo —Rosa empezó a hiperventilarse.

—Tranquila, Rosa, ya hemos pasado por esto, en nuestra primera misión, no te pongas así —puso una de sus manos en su hombro—. Contrólate.

Rosa respiró más lento y meditó.

—Ya que estás calmada, este lugar entero es casi tan antiguo como el Sol que alumbra Tlaneyanco —Selena se acercó a las paredes, adornadas con pinturas de reinas y personajes importantes del pasado—, cuando era un lugar incluso más pequeño.

—Eso es extraño, en mis investigaciones sobre el Tlanex jamás oí nada sobre ese lugar —Rosa analizaba las paredes y techo de la construcción, notando su alto grado de conservación, viéndose incluso como nueva—, ¿de verdad es tan antigua? Porque no lo parece.

—En parte sí, en parte no. Originalmente se llamaba Tleteocalli Ëyi8, un lugar para que la reina se comunicara con los 3 sacerdotes principales de los demás templos.

Siguió tocando las paredes, hasta señalar una pintura donde se representaban cuatro figuras humanas y detrás de ellos sus dragones solares correspondientes.

—Pero con el tiempo cada entidad representativa se fue separando, decidiendo que un solo templo no era suficiente para adorar a todos los dioses juntos. Y durante uno de los periodos más violentos desde la guerra de Kokolimina, diferentes grupos trataron de destruir el lugar, dejándolo en ruinas.

—Sé un poco de esa parte de la historia, cuando solo existían cuatro demarcaciones y ciertos problemas se hicieron muy evidentes, como el manejo de recursos —Rosa suspiró.

—Más que los recursos, diría yo que cada uno de los representantes quería imponerse sobre el otro. De verdad fue una pena, las pocas reliquias de nuestro pasado antes de vivir aislados se perdieron en su mayoría —Selena señaló la parte inferior de la pared—, solo quedando en esas pinturas.

—No sabía el verdadero impacto de ese conflicto, lo tratan como algo…

—Menor, si de algo seguimos pecando y no somos mejores que el resto del mundo, es la arrogancia de quienes manejan la sociedad. Pilas de secretos, acciones intolerables, podría seguir, pero esa no es la razón de estar aquí —su expresión denotó enojo durante unos segundos—. Los restos de Tleteocalli Ëyi fueron sepultados en una de las diferentes cuevas que servían como entrada y salida de Tlaneyanco, ya que pasaron de convertirse de un símbolo de una unión de trinidad, a uno donde se demostraba que aún nos perseguía la violencia interna.

—Sepultar el pasado —dijo en voz baja—, tiene… Sentido, supongo.

Rosa presentó una mirada perdida y viendo hacia abajo, como si estuviera pasando por algún problema o manteniendo su concentración para saber que decir.

—¿Todo bien? —Selena puso su mano en su barbilla y levantó su mirada para verla—, ¿qué te pasó?

—Recordé cuando… Me deshice de varios proyectos míos por la ira, quemándolos y tirándolos donde nadie pudiera encontrar las cenizas. Sé que no tiene mucho que ver con esto —Rosa trataba de mantener su compostura—, solo es un mal recuerdo. Lo siento.

—Hey, si vamos a continuar con nuestro deber, no te preocupes en expresarte conmigo —Selena le dio un abrazo rápido a Rosa—, ya nos conocemos desde hace algunos años, si bien sigues mis órdenes, realmente eres más que solo una compañera de trabajo.

—Muchas gracias, Selena —se separó de ella—. Ahora sí, ¿qué te falta de explicar?

—Todas las reinas posteriores tenían conocimiento de este lugar, y de hecho, en una de mis pláticas con la reina Ana cuando aún era mi amiga, me dio a conocer su ubicación. Vine a curiosear algunas veces, encontrando partes de esculturas y pedazos de códices —Selena señaló unos estantes al fondo—. Pero a ella no le importaba demasiado, contrario a su hija, Teresa, quien me acompañaba la mayoría de veces, seguramente para presumir su control del ometlanex, siendo capaz de restaurar el lugar, escondiéndolo de su madre.

—Vaya, te llevabas muy bien con ambas, no esperaba eso —Rosa notó las emociones mezcladas de Selena al hablar.

—Bien dicho que lo digas en pasado, me di cuenta que Ana solo me quería como guardaespaldas personal y Teresa con el tiempo se volvió más arrogante. Como sea, antes de que Teresa tomara el cargo de reina, me prometió que este lugar volvería a ser un templo del cual estar orgulloso, bautizándolo “Tleteocalli Nähui”9, erigiéndolo en mi honor, la inauguración sería cuando ella logrará resolver todos los problemas de Tlapoyatenco, jurando todo esto.

—Oh no, creo que siempre ha tenido ese problema Teresa es muy… —Rosa no encontraba la palabra adecuada.

—Sus planes son demasiado grandiosos para su propio bien, aunque también fue mi culpa —comenzó a recordar sus pláticas con en ese tiempo la extraña princesa—, le conté todo lo malo de mi lugar de nacimiento y creía que junto con ella de una vez por todas seríamos capaces de lograr ayudar a mi pueblo, inflando su creciente ego incluso más. Terminamos con los detalles finales, incluso agregamos decoraciones y una estatua de Mixtonatiuhtéotl, solo para abandonarlo cuando su madre se enteró.

—¿Crees que vaya a cumplir su juramento? —dijo esperanzada.

—Pensé que me hablaría cuando su madre muriera, al menos años después… Al parecer le importa más el mundo que tiene por delante en lugar de Tlapoyatenco —contestó desanimada—. Pero no por esto voy a desaprovechar el lugar, ya que es totalmente funcional para todos los rituales referentes de las cuatro deidades Tonatiuh.

—Cierto, nos desviamos un poco el tema, ¿qué tenía que ver conmigo? —antes de seguir hablando, paro de manera brusca—, no lo quise decir de una manera egoísta, si quieres seguir hablando por mí no hay problema.

—He terminado con la parte histórica —Selena manifestó sus dos técpatl—, ahora es tu turno. Sé que piensas sobre ti como alguien con fe menguante, perdida en un mar de ideas conflictivas; te aseguro que ese no es el caso, a su vez —extendió uno de sus brazos en dirección a Rosa— Soy incapaz de darte las respuestas que buscas —regresó su brazo y chocó sus dos técpatl, generando una flama naranja y verde—, a su vez, puedo llevarte a ellas, ¿estás dispuesta a ponerte a prueba del dios Tonatiuhcóatl, Rosa?

—¡Esto es muy repentino!, espera por favor —Rosa había quedado atónita.

—El tiempo de esperar se ha terminado, sé cuál es tu respuesta, no he estado junto a ti en vano todos estos años. De hecho, ambas sabemos cuál será tu decisión, no demostraste tus capacidades aquella noche cuando recorriste Tlaneyanco dejando una estela anaranjada a tu paso, corriendo tan rápido como tus sentimientos te lo permitieron esa vez —la flama comenzaba a extinguirse.

Rosa sabía que se refería a su incidente catalizador, tratando de escapar de lo inevitable, a pesar de saber el resultado de su persecución, demostró en su carrera contra la adversidad el poder de su devoción, incluso si eso le costó las comodidades de su vida y un futuro tranquilo. Las dudas invadían cada rincón de Rosa, siendo todas despejadas por la mirada de Selena, penetrando todas las capas de su ser, inspirándola como lo había hecho en desde ya hace un buen tiempo. Al momento de quedar solo unas chispas, Rosa las tomó en sus puños, confiando en que podría de una vez por todas despejar aquella astilla en su ser que la ha estado molestando desde su infancia.


Rosa fue transportada a una recamara parecida a la que se encontraba con Selena, aunque no se veían símbolos ni esculturas relacionadas con las demás divinidades, solo encontrándose elementos de Tonatiuhcóatl, la principal siendo una representación holográfica de la entidad: un dragón de apariencia de serpiente con un cuerpo escamoso alargado de colores amarillos y naranjas con manchas blancas y amarillas; poseyendo seis extremidades terminando en garras distribuidas por todo su cuerpo, y en su cabeza dos astas ramificadas en cuatro cada uno, sosteniendo en su punta lo que parecieran ser representaciones de los ocho planetas del sistema solar; su cuerpo estaba enrollado en una esfera, simbolizando el Sol.

Siguió viendo el lugar donde estaba, no tardó en encontrar una puerta para salir de aquel templo, viendo que se encontraba en el punto más alto de un basamento piramidal, permitiéndole ver el panorama del exterior: varios conjuntos de más estructuras piramidales en el suelo o flotando de manera invertida, adornadas con diferentes líneas luminosas naranjas resaltando los símbolos acuñados en dichas estructuras; sin embargo, el ambiente pecaba de geometría y simetría perfecta, pareciendo demasiado sintético ya que los colores en todo el lugar eran sólidos o degradados, solo rompiendo esta monotonía por el alumbrado. Finalmente, en el horizonte se veía un único astro, siendo una esfera anaranjada, el cual parecía estar conectado al suelo por medio de carriles por los cuales viajaban destellos de energía, saliendo y entrando de la esfera.

Dio unos cuantos pasos hasta encontrarse con una máquina que le revivía un pasado no muy lejano, provocando que su mirara se perdiera en dicho objeto: una motocicleta con dos llantas las cuales no estaban unidas físicamente a las demás partes, asi mismo en el centro de las mismas había una pequeña esfera levitando, dicha maquinaria fue alguna vez el orgullo de Rosa, siendo uno de sus proyectos más importantes, proporcionando un modelo futurístico que combinaba el uso del Tlanexmonia y la tecnología más actual de Tlaneyanco, así pudiendo cambiar componentes dependiendo de la situación o incluso ciertas partes del ambiente, con una velocidad incomparable con otros modelos contemporáneos. Luego una voz proveniente del templo captó su atención.

¿Acaso no ha pasado ya suficiente tiempo para dejarse caer en tan gran precipicio de remordimiento?

Rosa volteó para ver quien le estaba hablando, para su sorpresa, era el holograma de Tonatiuhcóatl, levitando en el aire con su largo cuerpo sinuoso, del cual salían varias líneas onduladas que llegaban a otras partes de su cuerpo. Ahora se ponía en frente de ella, quien le costaba hacer contacto visual con la entidad, sin saber cómo reaccionar exactamente, sin embargo, tratándose de un tema tan importante para Rosa, despejo sus dudas y habló.

—¿Cómo no podría ponerse así ante el símbolo que me recuerda como tiré todo mi futuro a la basura? —dijo con enojo—. Siempre me he arrepentido por esa noche.

Ah —el Dragón se acercó a Rosa, y en sus garras manifestó unas esferas en las cuales mostraba algunos eventos de la chica después del evento mencionado— ¿Realmente crees que este futuro tan productivo no es digno para ti, Diseñadora de Tonatiuman? ¿O de verdad preferías una vida de sedentarismo y conformidad?

Rosa seguía mirando las escenas mostradas por esta entidad, mirando todos los aportes para su equipo, desde los trajes que había diseñado para sus misiones hasta situaciones de peligro en sus diferentes viajes a través del mundo, llenos de heridas, problemas, confrontaciones entre ellas mismas, pero lo más importante para ella, nuevos descubrimientos; siempre había visto toda esta travesía como una manera de castigo y no como una oportunidad de crecimiento. Si la misma cuestión se la hubiera preguntado a la Rosa que apenas salía de Tlaneyanco, no hubiera dudado estar de acuerdo con la segunda opción; ahora era muy diferente, Selena le había ayudado a formar convicción y un poco el carácter, mientras en Raquel encontró consuelo y compañía.

Soy capaz de comprender tus intenciones y no es necesario expresarlo con palabras, pero, en el centro de todo tu ser, sigue habiendo una duda primordial, consumiéndote incluso ahora, la misma de aquella noche…

—Sí… —cerró sus ojos—. No sé si sea capaz de resolverla, y me apena mostrarme así ante su figura.

Has trabajado gran parte de tu vida venerando este camino, no uno lleno de dualidad ni fuerza, ni donde buscamos una causa final, sino uno donde no paramos de avanzar —el Dragón dejo de ver a Rosa y se preparaba para volver a la recamara del templo—. Asegúrate de no malgastar tu tiempo bajo la luz del Sol, y da paso al flujo de tus ideas, haz que estas superen tus dificultades.

—No quisiera aseverar nada aún, aunque lo tendré en cuenta. Muchas gracias —mencionó en voz alta aunque nerviosa.

Entonces demuéstramelo, viaja hacia el centro de mi luz —volteó a ver a la esfera anaranjada en el horizonte— Y ahí podré darte las respuestas que tanto anhelas, no dejes que tus propios juicios te superen en el camino.

Así, la entidad dejó el lugar, Rosa se quedó un rato pensando en esa última oración, sin saber muy bien lo que significaba, luego volvió a ver la moto, se montó en la misma, mientras miraba como en frente suya se materializaba un carril. Al prepararse, abriendo y cerrando sus manos en las manijas, sentía el peso de sus acciones pasadas una vez más, pero trataba de despejarlas y centrarse en el presente. Sin más que hacer, encendió su transporte y comenzó su carrera pare llegar a su destino con Tonatiuhcóatl.

Los primeros segundos del trayecto no parecieron ser problemáticos, hasta cierto punto Rosa lo sintió relajante al observar el extraño paisaje. Esto no duró demasiado al sentir que empezaba a salir una especie de vapor desde la moto, primero pensó que se debía por un falló en algún mecanismo del motor, así que manifestó un visor holográfico, cortesía de su traje, permitiéndole ver el estatus de toda la maquinaria, sorprendiéndose al no encontrar ningún malfuncionamiento. Ni siquiera le dio tiempo de pensar en alguna otra causa, se fijó en como el vapor comenzaba a tomar la forma de diferentes y pequeños dragones muy similares a Tonatiuhcóatl, aunque sus astas eran diferentes, algunos solo presentando un pequeño cuerno u otros con menos extremidades; pero todos se alejaban cada vez más de Rosa, dejándola atrás. Recordó lo último mencionado por el Dragón, seguramente refiriéndose a estas criaturas, las cuales no debía permitir su llegada antes que ella al lugar.

Así, se presentaba ese desafío una vez más, de una forma más extraña y bajo una presión menor, aunque si había algo dentro de Rosa más grande que su remordimiento, era su ego, después de todo, eso es lo que la llevo a negarse a seguir un camino tranquilo, poniendo sus necesidades sobre las opiniones de los demás. Está vez, no se podía permitir quedar atrás ni detenerse, era el momento de domar las llamaradas de su vida; su traje cambió su estructura, sumándole un casco y más medidas para soportar la velocidad a la cual se iba someter; una vez lista, puso sus manos firmes en los controles del manillar, y con un simple pensamiento aceleró al límite de velocidad de su motocicleta.

La consecuencia de esto fue dejar una estela de plasma procedente del escape, mientras la misma pista parecía deformarse por la fricción de las llantas, a esto Rosa rápidamente modificó el material de las misma pasando a uno con nula fricción; por el momento había logrado dejar atrás a la mayoría de los dragones más pequeños, aunque estaba a lado de unos con un tamaño ligeramente más grande, a lo lejos, divisó uno en particular que solo se estaba alejando. A su vez, el grupo con el que estaba Rosa estaba modificando la pista y creando pequeños obstáculos en frente de la corredora, aunque no eran mayor problema ya que ella tenía un control casi perfecto al manejo. El ambiente en general pasó de tener ese aspecto simétrico al de la demarcación industrializada de Tlaneyanco, Tonatiuman, siendo este igual el lugar de nacimiento de Rosa.

Mientras las edificaciones con un aspecto y dinámico en comparación con los bloques rectangulares o cilíndricos de las ciudades comunes, Rosa seguía un mapa mostrado en el visor de su casco, al contrario, sus contrincantes se daban el lujo de atravesar las estructuras por la fuerza, destruyéndolas a su paso, aunque algunos no tenían la suficiente fuerza y quedaban estampados en las mismas. La zona estaba jugando en contra de ella, ya que era sumamente complicado manejar a esa velocidad, donde una mala curva o movimiento no solo significaría perder esta competencia, sino podría ser el final de todo, causando que bajará su velocidad hasta dar por terminado esté tramo.

La decisión de ir más lento provocó que el Dragón líder ni siquiera estuviera al alcance de la vista de Rosa, por suerte la pista había vuelto a la normalidad, con trayectos un poco más ondulados en ciertas partes, pero nada lo suficientemente complicado para detenerse como en la ciudad. Reconoció que a su velocidad actual, le sería imposible llegar primero y comenzó a idear algún plan para superar a sus contrincantes, unos más arriesgados que otros. ¿Pero cuánto tiempo realmente le quedaba? La imponente esfera anaranjada cada vez se veía más cerca, por ello, dejó de pensar en más planes de contingencias y tomó la opción más simple, suministrando más energía en forma de tlanextlitetl desde su traje al motor, dicha sobrecarga le permitió dar un estallido en velocidad sin precedentes.

Por unos instantes logró ponerse a la par del primer Dragón, muy similar al verdadero Tonatiuhcóatl y de un tamaño con el doble de largo de Rosa y la moto juntas. Por desgracia, varios sensores le indicaron un aumento exponencial de la temperatura, poniendo en peligro no solo el motor sino la posibilidad de quedar carbonizada, obligándola a detener el flujo de tlanextlitetl y viendo cómo se volvía a alejar la más grande de sus preocupaciones. Frustrada, le dio un golpe a los controles, provocando que por unos instantes perdiera el control y dejándola incluso más atrás; no sabía que más hacer.

—No —pensó—. He visto más allá de lo que creía comprender estos años… Entonces… Debo darle una oportunidad.

Rosa recordó que los conocimientos adquiridos del mundo exterior, ya que su misión principal era obtener información de las fuentes de conocimiento detrás del Velo para llevar a cabo sus operaciones con una precisión quirúrgica, aunque aprovechando esto, se dio la libertad de seguir aprendiendo sobre los saberes ocultos y que consideraba incluso imposibles, la tecnología actual de dichos grupos no le llamaba la atención, pero un asunto totalmente diferente eran sus modelos teóricos, entre ellos, varios motores basados en máquinas ideales, hasta el momento ninguna máquina de ese estilo existía incluso con métodos no convencionales, incluso en Tlaneyanco solo se había llegado a aproximaciones muy cercanas, pero nunca a la máxima eficiencia.

—¿Realmente puedo? Siempre me dijeron que mi manejo del tlanex era pobre por asistirme en máquinas y tecnología… Sí, y eso me ha llevado tan lejos —Rosa despejó sus dudas—, esta es mi resolución.

En su mente, Rosa manifestó uno de los modelos en los que trabajó en su tiempo fuera de Tlaneyanco, con base en las diferentes propuestas del último siglo. Sabía que no sería capaz de modificar su motocicleta para ser totalmente funcional como ella quisiera, dejo la motocicleta en piloto automático y concentró toda su atención a su traje, desde el cual envió las instrucciones y en tan solo unos segundos todas las partes mecánicas fueron reemplazadas para ser compatibles con el nuevo diseño del motor. Por unos momentos, la temperatura de su traje y la moto estaban aumentando una vez más, casi dándole un golpe de calor a la conductora, perdiendo el conocimiento por unos segundos. Volviendo en si misma gracias a un sistema de enfriamiento, notó que las modificaciones habían sido implementadas con éxito, solo faltando la autorización para sobrepasar el límite de velocidad permitido en piloto automático.

Incluso con todos los análisis, era imposible determinar si la motocicleta sobreviviría al usar este nuevo componente, ¿Qué podía perder si se daba por vencida en esta carrera? ¿Solo seguir buscando en el mundo la respuesta a esa pregunta que siempre le ha estado molestando? ¿Sería capaz de hacerlo? ¿Qué significaría para ella y para Tonatiuhcóatl este resultado? No se podía permitir una derrota, sobrepasando sus miedos retomó el control manual y usó la nueva característica.

Su cuerpo sintió el empuje al instante, mientras las ruedas dejaban una marca casi carmesí en la pista y desde el escape salieron varias circunferencias que se agrandaban al dirigirse a la dirección contraría de Rosa. Al mismo tiempo, la pista cada vez se hacía más estrecha, hasta ser un carril solo para ella y su último desafío; ahora era el turno del Dragón para modificar el escenario de la pista, manifestando pequeñas llamaradas a su alrededor con la finalidad de bloquearle el paso, creando curvas y bucles detrás suya para dificultar su avance.

La adrenalina desbordaba por todo el ser de Rosa, envuelta en una estela naranja y aplicando cantidades exorbitantes de energía a su motocicleta, causando que las ruedas parecieran estar compuestas de plasma. Prácticamente estaban a unos cuantos metros del destino final, el momento perfecto para una última apuesta en contra de las posibilidades: se puso justo detrás del Dragón y con un esfuerzo final creó su propia pista desde las ruedas, llegando a la cola del Dragón, subiéndose en el mismo y pavimentando su camino en todo su cuerpo, intencionalmente utilizando grandes cantidades de tlanextlitetl para quemarlo, así, en tan solo unos instantes no solo logró ponerse en al frente, sino dejándolo totalmente fuera de esta carrera.

El último trayecto se convirtió en una espiral finalizando en la superficie de la esfera anaranjada, sin ninguna complicación adicional Rosa terminó su carrera, adentrándose dentro de la estructura. Tan rápido como pudo fue frenando su vehículo, ya a una velocidad baja, decidió saltar del mismo, chocando contra el suelo del lugar, tras esto se quitó el casco que llevaba, dando respiraciones profundas; después observó como la motocicleta no bajaba la temperatura, sino al contrario, aumentando hasta derretir todos los materiales y quedar en una pila de escombros.

—Supongo… —jadeó— Que definitivamente faltan ajustes.

Estuvo un rato acostada en el suelo, procesando aún lo ocurrido hace unos minutos y sonriendo por su victoria. Tras recuperar el aliento, se puso de pie para analizar el lugar donde se encontraba, mirando diferentes líneas moviéndose de un lado a otro dentro de la misma esfera, y en lo alto se encontraba Tonatiuhcóatl, sosteniendo diferentes objetos en cada una de sus garras, algunos teniendo formas definidas y otros cambiando constantemente.

Bienvenida al centro de tus cuestiones —mencionó la deidad mientras descendía tranquilamente.

—Sobre ello, ¿realmente este es su hogar? No es por despreciar ni mucho menos —dijo recalcando lo último—, solo que es radicalmente diferente a lo visto en los templos de mi tierra.

Ya una vez flotando al ras del piso, Rosa vio más detalles en el cuerpo del Dragón, pudiendo ver escamas y algunas plumas cerca de su cabeza.

Soy una representación capaz de entrar en contacto con tu consciencia, ni tú estas en mi hogar ni yo en el tuyo. El espectro completo de nuestro ser no puede ser comprendido por ustedes, aún —el Dragón tomó los objetos, transformándolos en formas tetradimensionales—. Similares a este caso.

—Disculpe, entonces, ¿nada de esto es real, no es un efecto de mi mente? —mencionó Rosa intentando ver de frente al Dragón.

Es un proceso donde el mismo cuerpo es capaz de crear una propia realidad asistida por medio de mi ayuda, si fuera a ponerlo en una oración simple de comprender. Por ejemplo, si te hubieras carbonizado en la pista, ten por seguro que eso hubiera acabado con tu vida —manifestó en su mano los escombros de la moto—, por suerte tuya, ese no fue el caso.

Tonatiuhcoátl envolvió los escombros en varios anillos naranjas, restaurándola en el proceso y dejándola a lado de Rosa.

Como tal, has superado mi prueba. Ahora, se libre de compartir tu mayor inquietud, pequeña Diseñadora —bajo más el suelo, enroscándose y acostándose.

Había ya pasado tanto tiempo desde la primera vez en que esa duda se manifestó en Rosa, podría incluso remontarse a ver la luz primordial de su ciudad situarse por encima de todo lo demás, un brillo el cual no quema a pesar de su poder, faro de inspiración de ya tantas obras acumuladas en el eterno hilo del tiempo, desde las construcciones espirales de Tonatiuman hasta los jardines cantantes de Xochititlán. Esa misma inspiración le permitió llegar lejos en sus investigaciones del tlanextlitetl, aunque a sus ojos y de los demás, le faltaba un elemento esencial. Sus labios estaban preparados para dejar fluir sus palabras, mientras en su cabeza una tormenta le impedía aclarar sus oraciones, primero hablando entre dientes y desviando la mirada, para después calmarse al estirarse y realizar algunos ejercicios de respiración.

—Se me enseñó que la devoción era un pilar para manejar cualquier aspecto de tlanextlitetl, ya sea realizando rituales o dando ciertas ofrendas —cada vez hablaba más lento—. Y esa es la causa de mi estancamiento, a diferencia de los demás tlaneyancanos, soy incapaz de manifestar el tlanex por mi propia cuenta.

Rosa se quitó los guantes de su traje y realizó diferentes movimientos con sus manos, con gran dificultad, recitando diferentes oraciones tanto en español como en náhuatl, todos estos eran intentos para ejemplificar su punto, tras cada intento fallido, su frustración crecía hasta por fin dejar de intentarlo.

—Por eso me apoyé en diferentes instrumentos, máquinas y tecnología para sobrepasar esa barrera —Rosa se volvió a poner sus guantes, agarró un poco de suelo y sin necesidad de realizar otro movimiento, transformó la tierra en un disco cristalino—, los resultados fueron excelente y aun así… Me sigo sintiendo vacía, incluso debo estar molestando con mi presencia, ¿verdad?

El Dragón se mantuvo acostado, cerrando los ojos por unos momentos, mientras las esferas en sus cuernos cambiaban de símbolos.

No te sientes de esa manera por lo que me has explicado, sé que lo has estado evadiendo desde el día después de tu conflicto tanto interno como externo, sigues escapando de lo que fue y por ello, no puedes llegar a ser lo que será —su cuerpo se levantó del suelo, dejando ver todas su extremidades—. ¿Qué querías demostrar aquella vez?

Tonatiuhcóatl se refería a un evento ocurrido en la vida de Rosa mientras seguía estudiando y trabajando en un proyecto para la renovación de la estrella de Tlaneyanco, en conjunto con diversos grupos de la sociedad; las dudas de sus compañeros acerca de sus métodos poco ortodoxos respecto al tlanex junto con la presión de su familia por mantenerla fuera de lo que la apasionaba y su única manera de afrontarlo era guardar todo dentro de sí misma la llevaron a un punto de quiebre. Tanto se negaba a recordar todos los sucesos ocurridos, solo recordando a grandes rasgos ciertas escenas como una pelea a gritos con su madre, algunos confrontaciones en su zona de trabajo y el eventual sabotaje del proyecto entero, terminando con una alargada persecución nocturna incluso sabiendo que no había escapatoria.

—No lo sé, tal vez solo quería demostrarle que no podían pisotearme todo lo que quisiera —empezó a caminar en círculos—, o quizás solo estaba cansada de recibir tantas críticas por tener “falta de fe” o “no ser digna de forjar con el tlanexmonia”. O solo… —se detuvo—. Sentía que era verdad todo lo que decían de mí. No quise demostrarles a ellos nada, quería saber si podía creer en mi misma, y a pesar de todo —puso una de sus manos en su pecho—, esa noche sentí una pasión inigualable.

Y esa pasión es la misma que cualquier Diseñador siente, no es necesario pelearnos con las palabras, ya sea fe, inspiración, devoción —su cabeza se acercó más a Rosa—. ¿De qué sirve venerar en mi nombre si se quedan estancados? Todos estos procesos se encuentran en transición, y te tocó experimentarlo de primera mano, si quieres un ejemplo más claro, ¿acaso no tu vestimenta no sería el equivalente de un atuendo ceremonial?

—Sí, supongo. Lo trabajé con los Tepozneltococa10 y lo he ido mejorando con el paso del tiempo. Empezó como solo un guante que me permitía manejar el tlanexmonia, con muchas limitaciones y dificultades en un principio.

Ciertamente parece tener elementos de aquella Maquinaria y Red Divina, con un resultado sorprendente. Y bien, es momento de terminar nuestro encuentro.

—¡Espera! —respondió al instante—. Aún me siento un poco confundida.

Lo estás, y a la vez, ya lo has resuelto todo. Durante tu carrera en este lugar lograste cambiar tu perspectiva y ahora con tus palabras, serás capaz de atar los cabos sueltos, sigue tu camino, Diseñadora Rosa.

El Dragón sopló en la dirección de la mujer, siendo envuelta por partículas anaranjadas entrando en contacto con su traje y cambiando la apariencia de este, mezclando su estilo militar y de bajo perfil con elementos de Tonatiuhcóatl, apareciendo una falda de malla doble por encima de su pantalón y una capucha la cual tenía representado a Tonatiuhcóatl junto con algunas serpientes. Mientras estos y otros cambios terminaban por realizarse, Rosa se dio cuenta de que estaba de vuelta con Selena en el mismo lugar antes de irse.

—Eso fue relativamente rápido —mencionó Selena quien estaba sentada leyendo—. Y veo que te fue muy bien en tu viaje, esas vestimentas son…

—Ay no —Rosa se vio a si misma sonrojándose—. ¿Qué es esto? ¿Soy una sacerdotisa ahora? —dijo con un poco de pánico.

—No realmente, iba decir que son interesantes, no he oído nada sobre ellas —Selena se quedó viendo más detenidamente—, aunque sí, puede que seas lo más cercano a una sacerdotisa de Tonatiuhcóatl, sin llegar a serlo. Los bordados de la falda son simplemente preciosos y ni hablar de la capucha, y esos brazaletes anaranjados en las manos y pies también se ven hermosos.

—Selena, por favor, no quiero estar en un templo por el resto de mi vida —contestó Rosa preocupada.

—¿Y Tonatiuhcóatl te dijo que debías hacer eso? —le preguntó con ánimos.

—Mmm… ¿No? Ah espera, el pantalón debajo de la falda me está molestando un poco, creo que será mejor mantener la falda mientras estamos en Tlaneyanco —dicho esto, el pantalón se desmaterializo al instante—. Oh, creo que el cambió no fue solo estético —Rosa revirtió todo el atuendo a su traje habitual—, ahora es mucho más rápido y no registro ninguna pérdida de energía —finalmente, eligió el atuendo ceremonial una vez más.

—Como te decía —Selena se levantó y se puso a guardar los códices en los estantes—, no necesitas realizar esas tareas a menos de que te lo hayan mencionado directamente, aunque sí cargas con una responsabilidad de ser una representante de Tonatiuhcóatl —antes de que Rosa volviera a entrar en pánico, Selena continuo hablando—. Y eso significa seguir haciendo lo que has hecho hasta el momento, seguir avanzando en tu camino, de cualquier modo, te daré una mano de ser necesario.

—Está bien —contestó Rosa con desgano—, igual te debo confesar que en parte se siente bien ser elegida de esta forma.

—¡Por supuesto! —dijo con energía— Y ahora, podemos entrar a Tlaneyanco como dos representantes de nuestros respectivos dioses.

Selena puso sus dos manos sobre su pecho, silbando durante unos segundos, cubriendo sus atuendos con una energía esmeralda para tener su atuendo de sacerdotisa de Mixtonatiuhtéotl, el cuál era muy similar al usado durante su primera vez en su templo, solo que esta vez su falda era mediana y de malla doble, su vientre estaba tapado con una tela verdosa pero transparente, con dos aretes dorados con forma de colibrí, una diadema de jade con las cuatro cabezas de ave de Mixtonatiuhtéotl y pequeños brazaletes de cuero bordados con cuatro símbolos solares representando el amanecer, mediodía, atardecer y anochecer.

—También te ves genial —dijo Rosa apenada.

—Si bien nos la podríamos pasar admirando la una a la otra durante horas, es momento de seguir y por fin llegar a nuestro destino —Selena tomó la delantera— Corre, ya no necesitamos tener las precauciones del tramo anterior.

—¡Claro! En seguida voy.


El Gran Festival de Tlaneyanco


Ambas caminaron un trayecto el cual parecía ser varias veces más corto comparado con el inicio, hasta salir por una cueva la cual las dejaba enfrente de la zona lacustre perteneciente a la demarcación de Xochititlán, un lugar donde todas las viviendas eran relativamente pequeñas y hasta cierto punto aisladas. Dichas viviendas estaban construidas mediante el uso del Tlanex, modificando mayoritariamente las plantas, pero esto no significaba que las mataban, sino parte de la vida de sus habitantes era cuidar su propio hogar con gran dedicación, esto era recompensado a su vez por la planta creando maravillosas flores en sus épocas de inflorescencia, siendo esto un indicador de cuanto cuidado se le ha dado al hogar. Aunque en algunas ocasiones, utilizaban hongos como base para la construcción de su hogar, así, las formas fructíferas eran el indicador en lugar de las flores, generalmente las mejor reconocidas tenían formas similares a mariposas.

En estas fechas la demarcación estaba altamente concurrida debido a las fechas de celebración, con varias familias navegando de forma tranquila en su canoas, algunas lanzando pequeños amuletos hechos de plantas en el agua, provocando diferentes efectos en el lago dependiendo del Dragón al cuál veneraban, si era de Tonatiuhpipiyoli, se creaban peces cristalinos de rubí los cuales algunos eran recolectados y otros desaparecían en la profundidades; en el caso de Tonatiuhcóatl, la superficie del lago se volvía sólida y aparecían diversas imágenes, siendo estas transcritas a manera de códice, a veces conteniendo conocimiento u otras veces solo siendo representaciones artísticas.

Finalmente de ser en honor a Tonatiuhtcipactli, causaban pequeñas explosiones matando algunos peces en el proceso y haciéndolos flotar, estos eran recogidos ya que se pondrían en ofrendas y pequeños templos a forma de dedicatoria. A pesar de la gran cantidad de canoas, ninguna entraba en conflicto con otra, siendo un evento muy organizado, con gran respeto mutuo.

Rosa se quedó mirando por un rato, con gran curiosidad en su mirada ya que en su demarcación no utilizaban el tlanex de ninguna de estas formas, por su parte, Selena se preguntaba qué haría la gente de su pueblo si tuviera la oportunidad de formar parte de este delicado evento.

—Pocas veces he tenido la oportunidad de ver algo como esto, normalmente solo vemos las celebraciones por métodos a distancia. Hay grandes personajes y despliegues magníficos del uso del tlanex —Rosa veía como incluso los niños más pequeños estaban con sus familias lanzando y haciendo los amuletos—, pero eso se siente tan sintético al compararlo con esto.

—En Tlapoyatenco se supone que tenemos algo similar conocido como la Danza de las Tlacatisuchil —dijo sin mucho ánimo—. De los pocos eventos dónde todos se comportan de manera civilizada, como sea. Tendremos que pasar por este lago, ven, vamos a realizar una técnica que desde hace tiempo tengo ganas de probarla.

—¿Y qué tipo de técnica es? No es por desconfiar, pero lo que he visto de Mixtonatiuhtéotl suele involucrar cortaduras y heridas…

—No está solo relacionada con Mixtonatiuhtéotl, se llama Centlateomatiliztli11, solo posible entre dos personas representantes de una deidad Tonatiuh. Podría hacer una canoa para ambas por mi propia cuenta, pero sería un insulto entrar en estas aguas de esa forma, nuestra embarcación debe representar tanto a Mixtonatiuhtéotl como a Tonatiuhcóatl.

Rosa aún tenía sus dudas acerca de este procedimiento, jamás lo había leído o escuchado y se le hacía raro debido todos los conocimiento que ella tenía, dándose cuenta una vez más de su ignorancia ante la energía que tanto tiempo de su vida le ha dedicado. Tras meditarlo internamente, Rosa accedió.

—¿Y qué debemos hacer? —cuestionó Rosa mientras miraba como atrapaban algunos peces en el lago.

—El procedimiento es relativamente sencillo, la parte complicada siempre ha sido encontrar a la persona indicada —respondió Selena con cierto aire de entusiasmo—. Primero, nos ponemos de frente.

Rosa se acercó a Selena, después ella dibujó una circunferencia de fuego verde flotando entre ambas.

—Ahora tu parte es complementar está circunferencia —dijo Selena.

—¿Cómo? —mencionó confundida Rosa—. Yo no soy buena dibujante, tampoco sé que podría ir ahí. ¿Cuánto tiempo tengo? ¿De ser algo relacionado conmigo, contigo, con alguien más?

—Tranquila Rosa, solo debes tener claro lo que quieras hacer, es más sencillo de lo que parece.

Rosa estuvo un tiempo mirando como la circunferencia se mantenía inmutable, pensando que debía hacer o intentar dibujar algo como Selena, sin embargo, parte de su poca destreza en el dibujo, la variante del tlanex que Rosa maneja, el tlanexmonia, era incapaz de solidificarse a partir de la nada. Pensando en ello, llegó a la conclusión de que necesitaría un objeto inicial con el cual trabajar, así que miró a su alrededor, en vista que solo había puras plantas, tomo una hoja larga y aun con un poco de duda, la puso en el centro de la circunferencia sin dejarla caer, sosteniéndola con un solo dedo mientras la infundía con tlanexmonia, causando que desde la hoja salieran ramificaciones llegando a tener contacto con la circunferencia verde, y ambas flamas se combinaron para terminar en una pequeña llamarada de color verde pasto.

El resultado fue la creación de una canoa hecha con la hoja, con el tamaño exacto para ambas, con un casco de madera tallado con los cuerpos extendidos de Mixtonatiuhtéotl y Tonatiuhcóatl desde la popa iniciando con sus colas y terminando con sus cabezas en la proa; junto la aparición de dos remos simples. Ambas cargaron la canoa hasta las orillas del lago, dejándola flotando y subiéndose a la misma, sentándose y remando juntas, con sumo cuidado de no interferir con las actividades de los demás.

—Fijaremos curso en esa dirección —dijo Selena apuntando con su mano a una zona menos concurrida del lago—, llegaremos al otro lado y ahí tomaremos uno de los trenes que nos llevaran directamente a Tlahuiltzingo.

—Tlahuiltzingo… Siempre quise visitar el lugar fuera de tener que ir ahí por investigaciones y trabajo, sus parques son muy bonitos, lleno de flora tan excéntrica y colorida —mencionó Rosa mientras seguía remando, aunque algo captó su atención— Soy yo o… ¿una de las canoas viene hacia nosotras?

—Claramente se acercan a nuestra embarcación —contestó Selena mientras remaba más despacio—, tranquila, seguramente vienen a pedirnos algo.

—Pero no traigo dinero —dijo Rosa preocupada.

—No me refería a eso, como te dije, el punto de crear esta canoa no es solo para atravesar el lago, es un símbolo de unión entre dos dragones, y teniendo en cuenta cuales dragones, íbamos a llamar la atención.

Conforme la otra canoa se acercaba, Rosa divisó a sus tripulantes, quedando un poco sorprendida al ver que se trataba de una pequeña familia conformada por tres niños y sus padres, vistiendo atuendos relacionados con Tonatiuhcóatl, generando más presión en Rosa, ya que posiblemente quisieran hablar con ella, ya que no solo estaba en una canoa especial, sino su vestimenta entera gritaba al mundo que era una representante importante de esta deidad. Por fin las dos canoas se pusieron en paralelo y lo suficientemente cercanas para conversar.

—¿Cómo les va, hijas de los dragones solares? —habló el padre de la familia, con felicidad en su rostro— Como verán, estábamos pescando durante esta celebración, pero de repente las vimos y su canoa, entonces, pensamos que podíamos saludarlas, en especial a usted señorita que viste los ropajes de Tonatiuhcóatl.

—El gusto es mío, solo estamos pasando de aquí para allá, no estamos demasiado metidas en la celebración —contestó a duras penas Rosa, manteniendo el contacto visual al mínimo.

—Te lo dije amor, han de estar ocupadas y de seguro quieren llegar a Tlahuiltzingo para la gran celebración del cuarto Dragón —contestó la madre quien tenía en brazos a un pequeño niño—, no las queremos molestar más.

Esas palabras calmaron a Rosa, sabiendo que iba ser necesario interactuar más con estas personas.

—No se preocupen —respondió Selena—, estamos en las aguas de su gente, ¿de qué podemos ser de ayuda?

Por desgracia para Rosa, este no era un día donde pudiera relajarse en lo más mínimo. Por el contario, toda la familia se puso alegre al escuchar estas palabras.

—Pues verá, uno de mis hijos logró sacar esta pequeña plantita del lago —el padre acercó a su hijo quien cargaba una pequeña planta con una única flor blanca—, quisiéramos que nos diera una bendición en la flor para ponerla en nuestra vivienda, para que le vaya bien en los estudios.

Rosa puso su remo dentro de la canoa, acercándose al niño y tomando la planta. Sin decir alguna otra palabra, cerró sus ojos para concentrarse, puso su mano encima de la flor blanca, la cual empezó a tornarse de una coloración naranja, y apareciendo otro par de flores en la planta, emitiendo un poco de vapor naranja.

—Como sabrán, el camino de Tonatiuhcóatl se forja en busca de no solo el conocimiento, sino como aplicarlo —Rosa le devolvió la planta al niño, quien estaba sonriendo y mirando con admiración a la planta—, y en esta flor he dejado una parte de mis conocimientos los cuales pueden ser accedidos a través de la meditación junto con la planta. De verdad, espero que eso les sea de ayuda.

—¡Muchas gracias señorita de Tonatiuhcóatl! —dijo el niño maravillado.

—Por supuesto que será de ayuda, no dude de ello —el padre hizo un gesto con las manos conocido por Rosa, ya que sus familiares también lo hacían, representando agradecimiento y gratitud, a esto, Rosa le respondió con el mismo movimiento.

Así, la canoa familiar siguió un curso distinto al del dúo, retomando su ritmo algo apresurado.

—No pensé que tuvieras planeado algo para ocasiones como esta —mencionó Selena mirando la cara calmada de Rosa.

—Alguna vez me interesó la docencia, aunque jamás le di la importancia como a otros proyectos míos, encontré una manera de guardar conocimiento para compartirlo, principalmente en medios digitales —Rosa miraba sus manos—, pero no todos están acostumbrados a esos aparatos en algunas regiones como esta, así que solo me quedó aplicarlo en esa pequeña planta, desde ahí podrá acceder a una pequeña base de datos por medio de la meditación.

—De verdad que has avanzado mucho en estos años, me siento orgullosa de ti —Selena volteó a verla.

—Gracias de nuevo, me has ayudado mucho en no solo confiar en mi misma, sino a dejar de tener pena, al menos un poquito —Rosa le sonrió.

Durante el resto del camino, tuvieron encuentros similares, donde Rosa tomaba objetos dados por estas personas y los modificaba para darles una nueva función o en algunos casos solo le pedían adornarlos, en cualquier caso, ella le fue encontrando el gusto a ese pequeño recorrido. Llegaron al otro lado del lago, deshicieron la canoa solo dejando la pequeña hoja en el suelo y a pie llegaron a la estación de trenes levitantes más cercana, siendo la forma más rápida de viajar entre demarcaciones. Ambas tomaron sus asientos, con Rosa mirando por la ventana y observando las diferentes demarcaciones, pudiendo ver de reojo como las calles estaban más coloridas y en los templos principales estaban prendidas las flamas de sus respectivos colores, el ambiente de celebración se podía sentir incluso a la velocidad a la que iban.

Por su parte, Selena se veía mucho menos energética, incluso podría decirse que estaba perdida en su propio mundo con una mirada vacía, se recostó en su asiento y durmió por algunos minutos hasta llegar a su destino. ¿En qué estaba pensando? Rosa estuvo cerca de preguntarle, pero había pasado la mayor parte del tiempo observando el paisaje desde la ventana, cuando por fin se había dado cuenta, era momento de bajar.

—¿Estas cansada? —preguntó Rosa ya fuera del tren—. Vi que estabas dormida al llegar.

—Sí, el pequeño ritual para mandarte con Tonatiuhcóatl me dejó con poca energía, pero nada que no pueda arreglarse con una pequeña siesta —al terminar con esa última frase, parecía que había recuperado sus ánimos.

Dejando la pequeña estación, ambas vieron como el ambiente era sumamente alegre y movido, lleno de música de diferentes tipos en cada esquina, algunas personas aprovechaban para vender sus artesanías o plantas ornamentales producidas con tlanex, decenas de puestos de comida y bebidas, con diferentes insectos endulzados y aguas de frutos extravagantes, igual diferentes tipos de artistas se habían puesto a la obra para adornar los edificios y las calles, pintándolas con elementos relacionados a los dragones y templos.

Se encontraban en Tlahuiltzingo, una de las demarcaciones con la arquitectura más extravagante de todo el reinado, esto no se debía solo a la antigüedad de la zona, sino que con cada gobernante, las estructuras eran modificadas acorde al Dragón elegido por la reina, en este caso al ser de Mixtonatiuhtéotl, se tenían que representar sus tres cabezas, dando como resultado una variedad triple de estructuras, el palacio principal en el centro de la demarcación, que es un basamento piramidal, estaba adornado con estatuas de diferentes reptiles en su base; la periferia tenía tonadas más oscuras y edificios que tanto por dentro como por fuera, no dejaban entrar demasiada luz, acercándose a un estilo gótico; la parte media estaba compuestas por alumbrados especiales en sus calles, pequeñas esferas de luz verde brillando por las noches, de las cuales salían pequeñas alas aviares y transitaban lentamente las calles.

Y en esta ocasión, por primera vez en Tlaneyanco, había una calle exclusivamente para la gente de Tlapoyatenco, al ver esto, Rosa no dudo en preguntar como esto era posible, ya que hasta donde sabía, solo Selena había podido dejar ese lugar a duras penas. A esto Selena le respondió:

—De verdad no esperaba esto… —sus ojos se pusieron un poco llorosos, pasando su brazo para remover unas cuantas lágrimas de felicidad.

En eso, se escuchó un pequeño grito desde la calle.

—¡Hey, miren, es Selena, la sacerdotisa! —se trataba de un grupo de niños y adolescentes de Tlapoyatenco, quienes corrieron a verla.

“¿De verdad es ella? ¡Se ve tan genial como la describían! Y dime, ¿cómo se siente tener ese puesto?” Las preguntas bombardeaban a Selena, quien aún no podía creer lo que veía, miraba a todos estos jóvenes con felicidad, reconociendo que en efecto se trataban de personas de su demarcación por sus atuendos y en algunos casos la marca de Mixtonatiuhtéotl. Antes de que siguieran preguntándole, un adulto se acercó y les dijo que se calmaran un poco.

—Así que sí eres Selena, sé que todo puede parecer extraño pero… Incluso para una persona adulta como yo, es un honor verte. La reina Teresa nos ha pedido que aún no entremos en detalles acerca de esto, ella personalmente quiere explicártelo, la está esperando pasando esta calle —comentó el señor—. Pero antes, ¿podría darnos una pequeña demostración a este grupo de niños sobre el rito de iniciación antes de la Danza de las Tlacatisuchil? Desde que llegamos les dije que Selena en persona nos lo iba mostrar, espero que no le moleste.

—De ninguna manera me puede molestar, es mí deber hacerlo —contestó con alegría—. ¿Quién quiere pasar para realizar el ritual?

—Ya tenemos lo tenemos elegido —dijo el adulto señalando a un pequeño niño—, es Chamani, quien se ha esmerado en sus clases de la escuela y se ganó este privilegio.

Chamani era un niño pequeño que aún no había realizado su primera Danza de las Tlacatisuchil, ya que no tenía ninguna marca en su cuerpo; él se veía emocionado y un poco nervioso al estar frente a Selena.

—Es un gusto conocerte, Chamani —dijo Selena—, ¿sabes lo que vamos a realizar juntos, verdad?

—¡Sí noble sacerdotisa Selena! El primer paso es dibujar la flor para después completar el ritual en el gran templo de Mixtonatiuhtéotl —contestó al instante.

—Muy bien, entonces comencemos.

Selena puso su mano en la calle, manifestando un tapete verde con tres circunferencias, en el centro apareció un plato hondo lleno de agua. Ambos se sentaron mirándose de frente, y Selena tomo sus manos.

—Ahora canta alguna de las canciones dedicadas a Mixtonatiuhtéotl y yo te acompañaré —mencionó Selena mientras erguía su postura.

Chamani cantó una canción relacionada con los reptiles como Acaltetepon, Selena le seguía cuidando de no cantar más fuerte que el niño, al mismo tiempo, balanceaban sus brazos de un lado al otro, un círculo de fuego esmeralda apareció rodeándolos. Al finalizar la canción, Selena soltó una de sus manos e hizo aparecer uno de sus técpatl, puso la palma del niño hacia arriba y le realizó una cortada, rápidamente sumergiéndola en el plato con agua, desapareció su cuchillo y desde su mano dejó caer una pizca de ometlanex en el agua, evaporándola, y modificando la forma de la herida hecha, pasando a tener la forma de una flor. Chamani vio con un gran gusto su mano y su flor, mientras el grupo de jóvenes lo felicitaba, al levantarse ambos, el tapete y el plato desaparecieron.

—Una vez más, le agradezco su tiempo, sacerdotisa Selena —el hombre se despidió de Selena y guio su grupo de nuevo a la calle de donde vinieron.

Rosa vio con un poco de extrañeza la escena, confirmando que los rituales de la gente de Mixtonatiuhtéotl no eran para nada de su estilo o gusto.

—Sigo sin creer que los niños se someten a ese tipo de rituales desde tan temprana edad, ¿hacen algo para que no les duela? —preguntó Rosa.

—No, no hacemos nada para disminuir el dolor, aunque en algunas ocasiones el efecto se ve mucho más dramático de lo que es, por ejemplo, si nos envolvemos en llamas verdes, la mayoría de veces eso no significa que nos estemos quemando. Por otro lado, en los cortes no hay ningún método para eliminar el dolor.

—Eso tiene sentido, ¿y ahora qué hacemos?

—Pasamos por esta calle hasta llegar con Teresa, de ahí, ya veremos qué prosigue —Selena tomó la delantera dirigiéndose a la calle.

Ambas caminaban a un ritmo apresurado, aunque Selena ocasionalmente se detenía en algunos puestos para observar la mercancía, diciéndole a Rosa que se acordaran de volver para comprar algunas cosas. Tras pasar por la calle, se encontraba uno de los reptiles pertenecientes a la especie de Acaltetepon, y encima de este, estaba la reina Teresa Bárbara en todo su esplendor, mirándolas como si supiera el momento exacto de su llegada.

—Así que por fin llegan ante mí —dijo con típico tono un poco despectivo pero imponente, como si hubieran llegado tarde—, ¿y qué estamos esperando? Ambas suban y acompáñenme al centro de mi reinado. Y guárdense las introducciones, saludos y demás, que el tiempo apremia.

Sin nada más que decir, ambas se montaron en el enorme reptil, quien empezó su marcha hacia el palacio de Teresa, pasando por su gran jardín personal.

—Representante de Tonatiuhcóatl —dijo Teresa mientras manejaba la dirección del lagarto sin quitar la vista del camino—, quiero que tengas algo claro, en primer lugar, tienes este privilegio de estar conmigo por venerar el mismo Dragón que mi madre. Y en segundo, como Rosa, la corredora de Tonatiuman, tienes mi respeto por realizar la hazaña de recorrer todo Tlaneyanco buscando una salida, una respuesta, y más importante, una victoria. Tampoco es necesario que me agradezcas, apreciaría que no lo hicieras.

Teresa tenía la increíble capacidad de que incluso en el momento de dar halagos, no faltaba un elemento insultante o arrogante, ya sea de forma directa o en el tono de su voz. Rosa ciertamente no le caía bien esta actitud, pero tampoco tenía otra opción más que seguir adelante. Teresa ordenó que el reptil se detuviera, parándose en una parte del jardín donde se encontraba una muchacha arreglándose y maquillándose, así como preparando sus atuendos.

—Ahora bájate, Rosa —dijo Teresa con firmeza—, ella es Yohualli y quisiera que hablaras con ella antes de la ceremonia de Mixtonatiuhtéotl. Tengo asuntos que hablar con Selena, la podrás ver de nuevo una vez finalice la ceremonia. Y ponte atenta a mi acto, es el primero en todo Tlaneyanco desde su fundación.

Así, Rosa se bajó del lagarto y se encontró con esta joven delgada y morenita llamada Yohualli, de pelo castaño corto con un listón de tela bordado con la imagen de algunos saltamontes, con una falda larga y una camisa blanca sin ningún adorno. Por su parte, Teresa y Selena aún tenían un tramo de camino más que recorrer antes de llegar a su ubicación.

—¡Hola señorita! —mencionó Yohualli quien estaba sentada y tejiendo con un telar de cintura, con hilos negros, grises y cafés, haciendo una prenda de vestir—. Siéntate en ese banquito para que no te canses.

—Muchas gracias, Yohualli —Rosa se sentó mientras veía la rapidez con la que tejía la mujer—. Oh, olvide presentarme, yo soy Rosa, y al parecer la reina me envío contigo para pasar el rato.

—Sip, me lo mencionó hace algunas horas, ¿y qué tal está la fiesta por parte de quienes adoran a Tonatiuhcóatl? —se podía sentir la felicidad en sus palabras—. Supongo que has estado ocupada teniendo en cuenta lo que representa tu atuendo, ya sabes, dando bendiciones, recitando cuentos a los niños, dándoles consejos a los ancianos, ¿no?

Por un momento Rosa había olvidado que pocos sabían de su estadía fuera de Tlaneyanco, tardando un poco en contestar mientras ideaba que hilar con sus palabras.

—Un poquito atareada sí, venimos del lago de Xochititlán tras participar en unos eventos. Un lugar muy tranquilo y con mucha vegetación.

—Yo quisiera ir a Xochititlán algún día, aunque no sé qué tan bien seamos recibidos los de Tlapoyatenco —suspiró—, ya sabes, incluso cuando llegamos aquí algunos nos veían un poco raro e igual a nuestras actividades.

Rosa sintió un poco de pena al recordar que ella en su momento igual se había comportado de esa manera en el ritual de Selena y Chamani.

—Sí… Es que… —Rosa tenía atorada su pregunta por pena y sentir que iba ser irrespetuosa.

—¿Es que qué? Tú dale con confianza, quizás pueda ayudarte a que comprendas más a nuestra gente.

—Es muy raro ese tipo de rituales en las demás demarcaciones, la sangre, las quemaduras… El dolor, no quiero sonar mal ni nada, pero se siente un poco salvaje.

—Mira —Yohualli dejó de tejer—, no sé cómo lo veas tú, pero, ¿crees que nuestros venerables Dragones son parte de un mismo grupo?

—Hay muchos debates sobre eso, desde la parte teológica hasta la más científica por así decirlo, personalmente, no lo veo así.

—¡Exacto! —le respondió al mismo tiempo que dio un chasquido.

Yohualli después le explicó que primero está la Trinidad que simboliza el Día Solar, Tlanextia, Tlanexmonia y Tlanexpoloa, y luego está Mixtonatiuhtéotl, que representa esta misma Trinidad, las Tormentas del Día, el Ometlanex, de una manera más caótica, de modo que a cada cabeza se le rinde culto por separado. El Día es la parte más civilizada y material, mientras la Tormenta es complicada de controlar, tanto que el primer personaje importante que se adentró de lleno en el Ometlanex, Kokolimina, provocó una guerra.

—Ustedes quienes verán el Día, pueden controlarlo de manera relativamente sencilla, pero la Tormenta se dirige a sí misma, por eso debemos formar parte de ella por medio de la Danza de las Tlacatisuchil —Yohualli puso mano izquierda en su frente y la derecha en su pecho—, entregando todo nuestro ser al Ometlanex y Mixtonatiuhtéotl, sangramos con él, sentimos el dolor juntos, esa es la razón de esta aparente crudeza.

—¿Y no les da miedo? A mí me asustaría si soy sincera.

—Quisiera responderte que no, no nos da miedo —volvió a tejer, ahora más lento—, pero sí, la mayoría de la gente de Tlapoyatenco no usa activamente el Ometlanex por ese miedo, o debería decir, usaba.

—¿Qué pudo haber pasado para perder ese miedo? —cuestionó Rosa mientras estiraba sus brazos—. Perdón por eso, solo que si estoy algo cansada de mis brazos.

—En parte por Selena, ella fue un caso especial, considerada como una loquita, representando exactamente todo lo que la gente temía de las personas que se adentraban al Ometlanex. Incluso la gente empezó a temer por otro conflicto que podría estallar generado por ella, varios se tiraron al Río buscando la muerte antes de sufrir en otra guerra —Yohualli volteó a ver a Rosa, quien se veía confundida—. No te preocupes demasiado si no conoces esas historias, lo que pasa en Tlapoyatenco no suele llegar a los oídos de todos.

—Es que siempre consideré a Selena como alguien a seguir, sí sabía que es un poco extraña, pero no al punto de generar tanto caos —respondió Rosa apenada.

—Yo también la veo como ejemplo a seguir ahora, y eso fue justo lo que ocurrió, con el tiempo las acciones de Selena dejaron de ser tan erráticas y problemáticas. Y después la noticia que todos estábamos esperando, se volvió la primera sacerdotisa de Mixtonatiuhtéotl, desde ese día la apatía de nuestra gente empezó a disminuir, no arregló todo ni mucho menos, pero era un comienzo.

—Me alegró oír eso, de verdad que estar con ella te permite explorar tantos aspectos de la vida.

—Pero bueno, creo que me emocioné un poco con la historia, y debería decirte que voy a participar en la ceremonia de Mixtonatiuhtéotl mañana, será un gran honor —Yohualli terminó de tejer.

—Me lo imagino, ¿igual eres una representante de Mixtonatiuhtéotl?

—Desde ayer, sí, fui elegida mientras realizaba mi Danza, al obtener mi flor, se pudrió y dio nacimiento a varios insectos como grillos.

—Oh… Entonces, ¿no llevas tiempo preparándote para una ceremonia tan importante? —Rosa estaba confundida.

—No realmente, pero como te mencioné, ya formo parte de la Tormenta y el Ometlanex, no hay dudas dentro de mí —respondió con confianza—, por eso estoy tejiendo una prenda para mi hermanito, y aprovechando el tiempo.

—Quisiera tener la misma seguridad que tienen ustedes, tan tranquilos ante situaciones de este tipo.

—Bueno, eso no solo depende de formar parte de Mixtonatiuhtéotl, debes tener claro lo que quieras hacer en cualquier situación. Y bueno, he contado ya mucho sobre mi misma, ¿qué tal si platicamos sobre ti ahora, y de Tonatiuhcóatl?

—No soy mucho de platicar y tampoco tengo tanta elocuencia, pero si quieres escuchar datos puntuales y exactos, adelante —respondió Rosa ahora más calmada—. También si quieres, ¿podemos hablar después de la ceremonia para contarme como te sentiste? Eso me interesa mucho.

—Si Mixtonatiuhtéotl lo permite, no será ningún problema. Oh, lo olvidaba —de un momento a otro Yohualli se acercó a Rosa y le susurró algo al oído.

—Disculpa, ¿qué fue esa palabra? —a pesar de lo extraño del suceso, Rosa no se veía demasiada confundida.

—Mixtonatiuhtéotl me la mencionó hace poco durante mi Danza, quizás puedas ayudar a descifrármela, pero me pidió que fuera después de la ceremonia, ¿de acuerdo?

—Bueno, será un ejercicio interesante —Rosa contestó sin dudarlo—. Ahora, te contaré de cómo una vez accidentalmente transformé todas las plantas de mi jardín en cristales por accidente…

Mientras Rosa y Yohualli seguían platicando, Selena y Teresa habían llegado a los aposentos de la reina, en una habitación únicamente dedicada para vestirse y adornarse en las celebraciones importantes de Tlaneyanco; había diferentes espejos, un armario con vestimentas determinadas y accesorios. Al llegar, Teresa materializó su arma insignia con el poder del ometlanex, un macuahuitl12, Selena hizo lo mismo con sus técpatl, ambas enterrándolas en el suelo creando una burbuja de ometlanex protegiendo la habitación.

—Hace tiempo que no nos veíamos, ¿verdad? —dijo Teresa mientras se sentaba en una silla, mirando su arma.

—Algunos años, desde el inicio de mi misión en el mundo exterior en 2009 —Selena seguía de pie, mirando cuidadosamente a Teresa—. Pero igual podemos dejar la nostalgia de lado, ahora, ¿cómo es que hay gente de mi hogar fuera de Tlapoyatenco?

—Cuida tu manera de hablar, no olvides que sigo siendo tu reina —Teresa se puso de pie—, ¿entendido?

—Cuando hablábamos no eras tan arrogante, y si bien eres la reina, sabes que sirvo a algo mucho mayor que tú —Selena se acercó a Teresa aun con sus cuchillas en mano.

El ambiente empezaba a ponerse tenso, aunque ante esto Teresa soltó una pequeña risa, volviéndose a sentar a lo que Selena le respondió con el mismo gesto, ambas desapareciendo sus armas.

—De verdad que sabes cómo llamar mi atención y provocarme, es una lástima que ya no hemos podido entrenar y realizar rituales juntas —Teresa cruzó su piernas y le dio la espalda a Selena aún sentada—, ya que vamos a conversar por un rato, ¿te parece si pintas la marca de Mixtonatiuhtéotl de mi espalda? Debe estar lista para mañana.

—No hay problema.

—En el tercer cajón de ese mueble se encuentran las pinturas —dijo señalando uno de los tantos muebles.

Selena tomó seis envases de diferentes colores, jaló una silla y una pequeña mesa junto a Teresa, quien abrió el vestido de su espalda con un cierre, dejando a la vista la marca de la cabeza de reptil de Mixtonatiuhtéotl, con sus respectivos cuernos alargados formando una especie de corona. Selena abrió todos los envases, comenzó a pintar con sus dedos, usando pequeñas porciones de ometlanex para dirigir la pintura y quitar el excedente.

—Ahora sí, sobre la gente de Tlapoyatenco y su llegada, realmente fue todo un problema al inicio —Teresa veía el espejo mirando el reflejo de Selena.

—¿En qué sentido? O más bien, ¿cuántos problemas?

—Desde cuando era un poco más joven y mi madre aún vivía, se me hacía fácil pensar en ayudar a tu gente con solo eliminar la barrera de aquel río. Odio admitirlo, pero incluso yo fui incapaz de lograrlo, al menos en su totalidad.

—¿Si quiera te permitieron intentarlo? Esa acción se podría interpretar como un desafío a los dragones —mencionó Selena dejando de pintar.

—Tampoco te pongas así, y claro que lo consulté con Mixtonatiuhtéotl y demás grupos de confianza, todos me dijeron que sería en vano pero si realmente quería intentarlo, era libre —Teresa soltó un gesto de enojo—, quedé como una estúpida intentándolo durante varias noches.

—No te preocupes, alguna vez lo pensé igual —Selena siguió pintando—, pero dijiste que parcialmente, ¿así que todavía existe la barrera?

—Sí, sigue existiendo. La gente que logró pasar fue parte de un proyecto junto con varias demarcaciones y mi apoyo para que lograran atravesar el río mediante un puente mediante el Centlateomatiliztli de las cuatro variantes del Tlanextlitetl.

—Debió ser impresionante de ver ese momento.

—Fue más impresionante ver que tuvimos que intentarlo durante varias veces, de hecho, incluso mi mamá lo intentó una vez pero con solo las 3 variantes del Día… —Teresa aprovechó para desviar por un momento la conversación a otro punto que igual le interesaba—. ¿Eso no te hace sentir mejor respecto a mi mamá?

—Mis problemas con la reina Ana van más allá de lo personal, sus acciones siguen teniendo repercusiones hasta nuestros días —respondió Selena con un poco de enojo.

—Valía la pena mencionarlo —cerró sus ojos unos instantes y suspiró—, en fin. Mientras estuviste todos estos años fuera de Tlapoyatenco y luego de Tlaneyanco, tu nombre se fue expandiendo hasta llegar a los oídos de tu pueblo de procedencia, tardaron un poco en cambar la percepción que tenían de ti, pero para unos pocos les serviste de inspiración, de retomar sus rituales, costumbres y tradiciones.

—No trates de ignorar lo malo que también provoqué, ¿cuántos cuerpos fueron recogidos en el cauce del río? ¿Cuántos perdieron las ganas de seguir viviendo por mi egoísmo? Los abandoné, Teresa, y jamás volví para salvarlos —una lagrima recorrió la mejilla de Selena.

—Tus intenciones eran las más nobles, demasiado para este mundo, estabas asustada, lo reconocí cuando nos conocimos mejor. Y tomando en cuenta a todo lo que te sometiste para llegar a ser sacerdotisa, me sorprende incluso a mi ver en lo que te has convertido —Teresa tomó un pañuelo del mueble que estaba adelante de ella—. Ten, de vez en cuando está bien dejar de fingir que nada nos afecta.

—En el fondo siempre extrañé hablar contigo —Selena agarró el pañuelo, limpiando sus lágrimas y continuó pintando—. Aunque me calma saber que al final no solo fue una meta egoísta.

—De cierta forma los salvaste, quizás solo a unos pocos y por un tiempo limitado, pero ese grupo que te encontraste, no estaría aquí su no fuera por ti —Teresa le señaló con su mano que la dejará de pintar y volvió a verla de frente—. No fue solo el puente físico que construimos para que pasaran, ellos por fin lo aceptaron, la posibilidad de un futuro menos amargo y días más brillantes.

—Mph, sí. Me cuesta un poco seguir con esto, pero aún me queda la duda, ¿cómo qué temporalmente? ¿Hay alguna razón por la cual no pueden quedarse fuera de ese lugar? Personas así no se merecen seguir viviendo en ese… Bodrio.

—Desgraciadamente no solo se trata de ellos, nuestros demás habitantes aún no se sienten a gusto con la idea y más teniendo en cuenta el aprecio que me tienen —esa última frase la dijo de con ironía—. Dejarlos aquí sería una bomba que tardaría poco en explotar, por ahora solo se pueden quedar unos días por la celebración.

—¡Eso no es justo! Debe haber alguna manera —Selena dio una pisada fuerte en suelo.

—Tú mejor que nadie conoce la frustración que me da al no poder realizar lo que quiera y no está en mi esto, ya tengo suficiente presión con la verdadera razón de esta reunión—Teresa igual mostraba un poco de enojo—. Aunque tampoco los vamos a abandonar, les daremos la tecnología y conocimiento para que ellos mismos puedan seguir mejorando Tlapoyatenco, no será una tarea que se vaya a terminar en meses, incluso años, podría ser el trabajo de una generación entera.

—Sigue sin agradarme la idea —Selena apretó sus puños—, aunque es lo mejor por ahora —se quedó en silencio por unos minutos.

—No tengo palabras para expresar como me siento, es tan extraño y agridulce —dijo Selena mientras miraba el suelo, para después regresar su vista a Teresa—. Aunque, este tema no era la verdadera razón de nuestra reunión, por lo menos lo siento como un avance significativo, ¿me das un momento? Necesito tener la mente clara para la siguiente de nuestro encuentro.

—Adelante, por mi parte estaré comiendo algunos grillos molidos que dejé hace poco aquí, si quieres puedo compartirte —Teresa se puso de pie y comenzó a buscar su comida.

Selena se sentó en el piso, entrando en un estado de trance que le ayudaba a resolver sus problemas internos con mayor facilidad, esto era algo que había aprendido en su primera visita con Mixtonatiuhtéotl, varios minutos pasaron, Teresa terminó de comer y Selena de meditar, ambas volvieron a su sesión de pintura.

—Ahora que ambas estamos en sintonía, ¿qué tal ha estado nuestro pequeño juego entre Radiosol y la DDLM? —Teresa se mostraba algo emocionada, sabiendo que al menos uno de sus planes iba sobre ruedas—. ¿No han sospechado de tu participación junto conmigo?

—Por supuesto que no, no es mi primera vez que tomo el papel de ser una doble agente, si es que ya lo olvidaste, ¿Y qué hay de tu parte? ¿El Parlamento sigue de acuerdo con tus acciones y qué hay de los Acuerdo Tonatiuh?

—Ha sido un poco complicado, pero esta arriesgada movida de Radiosol ha sido aceptada mejor con el pasar del tiempo, excepto un poco con los hongos de tlanex, por lo demás, el Parlamento y yo hemos estado en contacto con los Dragones, y hasta cierto punto han sido flexibles con los puntos del Acuerdo. Debo agradecerle a Tlapaltic, uno de los miembros del Parlamento que más ha apoyado mi campaña y esparciendo las palabras de los Dragones para calmar a la gente acerca de los puntos del Acuerdo.

—Excelente, por un momento pensé que ibas a permitir otra guerra civil con tantas movidas tan extremas —dije Selena recordando las historias de Kokolimina.

—Pareciera que hemos estado solas en esto, pero en sí le debemos gran parte de nuestro éxito al Parlamento para calmar a la población y explicarles de poco a poco toda la situación en la que estamos; al menos, parcialmente. Fue una suerte que los Dragones estuvieran de acuerdo con nuestro plan más personal, ¿no crees? —Teresa estaba realmente emocionada, apenas conteniéndose de moverse para expresar sus sentimientos, lo cual arruinaría el trabajo que estaba haciendo Selena.

—Tampoco diría que es enteramente personal, ni siquiera algo que solo ayudaría a Tlaneyanco, son alarmantes los signos que he estado encontrando en el mundo exterior junto con los demás equipos de la DDLM, aunque no tengan ni la menor idea de lo que estamos enfrentando —Selena estaba algo menos inquieta que Teresa.

—En parte tienes razón, gracias a los negocios de Radiosol pudimos confirmar nuestra primera hipótesis, y es negativa, con todos los grupos que tendrían la capacidad de siquiera conocer “aquel problema”, ninguno tiene artefactos o indicios de rituales relacionados.

—¿De verdad? —la preocupación de Selena aumentaba—. Eso quiere decir que…

—Sí, es mejor no hablarlo ni pensarlo tanto aún, incluso con todas las medidas y precauciones que hemos tomado para tener está reunión. Por ende, debemos seguir actuando como fuerzas opuestas, Radiosol evadiendo parcialmente a la DDLM y viceversa. También noté otra cosa, ¿esa chica, Rosa, la estas preparando para lo que se aproxima?

—No es la razón principal, solo que no puedo evitar las ganas de guiar a las personas que son dignas más cerca de cada Dragón —Selena se veía feliz—, aparte se me hace una gran tlaneyancana.

—De todas formas, vamos a necesitar más personas así, y ahora llegamos a la parte tediosa de los datos puntuales, ¿lista para algunas horas de aburrimiento e intercambio de información? —juzgando la cara de Teresa, ella no lo estaba.

—Por mi parte no hay ningún problema, de todas formas me voy a tardar en que está marca quede tan resplandeciente como Mixtonatiuhtéotl —Selena se movió un poco y se puso en una posición más cómoda.

Ambas se la pasaron hablando de cada evento año tras año, Selena dando detalles precisos de las confrontaciones y eventos importantes, uno de ellos relacionados con la entrega de un reactor de fusión a la Fundación, aunque fue de manera indirecta, estaba dentro de los planes de este dúo, después de todo, una fuente directa de Tlanextlitetl tan cerca de esta organización era una oportunidad que no podían dejar pasar, aunque a diferencia de los hongos nucleares, no buscaban causar ningún daño.

Teresa del mismo modo le contó algunas anécdotas interesantes con grupos como los cultistas del Gran Dios Verde, pensando en que quizás les podrían dar un hogar en Tlaneyanco eventualmente, ya que su Dios no parecía estar en conflicto con la mayoría de los Dragones Solares, estando en una posición similar que los antiguos mekhanitas que llegaron a Tlaneyanco buscando refugio, esto y muchos datos más de otros grupos, preparándose por un escenario aún desconocido para el mundo del presente.


Pasó un día y ya era el momento para la ritual de clausura en forma de ceremonia que había sido la razón del regreso de Selena a Tlaneyanco, se iba a realizar en uno de los espacios libres donde se realizaban conciertos o demostraciones artísticas. Ahí, el centro de la escenografía estaba lista para el despliegue del Mixtonatiuhteoilhuitl, tres diferentes grupos musicales se encontraban al fondo, simbolizando a los demás dragones restantes; Tonatiuhpipiyoli estaba representado por instrumentos cordófonos, Tonatiuhcóatl por instrumentos aerófonos con atecocolli13 y Tonatiuhcipactli por instrumentos membranófonos.

Así comenzaba la ceremonia, con las tres representantes de Mixtonatiuhtéotl entrando en escena, Selena tomó el papel del ave del amanecer, con un atuendo resplandeciente, lleno de detalles como pulseras de jade, aretes y brazaletes de oro, y plumas hechas de ometlanex en sus brazos simulando unas alas. Teresa representó el reptil del atardecer, vestía ropajes con apariencia de las escamas de un lagarto, portando una diana hecha puramente de una forma cristalizada del ometlanex, grabada en esta las tres cabezas de Mixtonatiuhtéotl entrelazadas. Y finalmente Yohualli, funcionando como el insecto del anochecer, con un atuendo rudimentario hecho en su mayor parte de queratina negra y grisácea, cubriendo la mayor parte de su cuerpo solo dejando libre su rostro.

Antes de que la música comenzara, Teresa se posicionó en medio, al llegar al centro, Selena y Yohualli se agachan apoyándose en una pierna, la reina pone ambas palmas en frente como si estuviera sosteniendo algún objeto, las otras dos ponen una de sus manos encima de las de Teresa y al mismo tiempo los tres grupos musicales comienzan a tocar una melodía lenta, emanando un vapor que cae ante el peso de la gravedad y encierra en tres círculos al trío, los cuales se van expandiendo lentamente hasta llegar a los bordes de la arena. En un instante, de sus palmas ocurre una pequeña explosión seguida de un destello de luz esmeralda, todas separan sus manos y dejan ver el resultado de su primer acto, una representación de menor tamaño de la estrella de Tlaneyanco, esta flotó durante unos segundos y después se posicionó en al ras del suelo en la parte izquierda del escenario con un brillo similar a los primeros haces de luz de la mañana, Teresa y Yohualli dan 3 grandes pasos hacia atrás, dejándole el espacio a Selena.

El primer momento del amanecer inició, el sonido de las cuerdas era lento y tranquilo como el sonido de las aves por instinto en señal de los primeros rayos del día. Selena estaba acostada y se levantaba como todas las otras mañanas, a su vez, la música aumentaba su ritmo e intensidad; ya de pie extendió sus brazos emplumados, recorriendo aquella mítica aura verde, resplandeciendo una luz suave y acogedora. Siguió con un baile rítmico de movimientos tan precisos y delicados que dejarían en ridículo cualquier tipo de cortejo aviar, moviéndose por todo el lugar y dibujando símbolos en la arena con sus pies al mismo tiempo y cantando en náhuatl.

De las cuerdas surgían diferentes listones rojizos dirigiéndose a Selena, quien con sus movimientos manejaba su dirección sin la necesidad de tocarlos y redirigiéndolos a los símbolos, provocando el surgimiento de pastos, flores y fauna con formas excéntricas, desde simple variaciones en las tonalidades de colores hasta entidades con formas nunca antes vistas; las aves e insectos voladores seguían la danza de Selena, dónde los primeros devoraban a los segundos, causando una transfiguración de las aves, obteniendo características de libélulas, escarabajos y abejas.

La pequeña estrella aumenta con cada paso su brillo, mientras se eleva en una trayectoria de arco, y la música de cuerdas se prepara para finalizar, Selena terminó con un movimiento para desaparecer las plumas de sus brazos. Regresó junto con Teresa y Yohualli, sentándose con las piernas cruzadas y mirando al suelo.

Pasa una transición en la melodía del grupo de Tonatiupipiyoli al de Tonatiuhcóatl, hasta que los instrumentos de cuerdas dejan de sonar y la estrella aumenta su brillo, ahora emanando haces energéticos e imponentes, siendo solo eclipsados por la caminata de Teresa al centro del escenario, con movimientos definidos y firmes.

La reina se quedó parada en el lugar, alzando su brazo derecho con su mano abierta, cerrando un puño dedo por dedo para después golpear con gran fuerza, haciendo retumbar todo el escenario y opacando el sonido de la música. Con su puño enterrado en la tierra, lo incendia en su característica flama verde y lo levanta de forma que su palma esté en dirección de la pequeña llama, después puso su otra mano encima, cerró sus ojos y movió ambas manos en un patrón irregular. Las flamas seguían consumiendo la vegetación, a su paso creaban pequeñísimos templos, caminos y lagos; los animales consumidos en el fuego, se transformaban en esculturas color anaranjado.

La estrella había llegado a su punto más alto, avivando la rapidez y ferocidad de las flamas, acelerando el proceso de la construcción de una miniatura de Tlaneyanco, aunque con espacio vacío en el centro. La música se mantenía constante en todo momento y Teresa solo se movía realizando una caminata en la periferia de la maqueta, creando un río circular de aguas anaranjadas y verdes. Tras el descenso de la estrella, Teresa volvió con Selena y Yohualli. El acto final estaba listo, era tiempo de darle la bienvenida al anochecer.

Ocurrió otra transición de los instrumentos de viento al grupo de Tonatiuhcipactli, con una melodía mucho menos energética, llegando a sentirse melancólica. Selena cantaba en voz baja una canción relacionada con el cielo estrellado y la ausencia del Sol, Teresa la acompañaba a manera de dueto, cantando en un tono más alto y agradeciéndole al Sol por su trabajo y merecer un descanso. Las dos levantaron a Yohualli, tomándola de las piernas y brazos, dejándola en el espacio vacío en el centro del escenario.

Volvieron a sonar los instrumentos de cuerdas, sin romper la melodía calmada, las alas en los brazos de Selena aparecieron una vez más, ahora sin ningún brillo, más aparte materializó sus técpatl, utilizándolos para hacer dos cortes perpendiculares por debajo del cuello a Yohualli, con el cuidado de no provocar cortes muy profundos; su sangre derramada de las heridas era de un color verde oscuro, mantenía sus ojos cerrados y sus músculos relajados, solo mencionando el nombre de Selena tras realizar los cortes. Selena puso cuatro dedos, dos de cada mano, en las cortaduras para bañarlos en sangre, sin detener el movimiento de sus piernas, tras tener la cantidad suficiente se puso detrás de Teresa, pintando dos rayas debajo de los ojos de la reina.

Siguió cortando en diferentes partes a Yohualli hasta terminar de cantar, ahora arrodillándose a lado de ella. Teresa se puso detrás de Yohualli, agachándose y poniendo su mano derecha en la espalda, ahora manifestando una notable cantidad de ometlanex, solo que está vez estaba derritiendo la piel de Yohualli, acabando con la llama de su vida en el proceso hasta llegar a su corazón. Selena clavó sus dos cuchillas en el pecho de Yohualli y ambas sacaron su corazón intacto, aún latiente, envolviéndolo en una poderosa llamarada esmeralda y poniéndolo encima del cadáver, viendo como era calcinado por los propios latidos de su corazón.

Todos los instrumentos se detuvieron, los tres cuerpos estaban alienados, ambas arrodilladas con sus espaldas apuntando hacia arriba, dejando descubiertas sus marcas de Mixtonatiuhtéotl, las cuales comenzaron a moverse y alzarse desde sus cuerpos, mientras en el caso de la difunta Yohualli, su corazón se abrió para darle paso a la cabeza de insecto de Mixtonatiuhtéotl; todas crecieron al mismo ritmo, aunque solo se manifestaron hasta sus cuellos, dirigiéndose a 3 puntos diferentes: la parte de reptil se acercó a la pequeña estrella, ahora desprendiendo una tenue luz; la parte aviar se posaba encima de la maqueta de Tlaneyanco; y la insectoide volvía en sí misma para estar encima de Yohualli.

Las tres engulleron la estrella, la representación de la ciudad y el cadáver, para luego soplar tres diferentes llamaradas en dirección al Sol principal de Tlaneyanco, emitiendo una luz verde por unos segundos. Las cabezas siguieron creciendo de tamaño hasta alcanzar dicho Sol, entrando por el mismo hasta perder la conexión con el grupo de mujeres. Selena y Teresa habían perdido el conocimiento desde la aparición de Mixtonatiuhtéotl, ambas se veían preocupadas aunque sus expresiones cambiaron cuando voltearon a ver los demás ciudadanos, denotando calma y serenidad.

—Y así concluimos la sagrada ceremonia a Mixtonatiuhtéotl —dijo Teresa tras ponerse de pie—, es un honor para todo Tlaneyanco haber recibido su vista, y más tras asegurar la protección de nuestro Sol.

—También honramos a Yohualli y sus familiares —mencionó Selena quien tenía los restos de su atuendo, aunque eran brillantes y el nombre de Yohualli estaba tallado en los mismos—, quienes han sido elegidos para tener este amuleto que significa gratitud de Mixtonatiuhtéotl a su linaje.

Todos los habitantes pertenecientes a Tlapoyatenco pronunciaron al unísono algunas palabras en náhuatl, agradecieron por el acto y se retiraron, mientras Selena y Teresa bajaron del escenario para entregar el amuleto a la familia de Yohualli, mientras los demás tlaneyancanos estaban un impactados y sorprendidos por el acto final, entre ellos, Rosa, quien estaba llorando desde que Yohualli fue consumida por el ometlanex. Selena y Teresa compartieron algunas oraciones y se despidieron, después Selena corrió para llegar con Rosa, viendo que seguía lamentándose, pero al ver esto, Rosa empezó a escapar de ella.

—¡Rosa! ¡Espera! —Selena la seguía persiguiendo a duras penas, ya que Rosa estaba utilizando su traje para moverse un poco más rápido.

—¡No! —Dijo Rosa aún corriendo, pero a menor velocidad.

Rosa siguió corriendo hasta llegar al centro de un jardín totalmente solo, sentándose en una banca.

—¡No me digas nada, Selena! ¡La mataron! No, ¡La asesinaste! —gritó Rosa entre lágrimas.

—Rosa, por eso te dejamos con ella, tenías que entenderlo, ella estaba dispuesta a lo que fuera a pasar en ese ritual —Selena se acercó lentamente.

—No es cierto, ella no tenía ni la menor idea de que iba suceder, ¡le estaba tejiendo ropa a uno de sus hermanos apenas ayer! Y si sabías que iba morir o al menos, que algo malo le podría pasar, ¡¿por qué me dejaron hablar con ella?! —Rosa no podía dejar de pensar en que esto no tenía ninguna justificación.

—Yohualli te lo debió haber dicho, el ritual no representa la manera en cómo vemos a Mixtonatiuhtéotl, sino es cómo actúa de verdad —por fin Selena logró sentarse a lado de Rosa—. Y parte de todo el ritual era su encuentro, no solo fue una coincidencia traerte aquí, ni hablaron solo ustedes, cuando se encontraron, también conversaron Mixtonatiuhtéotl y Tonatiuhcóatl —Selena puso su mano en la espalda de Rosa, utilizando la misma técnica de meditación, pero ahora en la adolorida joven, aunque ciertamente es mucho menos efectiva en otras personas.

—No, no, no —se repetía a si misma Rosa, negándose, y Selena dejó de tocar su espalda.

Ambas estuvieron casi una hora en silencioso, mientras los sollozos de Rosa estaban más cerca de su fin.

—“Si Mixtonatiuhtéotl lo permite” —dijo Rosa ya más calmada.

—¿Qué con eso?

—Me dijo eso cuando le pregunté si podíamos vernos después de la ceremonia para platicar como se sentía. No pensé que era tan literal, y sí, me explicó que ella ya básicamente había entregado su vida antes desde su ritual de la Danza, solo que me sigue generando un gran conflicto esa idea —Rosa volteó a ver a Selena a los ojos—. Creo que le estoy faltando el respeto a su cultura comportándome de esta manera.

Selena no le respondió en ese momento, solo acercándose más y abrazándola con gentileza.

—A veces olvido que no todos pasamos por esa Danza, pero tampoco cargues con ello, este ritual no finaliza cuando nos bajamos del escenario y la música deja de tocar, sino formamos parte activamente —Rosa a su vez abrazó a Selena.

—Creo que ahora de verdad entiendo porque es el Dragón de la Dualidad, perdón por comportarme así, de nuevo.

—No hay porque disculparse, ahora, aún podemos quedarnos un poco más de tiempo antes de volver con Raquel, ¿qui—Rosa la interrumpió.

—Quiero ir a un restaurante a comer algo, no solo por la comida, necesito hablar de todo esto contigo, pero ya más tranquila. Pero antes de eso, ¿qué tal si vamos por la botella de Raquel? Para disfrutar igual un poco los puestos y despejarme de esto —mencionó Rosa aun un poco triste, pero sin estar llorando.

—Pues vamos cuando estés lista —le contestó con entusiasmo.

De está forma, las dos se quedaron una hora más en la banca y empezaron la búsqueda de la botella para Raquel; sin embargo, con todo este asunto de Rosa, ella olvidó mencionarle lo que Yohualli le había susurrado. Dejando ese punto de lado, Rosa fue recuperando el ánimo al ver todo lo que quedaba de la festividad y convenciéndose a sí misma que esta era la manera de las personas de Tlapoyatenco de vivir, cobrando sentido de porque manejar el ometlanex no es algo que cualquiera pueda lograr, sino es un estilo totalmente diferente de vida con una dinámica caótica, junto con el apoyo de Selena, fue capaz de no sentirse tan mal por Yohualli al final del día.


De regreso a la Misteriosa Luz del Sol


Mientras tanto Raquel se la había pasado revisando todo el papelerío que Selena le había encargado, incluso con las herramientas que Rosa había diseñado para facilitar este tipo de tareas, Raquel estaba al punto del hartazgo.

—Pero por favor, ya sáquenme de este sufrimiento llamado revisar kilogramos de información de todas las misiones de la DDLM —pensaba mientras veía con detenimiento imágenes, planos, párrafos, y todo tipo de estilos y estructuras de documentos—, en el nombre sagrado de Tonatiuhpipiyoli, ilumíname con lo que Selena está buscando o elimíname.

Pasaba documento tras documento, deteniéndose ocasionalmente para ver algunas fotos, no eran las típicas como cuando uno sale de vacaciones, pero dónde salían las tres juntas, Raquel no podía evitar sentirse demasiado pequeña comparada a ellas dos, no en el sentido literal, sino que por un lado tenía a Rosa, que para ella era una demasiado inteligente, dedicada y disciplinada, sumándole la presencia de Selena, una sacerdotisa y líder sin igual, ¿y quién era ella? Alguien que solo estaba ahí porque no fue capaz de trabajar en lo que realmente quería. Ahora más que nunca se sentía tan desechable, tanto que ni siquiera su presencia era requerida para el regreso a Tlaneyanco. Aunque justamente en ese momento, recibió un mensaje en su dispositivo electrónico de Rosa.

“Espero que te encuentres muy bien, el viaje con Selena realmente ha sido agotador, no tardaremos en regresar. Y sí, te apartamos una botella hecha por las mejores manos de las personas de Tlapoyatenco, sí, leíste bien, te contaremos más acerca de ello cuando tenga tiempo. Selena también te envía saludos.”

Junto al mensaje se veía una foto de la botella, y los ojos de Raquel estaban maravillados; siguió pensando en sus sentimientos, dejando la negatividad y pensando todo lo que habían pasado juntas, más que nada con Rosa, ya que con Selena realmente no hablaba demasiado, aunque en momentos de verdadera necesidad, ella estuvo ahí presente para ayudarle.

Tras más horas de revisar documentos, su descanso de 5 horas autoimpuesto había comenzado, marcado con una alarma, tan pronto como sonó, dejó su tarea y se acomodó en la sala, prendiendo un aparato holográfico que mostraba una selección de películas y series del mundo exterior, aunque Raquel solía ver solo telenovelas. Antes de ver cualquier cosa, fue a la cocina a prepararse un pozole que ella misma había cocinado, aunque incluso en la cocina no se salvaba de recordar su misión actual, ya que había dejado papeles por todo el lugar. Se le quedo viendo a una hoja con cierto grado de odio debido a que debía revisar todos esos papeles en físico; aunque en un golpe del destino, mientras vio justo ese lote de papeles, vio algo muy parecido a lo que Selena le había encontrado buscar.

—Uy, a ver —dejó su plato de pozole a un lado y tomó el fajo de papeles—, sí, ¡sí! Por fin —Raquel se fue con los papeles a su escritorio y lo comparó con la descripción y hojas dadas por Selena—. Ya estuvo, encontré la jodidísima evidencia, pero… Qué raro, ¿por qué Selena quisiera esto? Meh, igual debe ser una de sus cosas raras relacionados con su religión… Ahora que ya le envíe el mensaje, ¡soy libre para echar la hueva!

Raquel guardó muy bien los papeles, los cuales eran imágenes un conjunto de diferentes fotografías satelitales de diferentes lugares y unas cuantas espaciales referentes al Sol en los últimos meses, marcando diferentes puntos en su superficie solar, aunque no necesariamente de anomalías, entonces la pregunta de Raquel cobraba más sentido, ¿qué tiene preparado el Sol para el futuro cercano?


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