Cómo, incluso el Tuétano no puede decir, si Inundación o Flor, una Marea llegó sin embargo.
Bien, dirán muchos, nos liberamos de una existencia enjaulada. Nuestra Voluntad se encontró con la Suya, y salimos Triunfantes. Así que el Pináculo se convierte en la Presa y todo esto es verdad. Todo ello.
Entonces, Escribano, ¿qué le hace decir que debemos rechazar a los Hijos del Sol? ¿Por qué deberíamos respetar a esta gente caída si fue por nuestras manos que fueron arrojados? Estas son las preguntas que pretende hacerme, ¿verdad?
Bueno, yo digo, debemos volver primero a nuestra conexión de nombres. Sárkico. Hijos de la Noche.
Para la gente ajena a la Familia, que nos ve a través de la lente del Sarkicismo, somos aberrantes. Monstruos. Asesinos. Carniceros. Demonios. Rompemos la mente y deformamos el cuerpo, robando toda autonomía a aquellos a los que obligamos a soportar nuestro trabajo.
Eso sería una afrenta para usted, ¿verdad? Porque esas palabras hablan del Hereje, que escoge las enseñanzas de los Ozi̮rmok y los tiempos de guerra, donde ninguno está en su mejor momento.
Así pues, la lente de los Hijos es muy parecida, la atípica y el brutalismo de la guerra, moldeando a todo un pueblo en monstruos para apaciguar la conciencia de aquellos a los que combatieron.