¿Alguna vez has amado a alguien?
No como ese amor de familia, o como la devoción… sino el amor real y ciego. No creo que la gente sepa cuán peligroso es el verdadero amor puro. El amor te lleva a hacer grandes cosas, pero también puede llevarte a hacer cosas terribles, terribles. Mentir, engañar, robar, vender a tu mejor amigo, a tu familia… a ti mismo, todo por la esperanza, solo la esperanza, de que hará feliz al objeto de tu amor. Sólo la esperanza.
La conocí después del instituto. La conocía de antes, pero nunca me atreví a invitarla a salir. Un día, los dos estábamos visitando a los mismos amigos… empezamos a hablar… ahí estaba. Fue como una fiebre. Me sentí enfermo de amor, ese tipo de ardor cálido y autodestructivo que se siente en las garras de una enfermedad. Es desagradable, sí… pero reconfortante, también. Tardé tres meses en decirle que la amaba. Creo que ella lo supo desde el primer segundo que la vi. La besé por primera vez después de ayudarla a sacar la basura. O, mejor dicho, ella me besó a mí. Me sentí como si me hubiera atropellado un autobús, y quería que volviera a ocurrir.
¿Hablas siempre en serio cuando hablas con tus seres queridos? Sinceramente, ¿lo haces? Piensa en ello. ¿Qué tan seguido dices "te quiero" para llenar espacio? Qué tan seguido dices "siempre estaremos juntos" más para acallar miedos que como una expresión profunda de cariño. Le dije que haría cualquier cosa por ella, que daría todo lo que tenía para estar con ella, siempre. Acabábamos de hacer el amor por primera vez, en el suelo del salón de su madre, mientras veíamos Nosferatu. Aún no he visto el final de esa película.
Lo dije en serio, cuando lo dije. Lo sentí, como tragar una pequeña piedra, un peso dentro de mí. Haría cualquier cosa por ella.
Nos habíamos mudado, conseguido un apartamento… entonces su madre se enfermó. Tuvo que ser ingresada… necesitaba un tratamiento caro. Mi amada estaba casi catatónica de la preocupación. Éramos histéricamente pobres. Le dije que conseguiría el dinero, de alguna manera. Trabajaría todo lo que pudiera, haría pequeños trabajos, y haría que su madre estuviera bien. Tenía dos trabajos entre semana y tres los fines de semana. Dormía tres horas, luego una, luego ninguna. Me estaba muriendo por dentro, un silbido vacío en mi alma donde el sueño y el cansancio esperaban para clavarme las arrastrarme con sus garras a un pozo… y aún así seguí adelante. Vacilante, destrozado, con los ojos negros e hinchados, conseguí el dinero. En el momento en que se lo entregué, caí al suelo, dándome una leve conmoción cerebral y dormí durante tres días.
Ella comenzó a preocuparse por mí, cada vez más. Decía que yo trabajaba demasiado, demasiado. Se sentía como un cuchillo en el tímpano la idea de defraudarla, que era preferible afeitarme en seco con un clavo oxidado antes que fallarle. Me rogó, me suplicó que me detuviera… pero vi su amor en sus ojos. Ella sabía por qué lo hacía, yo empujando hacia adelante, con tanta fuerza. A pesar de su miedo, aceptó este sacrificio de mí mismo. Si las cuentas se devoraban el presupuesto para la comida, yo no comía durante semanas, hasta que nos recuperáramos. Si nos faltaba gasolina, o el coche se averiaba, yo caminaba hasta donde hiciera falta, sin importarme el viento, el frío, la lluvia, el… dolor.
Yo iba andando cuando me atropelló ese coche. Creo que ella nunca se lo perdonará del todo. Yo estaba agotado, muerto de cansancio, pero caminaba deprisa hacia el trabajo, cuando no vi una señal… o alguien hizo caso omiso de la misma. Solo me di cuenta de mi error cuando la parrilla me quebró cuatro costillas. Para cuando asimilé realmente la situación, yo estaba muerto, mi cuello destrozado y retorcido, las extremidades sustituidas por plomo.
Lo único que podía oír, o ver, era a ella, tendida desnuda sobre su alfombra rasposa, con lágrimas en los ojos, escuchándome decirle que siempre la querría, que siempre estaría con ella, que haría cualquier cosa por ella.
Que nunca la abandonaría.
No sé cómo llegué a casa. Me caí mucho, dejando abstractos ángeles de nieve a mi paso. Dejé de sangrar un poco antes de llegar a casa, la sangre solidificándose en mi piel con el frío. Mis huesos crujían y se deshacían como un saco de grava, pero seguí adelante, apretando los dientes hasta que se me resquebrajaron. Creo que ella se horrorizó cuando caí en la puerta, aterrizando como un trozo de carne congelada. Y supongo que lo estaba. Tuvimos unos días difíciles. Ella quería que fuera al médico y yo le decía que no creía que eso ayudara. Cuando me tomó el pulso, finalmente dejó de preguntar.
Nos tomó una eternidad entenderlo. Logramos que mis huesos y demás cosas estuvieran más o menos arreglados… llamé al trabajo, me tomé todas mis vacaciones, tratando de pensar. En retrospectiva, era horriblemente simple, pero no es como si hubiese un manual. Le dije lo que pensaba, y ella estaba… enojada, por decir lo menos. La convencí, con el tiempo. Sin embargo, no me miró a los ojos cuando me fui.
Nunca se hace más fácil. Mi carne se arruinó, pero mi voluntad permanece. Pero aun así, la voluntad no puede unir huesos ni coser la piel. Duele mucho, cada vez. Los… trozos que no sirven, los podridos, son… expulsados. Si tengo suerte, es como vomitar o tener diarrea. Más a menudo, todo solo… sale a través de la piel, antes de que ésta sane. Te sorprendería lo mucho que se rompe el cuerpo cuando no puede curarse sin más. Aún así, verla sonreír… sabiendo que puedo cumplir mi promesa otro día, otra semana… hace que todo esté bien. Por poco.
Así que, entiende que, cuando hago esto, no es porque sea un monstruo codicioso. No es… hambre, ni nada, es sólo lo que tengo que hacer, para seguir adelante. Para mantener mi promesa. Ni siquiera siento el sabor de la carne, es sólo… neutro, como agua sólida o algo así. Lo siento, de verdad… si hubiera otra forma, lo estaría haciendo. Pero…tiene que ser humano, y vivo. He intentado todas las otras maneras, y no funciona. Por favor, solo… no llores, soy un tonto para llorar, y si empiezas, entonces yo empezaré, y mis lágrimas son… amargas, y saben fatal. Trataré de hacerlo rápido, perdón por hablar tanto…sé que la cuerda debe doler.
Es solo que… ya no salgo mucho… del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. La amo tanto, ella es tan fantástica… pero.. .este es realmente mi único tiempo a solas, ¿sabes? Puedo ver que tú también amas a alguien… así que sabes cómo es. Tú también estarías en mi lugar, si fuera necesario. Se lo prometí, y mantendré esa promesa para siempre. Tu cuerpo me ayudará a mantener esa promesa. Trataré de hacerlo rápido.
El amor nos convierte a todos en monstruos, tarde o temprano.
Trata de quedarte flácido, o te dolerá más cuando muerda el músculo.