☦Rosa sueña con el quintismo.☦
Cuando Rosa se fue a dormir tuvo un sueño extraño: en él, ella recordaba su infancia, época cuando hablaba con su abuelo y él le contaba su propia niñez. Una época de antes que el derrame cerebral borrase sus memorias. Su voz se quebraría con el tiempo, pero el velo de nostalgia en ese tono la hizo sentir como si estuviese llevando gafas color de rosa a una infancia que nunca sintió.
De esa sensación de una infancia - sobre historias acerca de infancias - ella vio una estrella de mar entre los astros. Se extendía y cubría el universo, translúcida, como una mancha de petróleo hacía el vasto vacío. Sus múltiples tentáculos y brazos se apartaban del cuerpo principal y divergieron de ellos mismos una y otra vez, meciendo galaxias con toda la ternura de un amante y con toda la posesividad de un padre.
La estrella de mar amamantó al universo, permitiéndole crecer en sus múltiples brazos. O quizás el universo absorbía de la estrella de mar; Rosa no podía recordarlo. Durante un instante de miles de años, vio a la entidad empezar a desinflarse. Le recordaba de la gran cantidad de muertes que sucedían en su estado de California; los científicos lo llamaban Síndrome de Desgaste de la Estrella de mar o algo por el estilo. Corría el rumor de que la causa eran residuos radioactivos… Pero eso no era importante para el sueño o algo así.
Los múltiples brazos comenzaron a retorcerse en el océano cósmico como si pensasen por sí mismos. Algunos se aferraban firmemente, rompiéndose infinitamente en las galaxias dentro de su alcance. Otros se retorcieron y se alejaron del cuerpo principal, flotando en lo desconocido más allá del universo.
El enfoque cambió a uno de los tentáculos que se había fijado con el largo brazo - la vía láctea. Sus múltiples brazos empezaron a separarse de él como un árbol pudriéndose y el enfoque siguió esas fracturas. Pasaba por sistemas solares y planetas que ella encontraba familiares. Un pedazo en particular, pequeño y apenas perceptible en su translucencia, empezó a caer en un planeta azul que ella encontraba familiar como su hogar.
Este pequeño pedazo se rompió al entrar en la atmósfera, dispersándose en los vientos para ser depositado en el agua y el suelo. Su paisaje onírico estaba teñido con un pesar y un anhelo para volver lo que alguna vez fue…
Fue en ese momento que la alarma de su móvil despertó a Rosa.
Ella relató esto más tarde a sus miembros de la banda en una hoguera de la playa. Sus variopintos amigos guardaban silencio mientras hablaba, no podía distinguir si era por respeto o por confusión. Cuando su historia sobre el relato había terminado, el vocalista de la banda fue quien habló primero.
"…Puede que no fuese una estrella de mar, Rosa". La afirmación de Morgan era curiosa, como si le entretuviese esa idea. Le ofreció una sonrisa irónica y se levantó de su tronco hacia la camioneta tras ver a Brook destrozar la bolsa de Jet Puff.
Clyde estaba ajustando su guitarra como siempre, su melena castaña oscureciendo su expresión facial. Era el único que realmente sabía cómo tocar los instrumentos y entre el suave punteo y el crepitar del fuego solo había silencio.
Era su batería, Brook, que rompió la incomodidad mientras devoraba el resto de los malvaviscos. "Buen sueño. ¿Qué pensáis que significa?" Hablaba con comida en su boca, silenciando su candor pero engrasando la atmósfera lo suficiente para seguir con la conversación.
Rosa estaba a punto de hablar antes de ser interrumpida por Umiko, una persona amable que no era muy inteligente y no hablaba bien el inglés. Ni siquiera estaba segura del porqué estaba aquí en este viaje, tenía todo el talento musical de una vieira. "¡Hermoso significado!" Él exclamó, dándole una palmada. "¡Como Rosa!".
"Gracias, Umiko. No, en serio, pienso que esto es como una profecía o algo así, ¿sabéis? Estaba usando este nuevo cuarzo purificador que compré en la Casa de la Energía al final de la calle, ¡quizás haya desbloqueado un poder desconocido en mí o algo así!".
Clyde resopló al entusiasmo de Rosa. "Sí, eso es lo que dijiste la semana pasada sobre la empatía o algo así. ¿Te llamabas a ti misma como, un niño índigo durmiente o algo así?" Su sonrisa era bienintencionada, pero sus palabras sonaban escépticas.
Fue cuando el caballero en brillante armadura de Rosa volvió a interrumpir, dándole el paquete de malvaviscos a Brook. "Bueno, yo creo en Rosa". Habló Morgan, mirándola con sus ojos verdes inusualmente brillantes. Ella se arregló su flequillo casi reflexivamente. "Tal vez tenga una habilidad sin explotar en su interior. Quizás todos la tengamos, pero hemos olvidado como recordarla. Que habremos olvidado". Habló con una certeza que acalló a los demás miembros de la banda, incluso el punteo suave de Clyde.
Establecieron su calendario de ensayos esa noche. Bajo las estrellas, con los peces. Clyde consiguió mover algunos hilos para que pudiesen tocar en un lugar no tan lamentable, y Brook había sugerido una gran idea para una fiesta después de la gira. Morgan se apresuró para llegar con un acuerdo para reunirse con los fans de allí.
Morgan asistió a la reunión echando agua al fuego, siendo el único que era capaz de levantarse para hacerlo. Clyde y Rosa hicieron un repentino concurso de beber que terminó en un par de cervezas, Umiko los estaba llevando a casa, y Brook alegó una incapacidad para moverse después de comerse un mes de malvaviscos. Él le quitó el protagonismo. Se le metió una sonrisa por detrás del cuello, habiéndose dado cuenta que no se había sentido como en familia hace mucho tiempo.