La Fundación SCP

Entrevistado/a: SCP-ES-175 (designado Alfa)

Entrevistador/a: Investigadora Lorena Aguirre (designada LA)

Aclaratoria: En esta entrevista, tanto Alfa como LA se mantienen en cubículos separados.

<Comienzo de la Entrevista>

LA: Buenas, SCP-ES-175.

Alfa: [Visiblemente agitada] ¡Vete de aquí! ¡Vete ya! ¡No me vas a comer, no me vas a comer, no me vas a comer, …!

[Alfa continúa gritando «no me vas a comer» por 1 minuto más.]

LA: Muy bien, ¿terminaste?

Alfa: ¡Cállate, bestia inmunda! ¿¡No fue suficiente con llevarte todo lo que tenía!?

LA: A ver, SCP-ES-175, no sé qué fue lo que le sucedió, no tengo ni idea de lo que está hablando.

Alfa: ¡Oh, claro! Haz como si no supieras nada, ¡maldito! Desde la vez que los vimos por primera vez, cada día se acercaron más a nosotros. Pensamos que nuestros guardias les habían quitados sus jodidos dientes de un puñetazo.

LA: No la entiendo, SCP-ES-175. ¿Quiénes son ellos de los que hablas?

Alfa: No tengo por qué responderte, maldito tiburón.

LA: ¿Tiburón? ¿Yo? Lo siento, creo que me confunde. Mire, ¿cómo se veían esos tiburones?

Alfa: Pu-pues… tenían dos piernas, y pies, y aletas y…, tenían una aleta en su espalda, ¡y eran como ustedes!

LA: ¿Acaso tenía dientes grandes?

Alfa: ¡¿Cómo no puedes reconocerte?! ¡Claro que sí!

LA: ¿Y me ves dientes grandes?

Alfa: ¡Claro que no! Pero eso no quiere decir que no seas uno de ellos, ¿me quieres matar, verdad? ¡Sí me quieres matar!

LA: SCP-ES-175, no te quiero matar. ¿De qué manera puedes confiar en mi?

Alfa: No hay manera, maldita bestia, ¡claro que no puedes!

LA: Bien. Hasta que no se calme, no puedo hacer nada por usted. Por tanto, me veré forzada a terminar esta entrevista. Nos veremos luego.

Alfa: ¡Así es, maldito selacimorfo! ¡Vete a la mierda!

<Fin de la Entrevista>

Entrevistado/a: SCP-ES-175 (designado Alfa)

Entrevistador/a: Dra. Melisa Dunab (designada MD)

<Comienzo de la Entrevista>

MD: ¡Hola, hola, Casandra!

Alfa: Umm, hey. ¿Qué tienes para contarme hoy? Aún hace calor en esta celda.

MD: Tú sabes, lo que acordamos. ¿Recuerdas el chocolate que te di?

Alfa: ¿La entrevista completa? Mmm… ¿Estás segura que ellos no son tiburones?

MD: Te lo he repetido múltiples veces, ni yo, ni mis compañeros, somos tiburones. Digo, si así fuera, ¿no estarías muerta ya hace tiempo?

Alfa: Sí, pero tal vez quieren saber sobre mi pueblo. No puedo entrar en la cabeza de esos malditos.

MD: Psss… Ten seguridad. No somos tiburones. Digo, los tiburones no pueden salir del agua, tú sí, al parecer.

Alfa: Pero tal vez pueden tener algún método para respirar fuera del agua…

MD: Puedo quitarme la ropa para que veas que no tengo nada encima. También puedo hacerme rayos-x para que veas que no tengo nada dentro… bueno, tal vez algunos tornillos en mis huesos, ¡pero eso no tiene nada que ver!

Alfa: Bien, bien. Confió en ti. Así que, ¿comenzamos?

MD: Muy bien. Aquí tengo la grabadora en mi mano, así que empecemos. Primero, nombre, edad, ¿de dónde vienes?

Alfa: Tú sabes eso.

MD: Yo sí, pero la grabadora no. Recuerda que todo quedó entre nosotras.

Alfa: Bien… mi nombre es Casandra R'dayá. Tengo 20 padeb⁷, vengo de la Ciudad-Estado de Amulvayá.

MD: Muy bien, aquí tengo un mapa, ¿puedes señalar dónde está eso?

Alfa: Claro.

[Alfa señala una región a ~1000km al suroeste de dónde fue encontrada]

MD: Vaya, eso es bastante profundo. ¿Puedes describir este lugar?

Alfa: Es un lugar muy oscuro, como toda la Región Abisalina. El agua es extremadamente fría. Para movernos utilizábamos Linternas del Alma⁸ y para comunicarnos entre ciudades, teníamos un sistema de audiometría. Generalmente eran las ballenas quienes enviaban los mensajes entre ciudades.

MD: Ya veo, ¿puedes describir tu ciudad?

Alfa: Pues, vivíamos en especies de cuevas, uno podía decorar su cueva como quisiera, y el modo de conseguir una era por medio de trueques. Como todo en la ciudad. Claro, que las calles estaban muy bien decoradas con piedras marinas y Linternas del Alma. Los centros de reunión rebosaban de vendedores y personas alistándose para salir a cazar. Existía una especie de acuerdo entre el gobierno y los cazadores, este era de que el 20% de lo cazado debía ir al poder de los gobernantes, y lo demás se lo quedaba el pueblo. Muy raro, pero así eran las cosas. Como sea, nadie se quejaba sobre eso. De hecho, creo que esto hacía que los gobernadores no le dieran importancia a su pueblo y simplemente aprobaran dinero para lo que fuera.

Entre los buenos usos de este dinero, estuvieron las múltiples investigaciones de tecnología de vanguardia. Entre estas tecnologías, estuvieron los audiómetros, las Bolsas de Adaptación Termobárica, ¡las Algas de Rápido Crecimiento! Oh sí, estuvimos comiendo algas por años sin cesar, luego se acabó el barro fértil y seguimos comiendo pescado. Pero entre todos esos avances, estuvo el jodido Disociador Eléctrico. ¡Una maravilla!

MD: ¿La cosa que les permitía cancelar sus propios campos eléctricos?

Alfa: ¡Exacto! En ese momento mi pueblo mantenía relaciones con la Confederación de la Gran Barrera de Coral⁹. Tanto ellos, como todos los pertenecientes a las Naciones Grancoralinas y los Estados Abisales, odiaban, odiaban profundamente a las naciones Atlánticas y Caribeñas de Selacimorfos. Teníamos ganas de devastar a esos malparidos así como ellos lo hacían con nosotros. Y descubrimos eso. Tanto las Naciones de la Gran Barrera de Coral como los Estados Abisales nos sorprendimos con el potencial que tenía esta cosa.

MD: Bien, eso explica tu miedo a los tiburones, cosa que aún no terminaba de entender. Vale, y, ¿todos eran como ustedes? Quiero decir, mitad pez, mitad humano.

Alfa: Bueeeno, recuerdo a unos chicos cabeza-de-pez que se ocultan en el Centro del Pacífico. Pero son muy raros, pero según chismes, tienen una tecnología muy avanzada. Pero no, los demás son peces, moluscos, algas, y todo lo demás. No recuerdo haber escuchado de gente igual a nosotros.

MD: Bien, con lo de los tiburones. Entonces, supongo que provocaron una guerra, ¿no?

Alfa: Pues sí, logramos atravesar el Paso Americano¹⁰ y luego, ¡pum! Que ponemos a flotar a esos malditos bastardos. Fue una total emoción, los teníamos en nuestros tentáculos y aletas. Hasta le pusimos el nombre de «La Gran Guerra Todos-Selacimorfos». Claro, la comunidad de Rayas los apoyaban, pero ellos no iban ni a poner una sola cola sobre este asunto. Así que básicamente eran nuestros.

MD: Ya, pero, si los tenían, al parecer, lo suficientemente controlados, ¿cómo fue que llegaron a esto?

Alfa: Verás. Realmente no teníamos ni idea de esto, nos tomó por sorpresa. Conquistabamos como locos. A la semana ya teníamos la mitad de la zona del Caribe en nuestras manos. Despejamos lo que pudimos para llegar al atlántico, y más ejercitos fueron enviados hacia el norte. El atlántico era nuestro objetivo. Era el hogar de esos malditos escualos. Un día, simplemente supimos que el Frente de las Bermudas había sido tomado. Luego el Frente Cuba-Haití fue destruido. Nos sorprendi—

MD: Pára un momento, hay algo que no termino de entender. ¿Ustedes tenían conocimiento previo de nuestras naciones? Hablo de las naciones humanas.

Alfa: Si, realmente sí teníamos conocimiento de ellas. Los tiburones les ponían nombres que hacían alusión a los países más cercanos o algo de importancia, nosotros también. En caso de que no hubiera nombre, lo mejor era aludir a nuestro idioma natal.

MD: Pero tu idioma natal es el español, al parecer. ¿Sabes por qué hablan un idioma humano?

Alfa: Eh, bueno, realmente no lo sé del todo. De hecho, no hablamos sólo el español, también hablamos Blabmal, una lengua enseñada por nuestros antepasados y que se utilizan en conjunto con el español. Hablar en las profundidades del mar es bastante dificil, así que todos andabamos con lamparas, utilizabamos señas o dispositivos de comunicación audiofónica. Andar sin una lampara era como la muerte… Es curioso, ustedes también hablan español, pero por alguna razón nosotros tenemos un acento que ninguno de ustedes utiliza.

MD: Ya veo. Hagamos algo Casandra, dejemos esto hasta aquí y vamos a seguir con la entrevista mañana. Se ha extendido mucho.

Alfa: Por mi está bien. ¿Puedes traer más de ese… cómo le llaman? ¿Pollo?

MD: Como gustes. Nos vemos

<Fin de la Entrevista>

Entrevistado/a: SCP-ES-175 (designado Alfa)

Entrevistador/a: Dra. Melisa Dunab (designada MD)

<Comienzo de la Entrevista>

Alfa: ¡Hey, Meli! ¿Qué cuentas?

MD: Nada nuevo, ¿sabes cuándo una persona está irremediablemente loca y no puedes hacer nada y aún así estás obligada a ponerla cuerda?

Alfa: No, pero sí me pasa que hay muchos estúpidos así.

MD: Básicamente ese fue mi trabajo esta semana. Como sea, vamos a terminar la entrevista de antes.

Alfa: Por supuesto

MD: Antes de seguir con tu historia sobre los tiburones, hay algo que me ha picado la curiosidad. Tienes una memoria increíble, y sabes bastantes cosas, pero no sabes ni leer ni escribir… ¿tu pueblo era de hablar mucho?

Alfa: Seh. Todo lo que aprendimos, lo aprendimos del boca a boca, grito a boca y onda a boca¹¹. Digo, muchas razas marinas tienen la característica de memorizar todo, pues encontrar cosas para escribir es muy difícil. Por esto el leer o escribir es intrascendente para la educación. De hecho, escribir es un arte.

MD: Arte, ¿arte gráfico? ¿O frases filosóficas?

Alfa: Un poco de las dos. Los Artistas de la Letra se la pasan días, hasta meses, pensando qué escribir cuando tienen la oportunidad. Y muchas veces sólo sobrepiensan las cosas.

MD: Vale, esto aclara muchas cosas. Ahora vamos al meollo del asunto, ¿qué ocurrió luego de que el Frente Cuba-Haití fuera destruido?

Alfa: ¿Pues qué va a pasar? Nos sorprendimos, esos malditos habían encontrado una forma de ganarnos y ahora todos nos arrepentíamos de haberles declarado la guerra y jactarnos de que ya estaban muertos. Pero mayor sorpresa fue cuando supimos que realmente seguíamos pateándoles el culo en las profundidades del Atlántico. Su comunicación es bastante rápida, se nos hacía extraño que luego de haber destruido dos frentes, no estuvieran ya deteniendo toda nuestra avanzada.

MD: ¿Entonces no eran tiburones?

Alfa: Sí lo eran. Puedo asegurarle que las Rayas no metieron ni una cola en el asunto.

MD: Imagino que poco después supieron qué fue.

Alfa: Bueno, la guerra progresaba con rapidez hasta el asalto al Frente Inter-Atlántico. Hasta ese momento, fue nuestro mayor logro, básicamente teníamos la ciudad más grande de las naciones Escuálidas. Y luego el retroceso. Tenía entendido que fue por dos frentes. Tanto el Atlántico como el Caribe estaban empezando a salírsenos de las manos. Las Naciones Grancoralinas y Abisales estaban todas fuera de control. Habían delfines burócratas intentando calmar a todos en todas partes. Era un avance sin precedentes, y nosotros éramos una de las primeras naciones del Pacífico, por desgracia. Fuimos los primeros en enterarnos qué demonios era lo que causaba el retroceso.

MD: ¿Y fueron?

Alfa: Tiburones, obviamente.

MD: Ya, pero dijiste que el Disociador Eléctrico los mantenía a raya.

Alfa: Nunca dije que fueran LOS tiburones. Eran como ustedes, mejor dicho.

MD: ¿Como nosotros?

Alfa: Sí, sí. Como ustedes, como nosotros. Tenían aletas en sus brazos. Parecían tiburones, pero no eran tiburones. Tenían una cola como la de los tiburones en su trasero. Sus pies eran palmeados, como los nuestros. Y de lejos se veían que tenían escamas. Y esas malditas hileras de dientes, sus narices tan grandes, y esos jodidos ojos tan separados de su centro¹².

MD: Entonces los tiburones y estos tiburones eran diferentes, ¿no es así?

Alfa: Totalmente. Ellos lograban despedazar cada ejército cetáceo y abisalino que se les atravesaban. Yo era una cazadora de atunes para ese tiempo. Un día vi por el rabillo del ojo a una de esas cosas. Me asusté, claro, salí nadando a la ciudad. Obviamente creí que era uno de esos peces raros que se suelen descubrir cada tanto, y sí que lo era, pero no como esperábamos.

MD: Y luego… ¿pasó lo que tenía que pasar?

Alfa: Sí… el gobierno había recibido reportes de cazadores muertos por mordiscos y… aletazos. Lo de los aletazos era raro, ¿¡cómo demonios!? Para ese tiempo yo estaba en San Bermanio, a muchas brazas al norte de mi casa. Una ciudad más pequeña que la mía, pero bastante decente. Me había enterado que esos desgraciados había llegado a la ciudad y despedazaron a tod- a todos.

[Alfa se muestra visiblemente incómoda. Comienza sollozar y mira fijamente al suelo. MD se acerca a Alfa para consolarla.]

MD: Ya, ya, tranquila, lo que pasó, pasó. Ahora, sigue para tenerlo en el registro y terminar con esto.

Alfa: S-sí [Empieza a calmarse]. Es que…, empiezo a recordar a mi madre y mis hermanos. Realmente no era justo, a pesar de lo mucho que nos jactábamos de haber matado a esos desgraciados. ¡Ellos también la deben!

[Alfa grita y comienza a llorar. MD sigue a su lado y la abraza]

MD: Calma. Cálmate, sé que no quieres hablar de esto con nadie. Pero entre más hables, mejor lo asimilaras, y tu dolor pasará. Vamos, es como si te golpearas. El dolor va a estar ahí un tiempo, pero no puede estar para siempre. El tiempo lo va a curar, y tú tienes que dejar que lo haga.

Alfa: [Suspira] Sniff-sniff… Su-supongo que tienes razón. [Vuelve a suspirar] Bien, uh, como iba… L-luego de enterarme de eso, fui a la tienda más cercana a comprar algún arma para cazar y una ropa muy ligera para nadar lo más rápido que podía, que es lo que tengo puesto ahora. No podía quedarme donde estaba, en algún momento iba a ser atacada. Mi única opción era ir al Estrecho Antártico de Tierra del Fuego.

MD: Eh, ¿Eso no era contraproducente?

Alfa: La mayoría de las cosas esas estarían por el pacífico. Olía más a un contraataque que a un pandemonio de millares de años, así que decidí ir derecho al este. Hasta las costas colombianas. Las cosas esas ya habían pasado por ahí. Tenía una fuerte convicción de que realmente podía ir allí y luego ir al sur, hacia el Estrecho Antártico.

MD: Ya veo, y parece que acertaste.

Alfa: Sí… casi. Verás, cuando estaba cerca de la Corriente Delanez¹³, por un momento miré hacia atrás. Estaba a una altura donde la luz ya hacía que todo se viera más claro. Y estaban esos malditos detrás de mí. Me arrepentí de estar haciendo lo que hacía. Estaba desesperada, y nadé tanto cómo pude. El alma me llegó al cuello, pensé que sería mi fin. Volví a mirar detrás, miré debajo, arriba, derecha, izquierda. Parecía que los había perdido.

MD: ¿Y los perdiste?

Alfa: No, claro que no. Los malditos estaban mucho más adelante, esperándome. Me di cuenta cuando ya me faltaban unos kilómetros para llegar a la costa más cercana. Los vi, y comencé a nadar en reversa para huir de ellos, pero detrás de mí había dos, e intenté ir hacia abajo y luego a la derecha y volverlos a perder… pero fue tarde, ya tenía a dos rodeándome. Vi mi vida pasar por mis ojos, y sus jodidas aletas girando alrededor de mí. Había perdido toda esperanza, y luego uno, aún dando vueltas alrededor de mí, dijo [con voz grave] «¿a dónde vas?».

Pude haberme hecho pasar por una esclava escuálida… pero los escualos nos mataban. Los pulpos y nosotros éramos como su comida favorita.

MD: ¿Los tiburones siempre esclavizaban a otras razas?

Alfa: Oh sí, nadie niega su superioridad en muchos aspectos, y pocos son los que le hacen frente, como los delfines.

MD: Entonces, ¿qué le respondiste?

Alfa: No le contesté con la verdad, obviamente. Estaba nerviosa, y le dije: «voy a ver una nueva zona de pesca», tal vez podría sobornarlos con pescados. «¿y por qué escapaste de mis compas?». No podía creerlo, ¿ellos me habían pasado? [niega con su cabeza] No, no, eso era imposible. Aún así, me contuve de hablar sobre eso y respondí: «¿por qué va a ser? ¡Son tiburones! Nosotros no hablamos con tiburones». «¿Nos mientes, verdad?». Claro que les mentía.

Entonces vengo y les digo «claro que no». Estaba temblando. «Sí, nos estás mintiendo», me respondió. [exclama en voz baja] ¡mierda! Dije para mí misma. Luego soltó un sermón, voy a recordarlo… Ah, sí: «Verás, no te vamos a hacer nada. Detrás de todo esto, después de todo, tenemos algo de compasión. Sabemos que huyes, seguramente pensaste que podías escapar de nosotros viniendo a nosotros. Pensamos en eso, y también pensamos que podía ser una oportunidad para llevar nuestro mensaje a tierra firme. No podemos salir del agua, pescadita. Pero tú, tu raza puede ir a dónde se le dé la gana. Ve y anda a la superficie, proclama nuestro nombre, el nombre escualo. Cuando terminemos con los malditos del Pacífico, siguen ellos. Diles que vamos a golpearlos. Los golpearemos tan fuerte que no sabrán cual fue el primer golpe que les dieron. Diles a los del Punching Center¹⁴ que son pura mierda, y que también los golpearemos. Todo lo golpeable, será golpeado. Y todo lo vivo, también lo será».

En ese momento, suspiré. Sabía que me iban a dejar libre, pero justo me llegó una pregunta que no pude dejar pasar, y siguiéndoles el juego, pregunté: «¿Por qué mataron a mi gente?». Él me dijo con un tono enojado: «¿no es suficiente pretexto su holocausto? Obviamente, los tiburones se resistieron a pedir nuestra ayuda, pero al final, ellos sabían que no podían llevar esta guerra demasiado lejos. Así que ve, mi corazón». Eso último fue con algo de dulzura…

Entonces, me preparé para retirarme. Claro que no iba a venir a la superficie, simplemente me iba a escapar hacia el Estrecho. Y entonces uno dijo: «no pienses en regresar al mar. Ya te hemos marcado. Todos saben quién eres, así que, o sales, o sales. Adiós, bebé», y se me acercó, me acarició la oreja, bajó lentamente a mi cuello y… Luego, inesperadamente, pasó su mano por mi abdomen, y sin darme cuenta, me robó un beso. El muy hijo de puta [tapa su boca con uno de sus apéndices]… pero fue un buen beso, para mi desgracia.

MD: Vaya historia. Supongo que luego te fuiste desesperadamente a la superficie y llegaste a donde llegaste.

Alfa: Sí. No lo ví venir, antes de irse, me dio una nalgada con su cola. En ese momento, grité. Voy a decir que fue la nalgada más dolorosa que me hayan dado. Fue un golpe de verdad, no se lo desearía a nadie. Me quedó doliendo por varios días. Pensé que la nalga se me había desfigurado o algo, pero no. Aún doliendo, volví a nadar, no tenía por qué ir rápido, pero aún así estaba agitada e iba algo rápido. Salí a la costa, y pensé que era una trampa. Los vi a todos ustedes, tan parecidos.

Pensé que era como un disfraz, y lo primero que se me pasó por la cabeza no fue que me fueran a matar, sino que se divirtieran conmigo. Los tiburones tenía entre nosotros la fama de ser unos depravados… así que estaba agitada. Y no podía regresar al mar, así que simplemente corrí entre ellos. Esquivándolos para llegar a algún lugar sin nadie. Pero era imposible, así que simplemente seguí corriendo hasta que llegaron ustedes.

MD: Ya veo, ¿te diste cuenta de lo que has hablado?

Alfa: Si, lo sé… es normal. Era normal entre nosotros. Tenemos tan buena memoria que los detalles no se nos escapan, así que. Es normal que me extienda tanto.

MD: Bueno. Creo que hemos terminado. Igual seguiré por aquí, seré tu «psicóloga de cabecilla>. Tú sabes, quien te da consejos y te ve de vez en cuando. También arreglaré algunas cosas para que puedas hablar con otras personas, sé que estar aquí encerrada es fuerte, y te puede volver loca, pero descuida. Estás a salvo.

Alfa: Ya lo creo. Por cierto, ¿podrías darme ropa nueva? Uh, luego de varios meses estas algas empiezan a deshacerse por las múltiples lavadas que se le dan. Un día de estos voy a amanecer desnuda. Sólo te pido que no sea ropa áspera. Esa cosa rayaría mi piel.

MD: Claro que sí, querida. Espero que logres sentirte cómoda en este lugar. Hasta luego.

Alfa: Adiós, Meli.

<Fin de la Entrevista>