Conociendo a Anderson

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La Agente Sasha Merlo bostezo mientras e movía lentamente por los pasillos del Sitio-64, con una taza de café en las manos. No había dormido mucho estos últimos días. La prisa por extraer tanta información útil de Miles Wilson como fuera posible, y la inminente posibilidad de un ataque por parte del PdI conocido como Anderson, habían creado un entorno completamente hostil al concepto de sueño. Merlo se detuvo frente a la puerta de su oficina y se froto el ojo con su mano libre antes de entrar. A medida que la puerta se cerraba tras ella, tomo un sorbo del liquido acre en la taza antes de notar que no estaba sola, otra persona estaba leyendo un archivo que había dejado en la mesa.

Frente a su escritorio había una figura masculina de una altura promedio. Llevaba una camisa roja brillante bajo una americana color carbón con pantalones a juego. Su piel era color marfil y era completamente calvo, con venas visibles bajo la brillante luz de la sala. No tenía orejas y su cara estaba escondida tras una mascara de comedia plateada. El individuo se irguió y miró al reloj poco llamativo que llevaba en la muñeca derecha.

“Oh, uh, llegas pronto,” dijo con una profunda y metálica voz masculina. “Tu, uh, tu descanso para el café promedio no debería acabar hasta al menos otros quince minutos.”

Merlo reconoció la voz en un instante. Soltó la taza instantáneamente y se llevo la mano hacia la pistola. Antes de que poner sus dedos alrededor de la culata, su invitado indeseado se había llevado las manos a los bolsillo y le había lanzado pegotes de una sustancia naranja. Cuando el primer pegote hizo contacto, sintió como su mano se quedaba pegada al pecho, la sustancia se endureció instantáneamente formando un caparazón. Los pegotes restantes la golpearon en las piernas y el otro brazo, encapsulándola en un brillante capullo naranja.

La Agente Merlo miró hacia arriba, se le quedó la respiración entrecortada mientras imaginaba millones de posibles escenarios, cada uno terminando progresivamente peor para ella y el resto de Gamma-13. El hombre se situó sobre ella, con un pegote azul neón en una mano mientras levantaba un dedo hacia la boca de su máscara.

“Deberías, um, deberías recordar que es lo que hace la cosa azul después de vuestro encuentro con Phineas,” dijo el intruso. “Si gritas o, uh, pides ayuda, te lanzaré esto a la cara.”

Merlo se callo inmediatamente, su mirada inmóvil mientras observaba a su asaltante metía la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y depositaba un pequeño orbe plateado sobre el escritorio. El orbe desplego inmediatamente varias patas mecánicas, y se revelo como uno de los Drones de reconocimiento Amur de Anderson. El hombre hizo un pequeño gesto, y el Amur comenzó a emitir un pequeños zumbido. Entonces puso el pegote azul de vuelta en el bolsillo de su chaqueta y se dirigió a apoyar a Merlo en una pared.

“Vale,” dijo, “Puedes, uh, ya puedes hablar libremente.”

“¿Por que?” preguntó Merlo, sus ojos se entrecerraron mientras miraba el Amur sobre su escritorio.

“Yo, uh, llamó a este chiquitín Benny,” respondió, el Amur saludo con una de sus muchas patas. “Es un Amur personalizado que construí yo mismo. Una de sus muchas características es un dispositivo de cancelación del sonido. Nada de lo que digamos, uh, se oirá fuera de esta sala.”

El hombre entonces volvió tras el escritorio de Merlo y tomó asiento en su silla.

“Tu, uh, seguramente ya lo habrás supuesto a estas alturas, pero soy Anderson,” dijo mientras se sentaba. “Encantado de conocerte, Sasha, supongo.”

“El placer es todo mío,” respondió Merlo tajantemente. Anderson asintió incómodamente, y devolvió su atención al archivo de abierto en el escritorio. La habitación quedo en silencio, excepto por el leve zumbido de Benny. Tras varios minutos, Merlo decidió finalmente hablar.

“¿Entonces que?” preguntó, “¿Solo vas a leer tu expediente e irte?”

“Bueno, uh, no voy a matarte, si es lo que estas pensando,” respondió Anderson riendo, “Parecéis creer que soy algún tipo de villano de James Bond cuando soy solo el propietario de un negoció pequeño. Para serte honesto, estaba esperando evitar una confrontación como esta en su totalidad. Tu, uh, simplemente volviste muy pronto.”

“Los propietarios de pequeños negocios no suelen fabricar torretas automáticas cuyos diseños rompen las leyes de la entropía,” dijo Merlo. Anderson se encogió de hombros.

“Este lo hace.”

“Supongo,” Merlo puso los ojos en blanco. “Eso todavía no explica como planeas irte de aquí con Miles. No vas a simplemente salir por la puerta principal.”

“Uh, Sasha,” Anderson soltó una risita, “He entrado por las puerta principal. Sacar a Miles por ahí no esta, uh , tan lejos del reino de la posibilidad. De hecho…”

Anderson pausó mientras sacaba un pequeños mando negro del bolsillo de su chaueta y presiono un botón. En unos pocos momentos, un bajo barullo se pudo oír en cada rincón de la instalación, junto a disparos. Cláxones de alarma unos segundos después. Anderson entonces coloco todos los papeles de vuelta en la carpeta y se alejo del escritorio.

“De todos modos,” continuó mientras se abría camino hacía la puerta. Benny rápidamente rodó fuera de la mesa y trepó por su pierna hasta el bolsillo de chaqueta. “Quienquiera que hizo mi expediente hizo, uh, un trabajazo. No sabía que teníais tantos trapos sucios sobre mí. Felicidades.”

Anderson abrió la puerta y puso un pie en el pasillo.

“Recuérdame que, uh, te compre una bebida la próxima vez,” gritó Anderson hacia la habitación mientras la puerta se cerraba. Merlo entonces escucho el estruendo de los cláxones de alarma y los ocasionales disparos.

“Estoy tan despedida,” dijo con un profundo suspiro. La Agente Merlo cerró los ojos y esperó a que alguien la encontrara.


La Agente Clarissa Shaw estaba caminado hacia la celda de contención donde estaban reteniendo a Miles Wilson. Traía una nueva tanda de preguntas, preparada para tomar ventaja del poco tiempo que quedaba antes que la última adquisición de Gamma-13 fuera transferida al cuidado del Sitio-81. Fue entonces cuando escucho las alarmas y los disparos, seguidos de un bajo retumbar, que lentamente creció hasta convertirse en una cacofonía. Curiosa, se giró para investigar. Shaw sintió como su mandíbula se abría. Un enjambre de miles de Drones de Reconocimiento Amur se acercaba rápidamente.

Shaw intento correr, pero antes de que pudiera moverse un poco más de un par de pasos el enjambre ya la había devorado. Sintió como algo le apuñalaba la pierna, y en unos pocos segundos se encontró en el suelo, incapaz de moverse. Pinchazos agudos cubrieron su cuerpo y gritó, solo para ver su grito ahogado por el sonido combinado del enjambre robótico. Después de una eternidad, el enjambre se había ido.

En unos momentos, Shaw había recuperado el control de sus extremidades y se recoloco la gafas cuidadosamente en su sitio habitual. Una de las lentes estaba arañada, pero más allá de eso las gafas de montura fina estaban intactas. Shaw miró a su alrededor por algún signo de la horda de drones, pero no vio nada más que el pasillo vació. Poniéndose en pie, la agente se hizo camino lentamente hacía la celda de Miles.

Para cuando había llegado a la celda correcta, Shaw descubrió que la puerta había sido forzada, varios miembros del personal de seguridad del Sitio-64 yacían desperdigados por el suelo. Mientras se esforzaban por levantarse, Shaw se dio cuenta de que debieron haber tenido un encontronazo imilar con el enjambre. Desenfundando cuidadosamente su pistola, Shaw dio un paso dentro del la celda, solo para encontrarla vacía con la tapa del conducto de ventilación hecha trizas. El olor a sangre entonces atrajo la atención de Shaw a el camastro de la cama. Encima, cuidadosamente doblada como si fuera ropa, estaba la piel de Miles.


En una mesa grande en una sala de conferencias decentemente iluminada sin ventanas, cinco individuos estaban sentados en silencio esperando a su sexto y séptimo invitado.

Presidiendo la mesa había un hombre musculoso cerca en sus cuarenta llamado Isaac. Fácilmente el que más sabía de negocios en la habitación, había trabajado anteriormente en una empresa de diseño armamentístico con sede en Los Angeles. Un ceño fruncido casi constante adornaba su cara.

A su derecha se sentaba una mujer bajita con un pelo moreno que le llegaba hasta los hombros, con ojos de un azul tenue, y una sonrisa cálida permanente. Su nombre era Medea, y había sido profesora de robótica en una universidad en Tennessee, aunque los otros en la sal habían ya olvidado su nombre hace tiempo.

A su lado estaba sentado su hijo adoptivo. Un prodigio en las robóticas, era un joven alto y larguirucho de unos veinte años y su cabeza estaba cubierta por un pelo rubio rizado. Un par de gafas cubrían sus ojos, y una sonrisilla estaba permanentemente en su rostro.

Al otro lado de la mesa se sentaba Phineas, un anciano que aparentaba estar unos cincuenta años, calvo, con una larga barba blanca, y una piel prácticamente translucida. Era tanto un “anartista” como un artesano, y cada vez que se movía se oía un leve zumbido mecánico..

Finalmente, al lado de Phineas se sentaba un hombre bajo, corpulento de mediana edad bajo, piel oscura y una permanente expresión de preocupación. Un especialista en la inteligencia artificial, el era el responsable de la existencia de las unidades Saker. Su nombre era Jeffery Wilson.

No mucho después, la única puerta de la habitación se abrió y se desbordó un enjambre de drones Amur en su interior, aglomerándose en una esquina. Los drones se apilaron en una columna de aproximadamente dos metros de alto. Varios sonidos eléctricos y sonidos de choques metálicos podrían eran audibles en el centro del pilar mientras los drones vibraban activos. Tras unos segundos más, los robos se dispersaron, volcándose por la puerta y dejando el endoesqueleto blanco de una unidad Saker en su lugar. Tras la partida de el ultimo dron, Anderson entro en la habitación.

“El, uh, el hijo pródigo a regresado,” dijo mientras se abría paso lentamente hasta el extremo de la mesa opuesto a Isaac. La brillante luz de la sala se reflejaba en la pintura plateada de su mascara de comedia. “Como prometí, um, he conseguido traer a Moles de vuelta también.”

Jeffery ya estaba en las esquina junto al endoesqueleto, investigando freneticamente cada centímetro cuadrado de su carcasa blanca. Unos segundo más tarde, Jeffery envolvió a Saker en un fuerte abrazo de oso.

“¿Papa?” la voz de Miles emergió del Saker. Jeffery comenzó a llorar.

“Lo siento Miles, por todo por lo que has pasado y por todo lo queda por hacer,” murmuró Jeffery.

“¿Sabes lo que debes hacer, verdad?” preguntó Medea. Jeffery soltó al Saker y se seco los ojos asintiendo.

“Saker-00,” le dijo al robot, “Presentante en el sitio de mantenimiento y apágate hasta nuevo aviso.” El Saker asintió mecánicamente y abandono la sala. Jeffery volvió entonces a la mesa de conferencias, y coloco la cabeza entre las manos.

“Como sea,” comenzó Jason, “¿Procedemos?”

“Así lo haremos,” contestó Anderson. “Supongo que Isaac a compartido con todos la oferta del Sr. Marshall?”

“Lo he hecho,” respondió Isaac.

“Y, um, estoy seguro que en la discusión subsiguiente, todos menos, uh, Isaac y Jeffery estuvieron en contra de rechazar la oferta.”

“Correcto,” respondió Phineas. “Lo siento, Vincent, pero eso es inaceptable.”

Anderson suspiro y dio la vuelta a sus silla.

“Amigos,” dijo Anderson, “Cuando originalmente me acerque a cada uno de vosotros, um, para empezar esta pequeña empresa, lo hice con una promesa. Esa promesa era, uh, proveeros la libertad para crear que os había sido denegada en cualquier otro lugar. Hasta hoy, he sido capaz de mantener esa promesa, pero esa tareas se hace cada vez más complicada con cada venta que hacemos..”

Anderson se dio la vuelta para encarar a sus colegas.

“Sería estúpido de nosotros asumir , uh, asumir que somos tan agiles ahora como lo éramos cuando fundamos está compañía. Cada vez más de nuestras ventas resultan ser operaciones encubiertas de la Fundación. a este paso, um, es solo cuestión de tiempo hasta que capturen a uno de nosotros. Medea es de otro universo, ¿Qué creéis que le hará la Fundación si la captura? Phineas, yo, uh, espero que te guste ser tetrapléjico porque se llevaran tus prostéticas si te capturan. Si no matan a Isaac, Jason o Jeffery de seguro os borraran la memoria y os dejarán a un lado de una autopista en Indiana.”

Anderson sacudió la cabeza.

“La oferta del Sr. Marshall es bastante generosa. Todavía estamos a cargo de la fabricación y mantenemos el control creativo sobre nuestros productos. Solo piden los derechos de distribución y el acceso a nuestros clientes.”

“Me niego a trabajar en los términos de nadie más que yo,” interrumpió Phineas. “Y no dejaré que me presiones, Vincent, esta vez no.”

“No trato de presionaros a ninguno de vosotros,” respondió Anderson fríamente. “Deberías saber ya que os consideró a todos mis iguales en esta travesía, y, que si todos de verdad sentís que aceptar esta oferta creara diferencias irreconciliables, y dejare el tema atrás. Yo, uh, Yo solo no podre garantizar mi promesa original en ese caso.”

La habitación quedo en silencio por unos momentos. Uno por uno, Anderson miró a cada uno de sus colegas, todos evitando su mirada.

“¿Todos a favor?” preguntó Isaac. Todos menos Phineas alzaron la mano. “Ganan los síes. Gracias a todos, tendré el papeleo listo esta noche.”

Pronto, la sala de conferencia se fue vaciando uno por uno hasta que solo quedaron Phineas y Anderson. Eventualmente, Anderson comenzó a caminar hacia la puerta.

“¿Como has podido?” reclamó Phineas mientras se marchaba.

Anderson no se molestó en responder, saliendo de la habitación sin mirar atrás.


El Secret Crest Pub era un pequeño pub situado en el Distrito de las Perlas Portland. Debido a que era El hecho de que la propiedad fuera gestionada por un antiguo director de Site-64 la convirtió en un destino popular para el personal de las instalaciones una vez terminaban sus turnos. Por eso, las Agentes Shaw y Merlo se encontraban sentadas una mesa en un rincón discreto del bar.

“¿Sabes lo que llamó Carter a Gamma-13 después de una de esas veces que se tomó unas cuantas de más?” preguntó Merlo a Shaw, con su mano firmemente agarrando su cuarta pinta.

“Ni idea,” respondió Shaw con una alegre sonrisa, consciente de que su jefa probablemente también había bebido de más.

“Las Cagadas de Asimov,” dijo Merlo con un gesto grandilocuente de la mano. “No era el titulo más creativo, pero Carter tenía un punto. Es un paso adelante y veinte para atrás. Pero oye, al menos no somo Alfa-9.”

Shaw rio mientras se terminaba su primera pinta.

“¿Que va a pasar con nosotros?” preguntó.

“Lo mismo que nos pasa siempre que metemos la pata. Holman resignara a nuestros agentes a ayudar a callar el anarte local,” respondió Merlo con un suspiro. Ella entonces miro a su compañera y sonrió, “Encajaras perfectamente, Shaw. Los anartistas nos llaman ‘Los trajes’ por ahí.”

“Bien, entonces,” respondió la Agente Shaw mientras dos pintas eran traídas a su mesa. “Al menos tenemos trabajo asegurado.”

Shaw luego levantó su pinta para brindar.

“A las Cagadas de Asimov.”

“A las Cagadas de Asimov,” respondió Merlo. Ambas mujeres chocaron sus vasos, preparadas para ahogar sus frustraciones a lo largo de la noche.


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