El Nacimiento de lo Cool
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En el siglo diecinueve, la marcha del progreso hizo posible que la ciencia humana por primera vez contemplará y comprendiera aquellos fenómenos que hace tanto parecían infringir las leyes de la naturaleza. En cuestión de décadas, conceptos que hace mucho tiempo fueron vistos como brujería o hechicería, fueron puestos al descubierto en términos de una nueva y secreta ciencia. Gobiernos y organizaciones de todo el mundo comenzaron a clasificar, estudiar y recolectar todas estas anomalías. Y, tal como los artistas a través de la historia convirtieron su ojo crítico sobre los eventos del día a día en sus trabajos, tal fue como lo hicieron los artistas de este Renacimiento científico, comenzando a interpretar estos nuevos descubrimientos sobre el lienzo.

Por los 1870s, París fue el centro del mundo del arte anómalo, la ciudad fue testigo de interminables debates acerca el rol de la anomalía en el arte, o si ese tal rol existía en lo absoluto. Cuando en 1874, el afamado // Salon des Magnifiques //se rehusó a permitir que cualquier "trabajo de naturaleza fantasmagórica" fuera mostrado en su gran exhibición, aquellos artistas excluidos por el comité organizaron su propia contra-exhibición, que tendría lugar al mismo tiempo al otro lado del río. "Sommes-Nous Devenus Magnifiques?", como el espectáculo llego a ser llamado, fue la comidilla de la prensa parisina por meses, ganando cantidades iguales de curiosidad, rechazo, y burla total, pero las moscas exiliadas habían hecho su punto - lo paranormal, lo anómalo, lo extraño había encontrado un lugar en el mundo del arte y no sería tan fácil deshacerse de él.

"Sommes-Nous Devenus Magnifiques?" celebraba sus exhibiciones cada diez años a partir de ese momento, y conforme pasaba el tiempo, el mundo del arte anómalo se hizo más grande. Desde sus inicios en París, artistas de todas partes de Francia y Europa, y más tarde de las Américas y Oriente también, comenzaron a asistir a la cada vez más prestigiosa - y cada vez más extraña y difícil de mantener oculta de los desdeñosos ojos de un gobierno preocupado - exhibición, expresando nuevas y diferentes interpretaciones del rol de lo anómalo en la vida humana. Fue en la sexta exhibición decenal en 1924, en que la creciente brecha entre las dos más grandes escuelas del pensamiento - lógico vs. emocional, ciencia vs. fe, Viejo Mundo vs. Nuevo Mundo - llegó a su punto crítico, porque fue en ese espectáculo en el que por primera vez, los trabajos del francés surrealista Marcel Duchamp serían exhibidos a lado de los del artista mexicano Ruiz Marcos, cuyos temas de realismo mágico y temor religioso se entrelazarían visceralmente con la Forteana accesibilidad de nuestro mundo, haciendo que los críticos de arte iniciaran una guerra entre ellos mismos.

Aquellos que vieron a los dos durante los días previos a la apertura de la exhibición, decían que ellos pasaban casi todo el tiempo en una acalorada discusión entre ellos (en inglés, porque ninguno de ellos hablaba la lengua madre del otro con confianza) sobre todo lo que lo que le diera el Sol - la importancia del artista en relación con su trabajo, la importancia del contexto, fe, conocimiento, leyes, libre albedrío, Dios, el Estado, democracia, Marxismo, la guerra, la Sociedad de las Naciones y de la mejor forma de servir una taza de café. Parecía que ellos podrían continuar discutiendo durante toda la exhibición, pero tan pronto como los artistas se prepararon para recibir a toda la prensa reunida en la mañana de la gran inauguración, parecía que finalmente habían llegado a un acuerdo.

Si hay alguna imagen que se le venga a la mente de cualquier historiador de arte cuando salió a relucir la exposición en 1924, esa sería la icónica foto de Duchamp y Ruiz posando lado a lado junto a sus colegas artistas en frente de las puertas que aún se mantenían cerradas, con Marcos aparentemente inclinándose para susurrarle algo al oído de Duchamp. Por décadas, muchos han especulado sobre las palabras que Marcos tenia para su colega durante ese memorable instante; ¿una pregunta de metafísica? ¿O un desafío? ¿Una afirmación de sus recién llegados acuerdos? ¿Un recordatorio de la razón por la que estaban ahí en ese momento? ¿Tal vez una expresión de asombro ante las multitudes que habían ido a verlos? De acuerdo a un reportero que afirmó ponerse lo suficientemente cerca para escuchar ese susurro entre el escándalo de la multitud, fueron las cinco a la vez, expresadas en cuatro simples palabras;

"Are we cool yet?"

- Extracto de La Guerra más Cool: Memorias de un Crítico, Anónimo

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