Integración
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[ Interestatal 801, EE. UU. ]

[ 12 de Febrero de 20██, 22:23 ]


— ¿Y ahora te duele, Víctor?

— No…

La linterna médica del memeticista Albert Sincich pasaba suavemente entre los ojos del agente Penz, esto siendo parte del protocolo de chequeo médico ante Ataques de Agentes Meméticos. Él revisaba cada milímetro de ambos globos oculares con una alta atención buscando alguna respuesta ante estimulo, pero nada parecía fuera de lugar.

— Víctor puedes taparte tu ojo sano con tu mano, por favor. — El agente siguió su indicación—. Ahora abre tu ojo derecho… Eso. Ahora dime ¿sientes, escuchas, o hueles algo desde tu ojo o tu cabeza? Cualquier cosa, si es así ¿puedes describírmelo?

Víctor aguantó la respiración por un momento, el doctor podía ver como el ojo se movía sin ningún enfoque aparente. Se movía de un lado a lado a la vez que de apoco se contraía su pupila. Víctor retomó su respiración.

— No diría si es que puedo sentirlo… Es como si solo se estuviera proyectando un video en mi cabeza, y a la vez sé que viene de mi ojo. No entiendo nada de lo que dice, pero sé que me esta “diciendo algo” o no sé. – Terminó de describir Víctor apartando la mano de su rostro y cerró ambos ojos mostrando una expresión de molestia.

— Entiendo.

El doctor finalmente apagó su linterna, y se retiró sus gruesas gafas que lo protegían contra peligros meméticos.

— Bien. No es nada grave. Sí, estás infectado con un meme, pero no es agresivo o de fácil propagación, solo se mantiene huésped en tu ojo y no parece reaccionar con ningún estimulo que pueden producir mis herramientas al alcance. Hmm. — El doctor golpeó la linterna contra su palma repetidas veces, mientras que Víctor lo observaba con una clara mirada de preocupación—. Te haré una solicitud para que te envíen al laboratorio del Sitio-28 y te limpien con el Sanitizador Mnemótico, ahí te harán una serie de pruebas y seguro saldrás limpió de ahí.

— Espere… ¿no me van a sacar el ojo o sí?

— Si no te mueves mucho durante el proceso, tal vez no.

Víctor lo miró con ambos ojos abiertos y en absoluto silencio.

— Je, je. Es broma, estarás bien muchacho. No te preocupes.

Mientras tarareaba una melodía el doctor comenzó a recoger sus cosas y las guardó en su enorme bolso de instrumentos. Después de recoger todo y despedirse del agente agitando su mano se dirigió a la puerta que conectaba con la cabina del conductor, adelante de él Víctor pudo ver al agente Turner, el cual se encontraba recostado descansando en una camilla junto a la puerta. Este poseía curaciones por todo el cuerpo, de los cuales los más notorios eran el que recubría su nariz, y una bota ortopédica que afirmaba su pie izquierdo.

Por dentro, la ambulancia apenas se movía, dando suaves y pequeños golpes por algún bache casual que pasaba, haciendo que los instrumentos médicos tintinearan por el vehículo.

Pesa a la molestia que le provocaba el flujo de información de lo que sea que tuviera en su ojo, La cabeza de Víctor no paraba de pensar en las palabras de su compañero. ¿Miedo? ¿Miedo de qué? Nunca habría pensado que alguien como Turner pudiera perder los estribos así de rápido. Todos estos meses y nunca se había mostrado así frente a nadie, ni cuando fue el incidente fungicida. ¿Nadie sabrá de esto? Su compañero, Olivera ¿sabrá algo? ¿Cómo ha sido trabajar con él? Estas y más incógnitas nublaron su conciencia, pero el agente ya estaba cansado, todo su cuerpo apenas le permitía sentarse. Por ahora lo único que podía hacer, era recostar su cabeza, cerrar los ojos, y relajarse.


El sonido rocoso de dos objetos frotándose era lo único que se podía escuchar dentro del auto.

Steffano González se dirigía al centro operativo de Nueva York para ayudar al personal que fue gravemente heridos durante el enfrentamiento de una anomalía humanoide altamente peligrosa, pero que pudieron tratar a tiempo. El aviso fue de improvisto, y aquel sonido que venía acompañándolo hace no mucho le comenzó a irritar.

Sin perder la concentración de lo que pasaba en la carretera, el entrenador miró levemente a su derecha para dar con el origen de lo que le molestaba.

Un joven adulto, tenía enfocada su mirada en la ventanilla de la puerta mientras que por debajo de sus piernas hacia fricción con los dedos de su mano izquierda. Al fijarse con más detalle pudo ver que de su mano se desprendía un polvo gris que se desparramaba por la alfombra del copiloto.

Steffano devolvió su mirada a la carretera, exhalo y finalmente decidió hablar.

— La alfombra es nueva por si acaso.

De un salto, el hombre se dio vuelta para ver a González y agarrar conciencia de lo que hacía.

— ¡Ah! Eh, lo siento. Ando… ejem… nervioso. Eso es todo. — Dijo el hombre tras limpiar su mano en la chaqueta.

Para esta hora del viaje, Txumari Campillay ya estaría por quedarse dormido, pero el conflicto que tuvo que ver desde la camioneta, más la presión de no saber si es encontraban bien sus compañeros le carcomía la cabeza, y el instructor estaba consciente de esto, ya que el ingeniero no había despejado a la vista de la ventanilla desde que entró al auto.

— ¿Qué te preocupa tanto? Ellos están bien.

— Es que… no es nada.

— Escupilo. No te va a hacer bien si lo retenes en el pecho.

— Me trae… recuerdos.

Steffano se quedo en silencio un momento.

— Bueno, sí andas muy nervioso… Tengo algo de música acá que podemos poner el resto del camino. — Dijo el instructor mientras apuntaba a la guantera.

— Oh… Eh je je. Gracias, pero no creo que tenga el mismo gusto que yo…

— Te sorprenderías. ¿Qué escuchas?

— Ah… Rock chileno.

— ¿Rock chileno? ¿Cómo los prisioneros, Los bunkers, Chancho en Piedra?

— Eh… si algo asi. — El ingeniero se quedo en silencio mirando de reojo a González hasta finalmente voltear su cabeza—. ¿Por qué? ¿Los tiene?

— Si te soy honesto no sé. Pero podes revisar si hay algo que te guste.

El ingeniero inmediatamente abrió la guantera y comenzó a escarbar. Ahí dentro podía encontrar de todo, papeles, envoltorios, municiones, una radio, un botiquín de primeros auxilios, y un montón de cajas de CD. Txumari agarró esas ultimas y las puso en sus piernas, y comenzó a examinar una por una, mientras ponía ojos de asombro al ver con lo que venia cargado el instructor.

Al ver a su pasajero mas relajado, finalmente pudo encontrar un momento para iniciar una conversación.

— ¿Y qué tal te está pareciendo?

— ¿Ah? ¿Qué cosa?

— La estadía en general, el viaje, ¿Qué tal?

— Ah, bueno… primero, ¿Qué estadía? Ni me han dado una pieza donde dormir. Segundo, pues… ha sido de todo menos tranquilo.

— Claro. Si te han estado moviendo de avión a avión. Y ahora con lo último…

— Claro…

— Entonces. ¿De qué era el recuerdo si se puede saber?

— No es nada…

— ¿Lo que pasó en Antártica?

Txumari se detuvo y devolvió lentamente la mirada al instructor que se mantenía concentrado en la carretera.

— ¿L-lo sabe? — Pregunto el joven con algo de preocupación

— Sip. Me aseguro bien de conocer a quien sea que este trayendo. Y cuando es todo, es todo, lo del cuadrante Delta, Sitio-303.

El joven se sacó los lentes, pasó su mano derecha por su cara apretando sus ojos, y dejó salir un fuerte respiro mientras dejaba que el carrusel de emociones lo golpeara tras escuchar esas palabras.

— La verdad es que… que bueno. — Txumari se volvió poner sus lentes—. Mucha de la gente omite esa marca dentro de mi historial y solo ve lo que le interesa. “Ah miren, este cabro es computin, mándelo para la sede de tanto y dejen que arregle su maquinita.” Y aunque siendo sincero, no me molesta tanto, pero ya llevo haciendo esto bastante tiempo y se nota que a este punto solo les importa lo práctico.

El ingeniero se quedó mirando las cajas sobre sus piernas por un instante, luego alzó su mano y se miró los dedos que había friccionado anteriormente, y observó las marcas blancas que tenían las yemas de su índice y pulgar.

— ¿Qué hay de usted? — Preguntó Txumari retomando la búsqueda del álbum que lo acompañaría el resto del camino—. ¿Qué tal su trabajo?

— ¿Qué querés saber exactamente? — Respondió Steffano

— Pues… ¿Cómo es estar en el campo? O sea, bueno yo ya lo vi, pero ¿Cómo se siente estar ahí fuera? Sabiendo que en cualquier momento vas a morir

Steffano resopló levemente con la nariz

— A ver. No es muy distinto a otro trabajo normal. Hay responsabilidades, hay tiempos y formas para hacer las cosas. Tiene un aspecto impredecible, ya sabes, lidiar con todo eso. Pero… — El operador asintió suavemente—. Siento que es algo que tendrías que poder vivir en persona al menos una vez para entender la satisfacción que da.

— ¿Adrenalina?

— Puedes llamarlo así. Pero el punto es estar preparado, uno nunca sabe que es lo que le espera detrás de cada puerta.

— Creo que puedo relacionarme a eso… Le tengo una pregunta, señor González. —Dijo Campillay, mientras miraba la última caja quedaba por inspeccionar.

— Te oigo.

— ¿Por qué me trajo aquí? Y no lo digo por lo que sepa hacer o no ¿Por qué me eligió por otros técnicos?

El agente gruñó levemente y tamborileo el volante, mientras pensaba en que decirle al joven de nacionalidad chileno.

— Decime algo. ¿Qué es lo que hizo que tomaras el volante, pisaras a tope el acelerador, y le dieras con la camioneta a ese viejo hijo de puta?

— Ummm… el Agente Turner… me dijo.

— No. Él te dijo que llamaras refuerzos. ¿Quién te llamó?

— Yo… no sé.

— Nadie. — Dijo el instructor firmemente—. Nadie te llamó. Pero viste que estaban en peligro y tú tomaste iniciativa.

El técnico simplemente se quedó callado.

— Hace 3 años, después de que esa tormenta te dejara hecha mierda la piel. Tu equipo se estaba a punto de rendir con la investigación, ya iban tres ocasiones en donde el desarrollo del proyecto estaba a punto de cerrarse por una inconveniencia, y el sitio simplemente no podía seguir gastando en eso. Pero, al final no solo fuero inconveniencias, tú te diste cuenta de algo ¿Qué era?

— El director del Departamento de Tecnología quería cerrar el proyecto para retomarlo el mismo. Nos dimos cuenta de que era un ex-miembro de Anderson Robotics, y quería rediseñar el proyecto bajo los viejos planos de dicho grupo que rompía con las leyes éticas de la Fundación.

—¿Y cómo lo descubriste?

— Accedí… a información clasificada, y rompí con las normas de seguridad del Sitio. — le respondió cabizbajo el ingeniero.

— ¿Alguien te dijo que debías hacerlo?

— No.

Steffano se quedó callado un momento.

— Si hubiese sido por capacidades, había decenas de opciones encima de vos, gente más experimentada. Pero para este trabajo, necesito a alguien que tenga ambos ojos bien abiertos, que pueda confiar plenamente. Quien sea que se siente detrás de esa silla me va a decir lo que puedo y no puedo ver en todo momento. Sea donde esté.

— ¿Quiere que rompa las reglas?

— Para eso estoy yo. Yo te diré que es lo que puedes o no hacer.

El ingeniero se le quedo mirando un momento al instructor con una mirada extrañada.

— Se que, para vos, este trabajo no es parecido a nada que has hecho antes, pero como cualquier cambio en la vida te iras acostumbrando, y has hecho eso muy bien hasta ahora. — Steffano giró para ver un momento al técnico—. Y sé que al final podrás encontrar un lugar donde sentirte bien.

El técnico inspiró y exhaló lenta y suavemente pensando en las palabras que el operador le había dicho. Toda su vida lo habían estado moviendo de un lugar a otro, teniendo que acomodarse a lo que sea que sus superiores le indicaran, ignorando lo que había hecho en el Sitio-303, por todo lo que había pasado tras esa tormenta, solo siendo un engranaje más en la maquinaria de la Fundación. Pero ahora, en mucho tiempo, sintió como alguien podía verlo como realmente es.

— ¿Encontraste algo que te gusta?

— No. — Campillay elevó la mano y se golpeó la rodilla despacio. Tras analizar un poco la situación, sacó uno de los discos de entre medio—. Pero creo que con este se acomoda mas a mis gustos

— Viste. — Steffano asintió con su cabeza

González presionó uno de los botones de la radio del auto he hizo que la pequeña pantalla que tenía arriba se retrajera revelando una entrada de disco. El ingeniero introdujo el disco y el auto se llenó de lo que los parlantes tenían que ofrecer.

En un rato las cabezas del personal comenzaron a tambalear al ritmo de Divididos, a la vez que Campillay se formaba una pequeña sonrisa en el rostro.



[ Oficinas, Dpto. de Informática y Telecomunicaciones, Sitio-28, New York, EE. UU ]

[ 02 de Marzo de 20██, 09:10 ]


El ruido de los teclados, ventiladores, clickeos y teléfonos formaban parte del armonioso flujo que venía de cada parte del Departamento de Informática, cada uno de los empleados estaba completamente enfocado en lo que debía hacer, algunos administraban los servidores del sitio, otros se encargaban de las redes de la intranet y otros simplemente esperaban, redactaban y hacían fila en la impresora para sacar más y más documentos.

Del largo pasillo que surgía desde el elevador hasta la ventana que daba con el patio del Sitio, un hombre adulto casi en sus cuarenta caminaba con ciertos documentos en mano dirigiéndose hacia un puesto que se encontraba casi al final, un tanto apartado por los demás trabajadores.

Una vez cerca el hombre toco con su puño la mesa para llamar la atención de Txumari Campillay, que se encontraba tecleando en su puesto con unos audífonos puesto. El técnico se da vuelta y se saca los audífonos revelando la fuerte música que salía de ellos e inmediatamente silencia la salida de audio de su computador.

— Buenos días, Investigador Campillay. Me alegra saber que se ha acomodado bastante bien a las instalaciones. — dijo el hombre mientras estiraba su mano.

— H-hola, sí… Investigador… ¿Carmine? Creo que usted también lo habían transferido ¿o no? — le respondió Txumari mientras agitaba rápidamente la mano del investigador.

— Carlile, sí, fui transferido hace unos meses. — Le respondió mientras se secaba su mano en su delantal.

— Parece que usted se ha familiarizado bastante aquí, también.

— Por supuesto, hace tiempo llevo trabajando en sitios de gran magnitud.

— Oh.

— En fin, vengo a entregarle esto, sé que es una molestia interrumpirlo, pero es de suma importancia.

Carlile le entrega las carpetas al técnico el cual se seca las manos con una toalla que tenía al lado y las recibe. Este apoya las carpetas en sus piernas y empieza a ojearlas una por una. Al fijarse detalladamente en su contenido el semblante de Campillay empieza a extrañarse poco a poco mientras va avanzando por las páginas.

— Que tenga buen día. — Le dijo el Investigador general, luego hizo un ademán con la cabeza señalando el otro lado de la sala.

Cuando el investigador se retiró, Txumari se dio vuelta a ver y notó al agente Víctor Penz apoyado cerca de la salida del elevador haciéndole un saludo con su mano izquierda levantando dos dedos. El ingeniero levanto levemente sus lentes en señal de respuesta. Tras esto el agente apunto a un pasillo con su pulgar.


La puerta de la oscura habitación se abrió plenamente dejando ingresar a Txumari y Víctor quienes venían callados desde las oficinas, una vez dentro Víctor miró por fuera asegurándose de que no hubiera nadie en el pasillo y cerró la puerta suavemente.

El ingeniero encendió una lampara que encontraba sobre la mesa y puso un montón de papeles sobre esta, algunos agrupados en carpetas y otros simplemente venían sueltos. Finalmente, el técnico se sentó seguido de su compañero. Una vez sentados frente a frente, Txumari inhaló y exhaló lentamente.

I didn’t expect to see-

— Mismo continente. — Interrumpió Víctor a Txumari tras alzar una mano.

— Verdad, verdad. — Txumari se rascó la cabeza por un momento. — No esperaba a verlo de nuevo, agente Penz. Normalmente es su mentor es quien me llama a estas reuniones

— Él estaba ocupado. Tenía que atender un trabajo.

— Entiendo… Y… ¿Qué tal su ojo?

— Bien. Puedo ver.

— Que bueno, y su… compañero ¿Ya está mejor?

— Camina bien pero cada tanto chista.

— Ya veo. Ejem. Bueno, entonces… ¿supongo que vamos directo al grano?

Penz asintió con la cabeza. El ingeniero empezó agrupar los documentos por tres partes. Unos eran registros de información recogidos del trafico de red de los computadores de la división de logística del Sitio. Otros expedientes personales. Y finalmente unas carpetas llenas de fotos de sistema de vigilancia.

— Okay. Entonces, ¿Qué tan familiarizado está con el caso? — Dijo Campillay extendiendo sus dedos por sobre la mesa.

— Me sé lo importante de memoria. — Dijo Penz mientras se limpiaba sus lentes.

—Entonces, sabe quién es este hombre… — Dijo Campillay mientras le mostraba el documento de una Persona de Interés. Este indicaba a un anciano demacrado y en la foto notaba que traía una familiar chaqueta de bombero gastada. Tras observarlo bien, Penz miró con una ceja levantada al técnico.

— Bueno, sí, lo conoce. Pero refiero a su identidad. — Txumari guarda el documento en la sección de expedientes—. Tras buscar en varios Expedientes PdIs con perfiles similares, y consultar con casos siendo investigados por la división de criminología anómala finalmente di con quien era. Él es Adrian Matthew Berkeley, un humanoide anómalo que trabajaba como sicario para organizaciones criminales anómalas ubicadas en Estados Unidos, lleva años operando tras el Velo, y hace un mes fue eliminado durante un accidente por un operativo de la Fundación y ya se sabe el cuento… Por ahora no es importante, pero quiero que lo tenga en cuenta.

Txumari colocó el documento en la mesa y entrecruzó sus dedos.

— En la última reunión había discutido con el señor González sobre una serie de eventos que noté desde que ocurrió el incidente en la gasolinera. Desde que le fue extraído el meme en su ojo, agente, ha habido muchos movimientos dentro de nuestro tráfico de red aquí en sitio. Ahora, tal vez eso no es de sorprenderse, movemos información todos los días, pero a ciertas horas es cuando el tráfico es notablemente mayor y cada encargado debe enfocarse en administrar bien los recursos para que todo llegue a donde corresponde. Los registros que de los hablo vienen por el horario de noche, específicamente, de 10:10 a 10:15. Justo después de que la mayoría se vaya a dormir.

Txumari le muestra de la carpeta de tráfico, una serie de planillas llenas de tablas con cientos de direcciones de IP con tiempo e información adjuntas que mostraban toda la información que se pasaba dentro de los servidores del sitio. En una de las tablas, unas filas estaban destacadas con marcador y varios caracteres encerrados con plumón rojo.

— Justo aquí en las horas que le dije, esta información llega desde una dirección bloqueada y es recibida por aparentemente algunos de los computadores que tenemos en las oficinas. Revisé cada uno de los computadores que corresponden a las direcciones, pero ninguno concuerda con los registros de aquí. Y si eso le parece extraño, los datos que se pasan están todos encriptados con cifrado que no maneja los protocolos de seguridad actual. Intenté seguir buscando fuentes de información como las cámaras de video y cuestioné al personal que usó últimamente esos computadores, pero nada, las cámaras no mostraban absolutamente nada y el personal no sabía nada y parecían totalmente limpios… ¡Salvo por una cosa!

El ingeniero guarda los registros en sus carpetas, y se frota las manos en señal de emoción, mientras que el agente lo mira seria y atentamente.

— Noté que uno de los supervisores del turno de noche es Jeffrey S. Connor, un investigador que lleva mas de 20 años siendo parte del personal de este departamento. — Campillay sacó un documento de la sección de expedientes que concordaba con el perfil del hombre mencionado—. Él trabajó también en el desarrollo de los protocolos de seguridad de la información del Sitio, por lo que también participó en la creación de cifrado de datos para su transferencia con servidores y redes externas al sitio. Así que pensé, por qué no revisar alguno que concuerde, y efectivamente no solo uno si no que tres se parecían mucho a la estructura de los datos cifrados que tiene, y digo parece porque ninguno da un resultado “claro”. Pero no me rendí, intenté ver quizás los mensajes que enviaba de los dispositivos que usa, y ¡BAM!, hay varios mensajes que concuerdan perfectamente con uno de sus cifrados. Los mensajes son muy cortos y consisten en lo que parecen números aleatorios, pero no lo son, son coordenadas.

El ingeniero deja el expediente en la mesa y procede a sacar un montón de fotografías de la carpeta del registro de cámaras, cada vez más emocionado.

— Y que… coincidencia, que cada una da una ubicación dentro de la ciudad. Pero bueno, aquí esta. — Campillay muestra las imágenes, apuntando repetidamente con el dedo a Connor junto a un hombre desconocido.—. Ese hombre de ahí encapuchado es Yuhang Park, líder de una banda criminal anómala que opera dentro de Estados Unidos… Ya sabe a lo que le suena a esto, ¿verdad?

Antes de que Penz dijera una palabra, Campillay lo interrumpió casi de inmediato mostrándole en la cara el perfil del viejo piromante.

— ¡ASÍ ES! El viejo loco. Son de la misma banda, y entonces pensé… “¿Por qué no voy al origen del asunto?” Y decidí pedir una copia del informe del meme que tenía en el ojo y este indicó que no era más que lo que parece ser un mapa. Mapa que al igual que cualquier otra imagen se puede pasar bitmap y de un bitmap se puede sacar una cadena alfanumérica, y eso hice, pasé el resultado por el cifrado y… — Campillay apretó su puño mientras intentaba contener una gran euforia—. Finalmente, ahí estaba en todo su esplendor, el mensaje era exactamente el mapa del meme. Tenía pruebas, tenía el sospechoso, pero estaba seguro de que él no era el único en el asunto, asi que bajo un criterio que no mencionare para no hacer larga la historia, descubrí a los siguientes involucrados.

Tras dejar todos los papeles de manera ordenada en sus respectivas carpetas, Txumari sacó dos expedientes más de la sección de expedientes.

— Dr. Albert Sincich, memeticista, trabajó con Connor en un proyecto anterior. Dentro de los últimos días su bandeja de correo han salido mensajes con el cifrado de Connor concordando con las horas del registro de tráfico, él le pasó la información del mapa. Y Inv. Gabriel Mayhew, él trabaja aquí en el turno de noche. Junto a Connor se encargó de limpiar todos los rastros de información en las computadoras y bloquear las direcciones de envió, también limpió las grabaciones de las cámaras. Tres. Ratas. Traidoras.

Finalmente, Txumari se reclinó en su silla con una amplia sonrisa esperando la aprobación de su compañero.

— ¡Caso Cerrado!

Penz se limpió la cara con sus manos intentando de procesar todo el tren de información que le acaba de golpear.

— Erm… Sí, creo. — Le respondió Penz conmocionado.

— ¿Creo? ¡Está mas que claro! ¿O no entendió algo…?

No. — Le respondió el agente alto y claro—. S-Si entendí todo.

— Que bueno.

— ¿Qué es… que es lo que lleva al mapa?

— Eso… si que no sé. Revisé registros del lugar, no es más que un galpón abandonado, lleno de grafitis raros, y basura. — Txumari tamborileó la mesa con sus secos dedos—. Y… ¿Qué van a hacer con el caso?

— Se lo llevaremos a los de arriba. Ellos verán que hacer, seguramente te pedirán que estés ahí con Steffano y les tendrás que explicarles el asunto. No sé que pasará con los involucrados.

Txumari miró con duda a Víctor mientras hizo una seña con el pulgar cruzando su cuello, a lo que Víctor solo responde encogiéndose de hombros

— A partir de aquí esto ya no nos involucra.

Txumari comenzó a ordenar sus carpetas a la vez que Víctor se paraba de la mesa y encendía la luz principal de la habitación. Esta reveló que en realidad el cuarto era una sala de descanso con una pequeña cocina, una nevera y la pequeña mesa en la que se encontraban el personal. Una vez terminó de organizarse, Txumari separó la carpeta que había recibido esta mañana y se volvió a ver a Víctor quien abrió una lata de gaseosa que estuvo guardando para la ocasión.

— Una consulta, antes de que se vaya. ¿Sabe algo de esto? — El técnico le muestra la carpeta sosteniéndola con ambas manos

— Exactamente lo mismo que vos, no mucho realmente. — Le respondió el agente tras dar un sorbo de su lata—. Fuera de que hoy a la noche tenemos que ir a Inglaterra y eso, no sé mucho

— Si entien- ¿Inglaterra?

— Sí, hay un papelito al final. Un memorándum.

El técnico vio hasta al final de la carpeta y vio que, efectivamente, había una solicitud de reunión para el Sitio-44 ubicado en Inglaterra.

— Ni me di cuenta.

— Ah, sí. Steffano me dijo que… por eso mismo, tu turno terminaría temprano hoy y resto del día lo tenés libre. Solo debes tener listas tus cosas para hoy en la noche.

— Entiendo. Bueno, al menos me alegro de que hayamos cerrado el caso hoy. Me dejaría intranquilo si no hubiese sido así.

— Lo hicieron bien. — Penz tomó un último sorbo de su gaseosa antes de acabársela—. Igual, anda preparándote porque estoy seguro de que te esperan muchos más, si seguís trabajando con nosotros. Mas grandes diría yo.

Txumari quedo pensando en las palabras de su compañero mientras veía su mano que se apoyaba por la parte superior derecha de uno de los documentos. Entre sus dedos se dejaba notar la prominente frase [CLASIFICADO NIVEL 4].

— Mas grandes. Claro.


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